╏ ChūAku ╏one-shots

十六

Veces en las que Chūya le dijo, de una forma u otra, a Aku que le gusta.

Chūya llevaba enamorado de Akutagawa unos seis meses; y realmente no sabía qué hacer con sus sentimientos. Primero, ambos eran de la mafia, no debía de caber el amor en sus vidas tan oscuras y peligrosas.

Segundo, su enamorado era "El perro de la Port Mafia", solo con eso cualquiera desistiría de siquiera pensar en tener una relación con él.

Pero al ver que el tiempo pasaba y su amor seguía ahí, Chūya se rindió y por fin buscó maneras de dar a entender su interés por el joven mafioso.

Invitar a comer a Akutagawa:

Era algo sencillo, algunas veces a la semana sus horarios de comida coincidían. Y si Akutagawa aceptaba salir a comer con él, Chūya se encargaría de que todos los descansos de ambos coincidieran.

—Buenos días Akutagawa— saludó Chūya cuando se encontró con el hombre en los pasillos.

—Buenos días Chūya-san—. Listo para seguir caminando, Akutagawa es sujetado del brazo por Chūya.

—Quería invitarte a almorzar conmigo hoy, tenemos descanso al mismo tiempo— pide Chūya con lo que Akutagawa podría describir como nervios. Pero ¿Por qué Chūya estaría nervioso?

—Claro Chūya-san— responde luego de no encontrar razón al tono de voz nervioso de su superior.

Llegada la hora, Chūya busca personalmente al menor, llevándolo a un restaurante elegante y obviamente caro.

Chūya estuvo haciéndole cumplidos a Ryūnosuke durante la comida, especialmente sobre su desempeño en las misiones. Akutagawa respondió sin darse cuenta con un sonrojo en sus mejillas, no estaba familiarizado con recibir halagos hacía su persona. Le hacía sentir raro, no eran los insultos a los que alguien en su pasado lo había acostumbrado; le hacía sentir feliz.

Al finalizar la comida, que Chūya obligó a Akutagawa a dejar que el pagara, ambos jóvenes regresan juntos a la sede de su trabajo.

Uno con una sonrisa en la cara y alegría en el cuerpo, y otro con la naciente confusión de sentimientos revolviendo su estómago.

Regalarle algo a Akutagawa:

Hoy era el día del amor y la amistad. El mejor (peor) día para confesar tus sentimientos por alguien, y Chūya sabía esto.

El mafioso siente pena de que la idea de decirle sus sentimientos a Akutagawa en esta fecha haya cruzado por su cabeza; sería muy cursi y poco especial, se dijo a sí mismo.

Así que mejor optó por regalarle algo, ya saben, porque también se celebra la amistad, y ellos son amigos.

Tuvo ganas de llenar la casa de Akutagawa con rosas, pero sabía que serían un problema luego de un par de días; y era un poco exagerado para alguien como Ryūnosuke. Así que se conformó con un ramo pequeño, a su pesar, de rosas rojas y una caja llena de higos, fruta favorita de su amado.

Chūya siente que ha muerto e ido al cielo, cuando observa el rubor invadir las facciones de Ryūnosuke luego de entregarle sus regalos.

—Muchas gracias Chūya-san,— agradece con una leve inclinación —aprecio mucho que alguien como usted me considere un amigo cercano— ahora lo miraba a los ojos con una diminuta sonrisa, la cual hizo que el corazón del ejecutivo comenzara a acelerarse y calentar sus mejillas. —Lamento no tener algo que regalarle; puedo ir a buscar algo si qu—.

—No te preocupes, Akutagawa-kun, no me debes nada— intentó tranquilizarlo con una media sonrisa —Aunque me alegraría si aceptas quedarte el fin de semana en mi casa, como una pijamada—

—Claro Chūya-san, sería un honor pasar tiempo con usted—.

La noche de la pijama estaba transcurriendo bien; habían cocinado algo para cenar y ahora estaban acostados en el gran sillón que Chūya tenía en su sala de cine personal.

Claro está que la atención de Chūya no estaba puesta en la película que se estaba proyectando, sino en el lindo joven a su lado, el cual si estaba atento al filme. Y cualquier emoción provocada por la película que era reflejada en las facciones de Akutagawa, eran atentamente vistas, admiradas y almacenadas en sus recuerdos y corazón.

Decirle directamente que lo ama cuando está borracho:

Akutagawa había sido arrastrado a una celebración en algún bar bajo la jurisdicción de la Port Mafia. El equipo de su hermana quería festejar una importante misión que habían realizado de manera extraordinaria, había que admitir.

—Hola Akutagawa-kun—. Escucha y gira en la dirección de la voz, solo para ver a su jefe Chūya bebiendo junto a los demás en el bar.

—Buenas noches, Chūya-san— saluda caminando en su dirección, —no hubiera pensado que usted estaría aquí— menciona ahora sentado junto al superior.

—Hay que celebrar cuando las cosas salen bien, ¿no?— dice y termina de beber la copa de vino rojo que tenía en su mano.

Las horas pasan y las copas se vacían una y otra vez; Akutagawa mira el reloj que está en la pared y ve que solo faltan unos minutos para las tres de la madrugada. Estuvo charlando algunas horas con Chūya, y tomando un par de copas, por insistencia de su mayor.

—¿Sabes Ryū?— escucha cómo las palabras arrastradas de Chūya le hablan, —Llevo meses enamorado de ti— confiesa en medio de su estado de embriaguez.

Akutagawa está sorprendido, queda mudo ante la inesperada declaración. Solo puede sentir su cara calentarse, debe de estar sonrojado ahora.

—Te ves muy lindo sonrojado, me dan ganas de besarte— Chūya vuelve a hablar sin ningún filtro; lo que el vino le hace a ese hombre.

Intenta acercarse y tomar la cara de Akutagawa, realmente lo iba a besar.

Pero Ryūnosuke no estaba borracho, la última copa que bebió fue hace más de una hora.

—Lo siento Chūya-san, pero está borracho— se disculpa mientras aleja suavemente a Chūya, —sería aprovecharme de usted— explica lo más claro posible para la mente alcoholizada de Nakahara. —Si quiere cuando esté sobrio podemos hablar de esto— ofrece aún sabiendo que no tendría el valor para recordarle a un Chūya sobrio lo que acaba de pasar.

—Pero Ryū~— se queja y alarga la última letra del nombre del menor. —Mañana no voy a recordar esto— bosteza y se queda dormido sobre la barra del bar.

Al final de la noche, Akutagawa llevó a Chūya en estado de inconsciencia de regreso a su casa. Y efectivamente, al día siguiente Chūya no recordó nada de la noche anterior.