Capítulo 25

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Kali

Un hombre me lleva a rastras por un brazo y me tira en el asiento de un carro subiéndoseme encima mientras yo pataleo y grito con todas mis fuerzas.

―Tranquila pequeña, ya serás grande. ―dice colocándome un arma en la cabeza mientras me da besos en el cuello.

―Suéltame, suéltame ―le sigo gritando―. Mi papá vendrá por mí y se las van a pagar, los va a castigar porque eso es lo que se hace con los malos.

Otro hombre aparece empujando al que estaba encima de mí, tirándolo al piso.

―¿Qué haces maldito imbécil? ―le grita con un arma en las manos―. La mercancía no se toca, tiene que llegar nueva y en las mejores condiciones, si me devuelven una me la vas a pagar tú.

El hombre me toma subiéndome a un camión donde hay más niñas, están llorando al igual que yo. El camión arranca y me quedo sentada envolviendo mis piernas con mis pequeños brazos.

Llegamos al mar donde hay muchos barcos y nos suben a uno amarradas con cadenas. No puedo parar de llorar y pensar en que mis padres vendrán por mí.

En un momento todos comienzan a desesperance cuando escuchan disparos. Los gritos son más fuertes que antes y yo me uno a ellos con la esperanza de que nos escuchen y puedan ayudarnos.

―¡La policía! ―escucho a una chica de las que están cerca de mí.

Intento moverme junto con las que estoy amarrada, pero ciento un golpe fuerte en la cabeza que me hace caer y...

Doy un brinco en la cama que me lleva al suelo.

Malditas pesadillas.

Ya tenía unos días sin soñar cosas raras, mi cerebro se está volviendo loco por lo que veo. Me levanto del piso rápido cuando noto que ya me cogió tarde otra vez.

Corro al baño haciendo todo lo más rápido que puedo, llego a la academia y para mi mala suerte ya me veo venir el regaño.

―¿Usted se cree que aquí se viene a jugar o nos quiere ver la cara de idiotas? ―me grita el capitán al mando de nuestro grupo.

―Lo siento no...

―Ya hasta me aprendí sus disculpas Queens, el castigo de hoy será más fuerte ―aclara―. Como usted puede ver hoy está lloviendo, pero a pesar de eso usted va a dar 15 vueltas al lugar de entrenamientos.

Me quiere matar el desgraciado. 15 vueltas es demasiado.

Asiento dirigiéndome al lugar sin reprochar nada para que no me valla peor, aquí no se puede refutar, si te dan una orden tienes que cumplirla a como dé lugar.

Espero a que toque el pito y comienzo a correr en una pista llena de barro, paso por las llantas, sigo con los demás obstáculos hasta llegar al más difícil, escalo la pared resbalosa por el agua y luego trepo por una soga la cual tengo que cruzar sin caerme.

―Si te caes tendrás que dar 5 vueltas más. ―vocifera.

Termino lo más rápido que puedo y me coloco firme frente al capitán, aunque por dentro me esté muriendo.

―Descanse. ―autoriza.

Me tiro en el piso a punto de desfallecer dejando que el agua caiga sobre mí limpiando el barro que tengo encima. La respiración es inestable y el cansancio inigualable.

―No le di todo el día para descansar ―me vuelve a gritar unos segundos después y me levanto yéndome a los vestidores.

Es un hijo de puta.

Destinados al mismo infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora