Conforme pasaban los días la dinámica del dúo de protagonistas se repetía, quedaban en la casa de Manuel y, tras varias horas estudiando, Ana le daba sus pies. Poco a poco el nivel de lo que iban haciendo aumentaba, había pasado de simplemente dejar que oliera sus pies a que les diera masajes, los besara y chupara. Ana se fue acostumbrando al fetiche de su compañero y le empezaba a gustar lo que le hacía en los pies, por lo que decidió que ese día, el último día antes del examen, le daría el mejor tratamiento de pies de la historia.
- Con todo lo que estás estudiando, más te vale aprobar este examen. - Le dijo Manuel.
- Eso espero, aunque no creo que sea lo que más le importe a los del otro lado de la pantalla. - Respondió Ana.
- ¿?.
- Olvídalo, es una expresión mía. - Le respondió Ana.
Estuvieron estudiando más horas ese día que los anteriores, Ana se lo sabía casi todo, ella simplemente quería aprobar el dichoso examen.
- Buf, por fin hemos terminado, qué tarde se está haciendo. - Dijo Manuel. - ¿Quieres seguir con el tratamiento?
- Por supuesto. - Dijo Ana sin rechistar.
Ana se quitó los calcetines y le puso los pies en la cara.
- ¿Cómo te has sentido estos días? - Le preguntó Ana acariciando su rostro con sus pies.
- Mucho mejor desde que estás tú. - Asintió Manuel. - Debo admitir que te agradezco que descubrieras mi fetiche.
- Gracias a ti por ayudarme a preparar el examen. - Dijo Ana antes de cambiar a un tono de voz más dulce y sensual. - Ahora besa mis pies.
Manuel tomó los pies de Ana y empezó a besarlos con delicadeza, besaba desde el talón hasta los deditos, besaba y besaba sin detenerse sumergiéndose cada vez más en el trance que le producían aquellos pies.
- Muy bien. - Dijo Ana. - Ahora libérate de tus malos pensamientos, lámelos.
Manuel sacó su lengua y empezó a recorrer los pies de Ana, al igual que con los besos, no dejaba nada sin lamer, su excitación era cada vez mayor y una incontrolable relajación le invadía, sentía como si cientos de pares de pies idénticos a los de Ana se acercaran a el y lo acariciaran, lo liberaran de aquello que lo atormentaba y lo sumieran en un profundo placer.
Al terminar los pies de Ana goteaban saliva.
- Wow, esto sí que es dedicación. - Dijo Ana.
- Gracias.
- Bueno, hora de la fase final de tu tratamiento. - Dijo Ana con una pícara sonrisa.
- ¿Aún no hemos acabado?
- No. - Dijo Ana acariciando su miembro con sus pies. - Muéstramelo.
Manuel, sorprendido, se desabrochó los pantalones y se bajó los calzoncillos, mostrando su miembro.
- ¿Deja de crecer en algún momento? - Preguntó Ana entre risas.
- No... lo sé... - Dijo Manuel emocionado sabiendo lo que se venía.
Ana tomó su miembro con sus pies y empezó a acariciarlo, quería darle un rato de disfrute antes de que se viniera.
- Por favor avísame cuando llegues al límite. - Le pidió Ana.
- Ok.
Acto seguido comenzó a deslizar sus pies hacia arriba y hacia abajo, la cara de éxtasis de Manuel lo decía todo, trataba de contenerse como buenamente podía mientras Ana no dejaba de frotar su miembro con sus hermosos pies, ella también lo estaba disfrutando, había conseguido calmar al chico más temido de su universidad y lo tenía prácticamente a su merced.
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Los pies de mi compañera de clase
KurzgeschichtenManuel es un chico con fetiche por los pies de las mujeres. Sin embargo nunca lo ha dado a conocer debido a la excesiva desconfianza que siente hacia los humanos. Pero un día, Ana,una compañera de clase desesperada por aprobar los últimos exámenes d...