Capitulo 7: Entre suplicas

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Miriam se negó a mi propuesta. Momento triste por favor.

Sabía que me iba a decir que no pero no había tomado en cuenta el nivel de excusas que me dió. ¿Cómo iba a dar respuesta a tanto?

Ja, eso debió pensar antes de decirme su lista porque proteste a todas con una solución. Empezo fruncir el seño y dando una mirada de molestia hacia mi. Tal vez me mate pero después me lo agradecería.

— Ya te dije que no, y no es no —. Bufo de mala gana.

— Así le deberías de decir a tu ex...—. ¡Que le pasa! No era para que me lanzará ¡Un libro!

— ¡Cálmate mujer!—. Exclamé adolorido.

Ella solo se limito a verme mal, ay Dios por qué siempre las difíciles me tocan a mi. Respire hondo y me prepare.

— Te daré lo que quieras —. Dije como última suplica, tal vez funcione o si no iré a sufrir un rato.

— Igual me niego —. ¿Tan terca es?

— Hablo enserio, te daré lo que más desees, sea lo que sea. No importa el precio o la dificultad, solo dilo. Por favor...—. Seguía arrodillado. Y no miento me dió sentimiento.

— Ey, ey, ¿Por qué tan diferente? —. Cambio su mirada a una más suave.

— Poque tú no quieres aceptar —. Dije haciendo pucheros a la vez que un mar de lágrimas. Soy un actor increíble, denme un oscar.

Parecía un niño pequeño haciendo berrinche, sinceramente en mi lado objetivo daba vergüenza ajena hacer eso, pero es un sacrificio que estoy dispuesto aceptar.

Ella se me quedó viendo, y se acercó a acariciar mi cabeza. No me juzguen... me dormi. ¡Por Dios, se sentía relativamente bien! Y yo como el gato que soy me dormí al instante.

Después de un rato o horas, no lo se sinceramente. Me desperté en una cama, se sentía muy blandita, que bendición.

Seguía adormilado, me estaba aguantando las ganas para no caer otra vez dormido, pero me levanté y observe la habitación. Sin duda la dejé reluciente.

Me puse de pie y abrí la puerta para ver donde estába ella. ¿Huele a comida? ¡Comida! Salí corriendo.

—Miriam... ¿Ontas? —. Ahí está... estaba sentada en un sofá, usaba una camisa holgada y shorts.

— ¡Mujer del maal!—. Amo molestar y más asustarla, dió un pequeño brinco para después darme un golpe con el libro.

— Hasta que despiertas mocoso —. Me reí por su cara.

— Oye mujer del mal —.

—¿Que pasa?—. Pregunto viéndome.

— Si o no —.

— No... Ash está bien, así dejas de molestar—. Apenas escuché eso empeze a saltar por todo el departamento, le di un abrazo el cual solo bufo. Bendita sea.

Ella suspiro y siguió en lo suyo, yo estaba planeando todo lo que iba a hacer, hasta que ella se levantó y me dió el mando de un control de video juegos. Se acercó al televisor y encendió la consola. Y me dijo que jugará todo lo que me diera la gana, mientras ella se iba a bañar. ¿Por qué no hay más así? Sin duda está mujer es el mismísimo angel aunque a veces pueden ser también el mismísimo demonio. Después de esto iré a la iglesia a agradecer tremenda bendición.

Jugué un buen rato, mientras seguia pensando en mis planes y demas cosas. Ella salió y fue directo a la cocina y al parecer elegía que hacer.

— ¿Quieres que te ayude? —. Pregunte viéndola desde la barra.

—No es necesario —. Si es no y no es si, y como me vale lo que diga hago lo que quiero.

Me acerque hasta quedar junto a ella, recargue mi brazo en su hombro.

— ¡Ramen!—. Exclame al ver los ingredientes. Señalandolos.

— Entonces ramen será —. Tomo las cosas y se levantó camino a la mesa para preparar.

Yo veía lo que hacía, así que decidí empezar a cortar lo necesario de algunos ingredientes. Ella solo empezó a hacer los fideos. Yo tarareaba una canción imagínaria, extrañamente empezó a tararear la misma, siguiéndome el ritmo.

De una manera o otra terminamos haciendo un concierto cantando una canción que nos improvisamos y recreamos la melodía con cualquier sonido que provocabamos.
Al final comimos mientras reímos de cualquier tontería que yo decía o inventaba.

A veces pequeños momentos pueden volverse tan significativos o hacer pensar dos veces a alguien antes de tomar una decisión.

La mire mientras ella interpretaba a un personaje de una película con gran entusiasmo y reía en el proceso. Me recargue en mi mano para sonreír. Me alegraba verla así.

— Oye chico tonto, si me sigues mirando así creeré que te gusto —. Burlo sonriendo grandemente. Mientras también se recargaba en su mano y deladeo su cabeza.

Las Miradas (No) Se Cruzan Por Casualidad © || Hanne RossyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora