Anahí se despertó con el suave balanceo del barco, y abrió los ojos lentamente. Incorporándose, volvió a cerrarlos ante el repentino vuelco que le dio el estómago. Se frotó la cabeza e hizo un gesto de dolor, antes de localizar un bulto en la parte trasera de su cráneo. ¿Qué demonios...?
Se abrazó el vientre mientras se ponía de pie, intentando controlar las náuseas, e intentó dar unos pasos. Se sorprendió al encontrar la puerta sin cerrar, la abrió y echó un vistazo. Caminando por el estrecho pasillo, encontró una escalera y subió por ella, haciendo un continuo esfuerzo por no vomitar.
Se asomó a la cubierta, sorprendida al comprobar que estaba en medio del mar. Mirando a su alrededor, no pudo distinguir tierra firme, e intentó no dejarse llevar por el pánico. El repentino impulso del barco fue demasiado para ella, que se acercó rápidamente a la barandilla y vació el contenido de su estómago en el mar.
Cuando su estómago estuvo vacío, continuó con arcadas secas, hasta que no pudo más. Al separarse de la barandilla, se topó con una mano que le tendía una toalla y una botella de agua. Tras tomar ambas, se limpió la boca y abrió la botella, para dar un trago y enjuagarse la boca
.
Al darse la vuelta para dar las gracias a aquella persona, vio a una mujer joven que llevaba puesta su gargantilla. Tomando un trago de agua, Anahí la observó.-Esa es mi gargantilla- dijo, mirando fijamente a la mujer.
La joven acarició la joya, dedicándole una sonrisa maliciosa.
-Ahora es mía- respondió.
-¿Te apuestas algo?- Antes de que Anahí pudiese dar un paso hacia ella, un brazo la sujetó por la cintura y de repente notó un cuerpo firme contra su espalda.
-Más vale que vigiles tus modales y que no empieces ninguna pelea- le dijo una voz masculina, a la vez que la alejaban de la mujer, que se cruzó de brazos y la miró con desprecio. Anahí intentó apartarse de él, pero la tenía sujeta por el brazo. -El capitán quiere verte.Antes de que Anahí pudiese contestar, él le retorció el brazo y la empujó por la cubierta hasta un camarote.
Al entrar en él, Anahí consiguió liberar su brazo y se lo frotó mientras miraba a su alrededor. El hombre que la había sujetado olía como si no se hubiera bañado en más de una semana, y ella arrugó la nariz. Bastante más alto que Alfonso, aquel tipo tenía unos hombros casi tan anchos como los de él, y parecía que todo su cuerpo era músculo. Con lo que para él eran ropas limpias, iba enfundado en unos pantalones cortos, una camiseta sin mangas y sandalias.
Toda la piel visible estaba cubierta en tatuajes, muchos de los cuales parecían ser de origen militar, y unos cuantos eran motivos marinos, como una ominosa serpiente de mar que le rodeaba la pierna y que parecía ocultar unas desagradables cicatrices. Notó el oscuro contorno de sus ojos, y algo más que no supo definir.
Tragando saliva, observó lo que se suponía que era el camarote del capitán. Junto a una pared había una cama deshecha, con ropa esparcida por todas partes. Un enorme escritorio que empequeñecía la estancia, estaba cubierto de libros y papeles, y había otros cuantos esparcidos por el suelo.
-Perdón por el desorden, señora Herrera, la sirvienta aún no ha limpiado- dijo una socarrona voz.
Girando la cabeza, Anahí miró hacia arriba y vio el rostro de quien suponía que era el capitán. De unos treinta y tantos años, era aún más alto que el gigante que estaba a su lado, y estaba increíblemente bien formado, muy sexy, y con un profundo bronceado. Su largo cabello castaño tenía brillos rubios, y lo llevaba recogido en una coleta. Anahí se sorprendió al ver una mirada de desconcierto en su rostro, mientras contemplaba los ojos más azules que jamás había visto, y una barba de varios días.
Fingiendo una valentía que estaba lejos de sentir, Anahí dijo:
-No te preocupes, he estado en sitios peores-. Cuando él lanzó una risotada, ella le miró.
-¿Por qué estoy aquí?
Inclinando la cabeza hacia un lado, la observó con curiosidad.
-¿Aún no lo has pillado? Te he secuestrado-. Y ante su expresión perpleja, añadió: -Para pedir un rescate.Sacudiendo la cabeza, Anahí preguntó:
-Y ¿qué sois? ¿piratas?
-Sí, señorita- respondió el primer hombre.Ambos se miraron confundidos cuando Anahí se echó a reír. Una vez que empezó, no pudo parar, y se secó las lágrimas que le caían por la cara.
El capitán miró al otro tipo.
-¿La has golpeado fuerte?
-No mucho- contestó, y ambos observaron cómo la risa llegaba a su fin y Anahí se abrazaba a su estómago.
Eructó ruidosamente y continuó riendo.
-Es que ya me han secuestrado antes, y, bueno, fue mucho más aterrador que esto, y, bueno...piratas... ¿en serio?- Se desplomó en una silla y comenzó a reírse
de nuevo.
-Desde luego, Dmitri necesita una estrategia nueva. Esto ya está muy visto- finalizó.
-¿Quién es Dmitri?- preguntó el otro hombre al capitán.El capitán se encogió de hombros.
-Quizás sea mejor que la vea el médico por si ha sufrido una conmoción- respondió.
-Sra. Herrera, le aseguro que no hay ningún Dmitri a bordo de mi barco.
-Entonces, ¿no trabajas para Nardiv?- Preguntó Anahí, mirando de uno a otro. Cuando ambos hombres negaron con la cabeza, Anahí comenzó a reírse de nuevo.
-¿Sois de verdad... piratas? Ésta sí que es buena.El capitán se cruzó de brazos y la miró fijamente.
-¡Max!- le gritó al otro hombre, que se levantó de donde se había recostado.
-Trae al médico para que le eche un vistazo, antes de que se me acabe la paciencia.
-Sí, capitán- respondió Max escabulléndose por la puerta.Levantando una mano, Anahí hizo un esfuerzo para dejar de reír.
-Lo siento, de verdad. Es que este último año ha sido una verdadera pesadilla, me han intentado asesinar y mi marido ha estado en coma; luego pasó lo del espionaje y mi secuestro. Se supone que estamos de luna de miel, y Alfonso se pasa todo el tiempo al teléfono, así que cuando salí corriendo y me tope con Max... ¿otro secuestro? ¿En serio?Mientras Anahí luchaba por controlar la risa, se dio cuenta de que la otra única opción era echarse a llorar, y poco a poco consiguió quedarse en silencio.
Se puso de pie y se acercó a la ventana.
-¿Qué va a pasar ahora?- le preguntó, muy seria.
Él la miró sorprendido.
-Pediremos un rescate.
-¿Cuánto?
-Un millón.Con un resoplido, Anahí se dio la vuelta para mirarle.
-En efectivo, supongo-. Cuando él asintió, continuó:
-Y ¿cómo se supone que va a reunir ese dinero? y lo que es peor, ¿cómo te lo va a entregar? No es como si llevara esa cantidad encima. Además, en el momento que saque tanto dinero del banco, levantará sospechas-. Mientras hablaba, Anahí volvió a sentir náuseas y se echó las manos al estómago. Antes de que el capitán pudiera responder, salió a toda prisa del camarote y volvió a vomitar por la borda.El capitán se quedó mirándola por la ventana, justo cuando entraba el médico del barco.
-Max dice que la chica tiene un problema.
Encogiéndose de hombros, el capitán respondió:
-Por cómo estaba actuando, pensaba que Max la había golpeado demasiado fuerte en la cabeza, pero ahora...
-¿Ahora?
-¿Hay pruebas de embarazo en el botiquín?
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La Esposa Del Millonario | Anahí y Alfonso Herrera|
RomanceQuinto libro de la saga "El millonario Herrera" de Leona Lee Libro #1 Una virgen para el millonario Libro #2 La amante inocente del millonario Libro #3 La Novia Del Millonario Libro # 4La prometida del millonario