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Anahí regresó a San José contentísima por haber conseguido asegurar los contratos con las autoridades portuarias tanto de Nueva York como de Nueva Jersey.

Llegó a la hora del almuerzo, y decidió ir a la oficina. Al entrar en VIC Enterprises, saludó a Ivan, que estaba cerca de su despacho. Cuando le hizo gestos para que se acercara, ella se encaminó hacia él, y se vio envuelta en un enorme abrazo.

-¿Cómo estás, Sra. Herrera?- le preguntó.
-Estoy bien, Ivan. ¿Cómo está Alfonso?
Él hizo una mueca.
-De mal humor. Supongo que esperaba que las cosas fueran más rápido.
-Bueno, los abogados nunca prometieron que el proceso fuera a ser rápido.
-Creo que la idea de Alfonso de un proceso largo es muy distinta a la del sistema judicial. Y ¿qué tal te sienta la vida de casada?
Anahí se encogieron de hombros.
-Como ya vivíamos juntos, no hay mucha diferencia. Aparte de ser secuestrada por piratas y de que mi marido casi destruyera la cabaña de nuestra luna de miel, es igual que antes de casarnos- respondió con una carcajada. En aquel momento, le sonó el móvil.
-Y parece que sabe que estoy aquí.
-Entonces, dejo que te marches. Que pases una buena tarde.
-Tú también, Ivan.

Al llegar al décimo piso, Anahí entró en su despacho y se derrumbó agotada sobre la silla. Si esto era lo que le esperaba durante los próximos seis meses, no le iba a gustar nada. Sus pensamientos fueron interrumpidos por Diane, que entró para entregarle una pila de documentos.

-Bienvenida...- comenzó, pero Anahí ya había salido del despacho antes de que pudiera terminar la frase. Tras depositar los documentos sobre la mesa, Diane se asomó a la recepción para ver a Anahí entrar en el cuarto baño. Con una sonrisa, regresó a su propia oficina y, un momento después, volvió a salir con una tarjeta de negocios y una pequeña caja de estaño. Se dirigió al despacho de Anahí, mientras ésta salía del baño.

Diane cerró la puerta detrás de ella. Colocó la tarjeta sobre el escritorio, junto con una caja de dulce de jengibre.

-¿Lo sabe?- preguntó, y Anahí la miró con sorpresa.
-¿Qué?
-Se te olvida que ahora tengo un niño. Conozco los síntomas.

Sacudiendo la cabeza, Anahí cogió la caja y se metió un pedazo de jengibre en la boca, mientras contemplaba la tarjeta de un obstetra local, antes de volver a ponerla sobre la mesa.

-Con todo lo que ha estado pasando, no he tenido tiempo. Otro problema más.
Antes de que Diane pudiese responder, se oyó la voz enfadada de Alfonso, que acababa de salir del ascensor, pidiendo unos documentos a gritos.
-Tú quédate ahí- le dijo Diane, tomando unos papeles del escritorio de Anahí.
-Yo me encargo-. Se dio la vuelta y salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.

Anahí cerró los ojos y se reclinó en la silla, intentando descansar un poco. Pero no tuvo mucho tiempo antes de que Alfonso apareciera vociferando en su oficina.

-¿No me has oído llamarte?- preguntó, y Anahí se frotó sus palpitantes sienes.
-Te he oído perfectamente. De hecho, estoy segura de que todo el edificio te ha oído. ¿Qué es tan jodidamente importante que no puedes decirlo en un tono de voz normal?- quiso saber, y él la miró con sorpresa.

Alfonso se sentó frente a ella y comenzó a hablar un par de veces, pero al final se quedó callado. Tras tomar otro trozo de jengibre, Anahí le ofreció uno, esperando a que comenzara a hablar.

-¿Cuánto tiempo llevo siendo un burro?- dijo por fin, masticando el caramelo.
-Desde la luna de miel.
Él suspiró.
-Lo siento, kotyonok. Quería que disfrutaras de la luna de miel sin que te enteraras de todo este lío, pero está claro que sólo empeoré las cosas.
-Alfonso, eres es el hombre más honrado que conozco. De hecho, aquí todos piensan lo mismo. Pero somos un equipo, y eso significa que debemos compartirlo todo, tanto lo bueno como lo malo- le dijo, sintiéndose culpable por no compartir con él sus propias noticias.
-Pase lo que pase, lo superaremos, siempre que permanezcamos juntos.
-Tienes razón. Como siempre- añadió, mirándola con el ceño ligeramente fruncido. -No tienes buen aspecto. ¿Has ido al médico?

Asintiendo con la cabeza, respondió:
-Sí, he ido al médico. Estoy agotada. Creo que ha sido mala idea regresar a la oficina hoy, tendría que haberme ido a casa-. Cuando Anahí se levantó, la habitación comenzó a dar vueltas y de repente todo se volvió negro.

La Esposa Del Millonario | Anahí y Alfonso Herrera| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora