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6|Nuestro arte (I)

dedicado a @KarlaGarcía442 como
muestra de mi amor incondicional
hacia ti, preciosa 🤣💙

Hanna

Nacemos exigiendo contacto. Necesitándolo a cada momento.

Me preguntaba ¿cómo sería tener su contacto? Nunca pude encontrar respuesta, hasta el día de ayer.

Estaba abandonando el cuarto de baño cuando lo noté.

No sé que tipo de hechizo fue, pero cuando vi sus ojos supe que estaría perdida hasta el momento en que dejara de hacerlo.

Entonces, él dijo: -Sorrr-presa- y me paralicé. No sabía qué hacer, qué decir. Una parte de mí moría por ir a abrazarlo; la racional me alertaba de que no era lo correcto, de que era un fraude.

-Aléjate de mí- intento sonar firme, pero parezco dolida. Quise correr, huir lo más lejos que pueda, que la tierra me tragara y me escupiera en otro continente... pero mis piernas no se movieron.

Recordé cada palabra que dijo aquella noche. La noche de la revelación, llamémosla. Donde confesamos absolutamente todo lo que sentíamos hacia el otro. O bueno, eso creía.

Por su cara de sorpresa, supongo que esperaba que soltara un chillido y corriera feliz hacia él, porque vino a verme. A MÍ. Cumplió su promesa. Y yo lo habría hecho. Habría estado más que dispuesta. Pero ahora mismo estoy mucho más impactada que emocionada.

Y enojada, porque lo único que ha hecho desde el primer día ha sido joderme. Me ha hecho mucho daño. Me ha mentido de una manera horrible. Se ha atrevido a presentarse en mi casa después de todo lo que me hizo sufrir. Y aún así, mi orgullo- o dignidad- no fue suficiente.

Me dejé caer en la cama, a su lado y, por una vez más, me sentí como en los viejos tiempos, aunque antes no estuviera a centímetros de mí.

Quedamos en que regresaría en la noche, cuando ya mamá durmiera.

Al principio la idea me ponía los pelos de punta. Ahora también, pero me daba igual. Esperé mucho para tenerlo conmigo. Y ahora que lo hago, me aterra, pero estoy dispuesta a arriesgarme.

Se coló por el patio trasero, ya que está más cerca de mi habitación que la puerta principal y más lejos de los dormitorios de mamá y de Liam.

Eithan tropieza, producto de la oscuridad y del reguero que deja siempre mi hermano por todos los pasillos y recovecos de la casa.

El moreno se queja.

-¡Shhh!- no sé cómo, pero de pronto tengo una mano en su abdómen, mientras con la otra, en su boca, le impido hablar-. No hagas ruido.

Él retira esta última.

-¿No eras tú la que decía que no me acercara?- siento mis mejillas arder y una sonrisa burlona tira de sus comisuras.

De pronto, estoy aún más nerviosa. Me separo rápidamente de él.

-Jódete- le espeto, dándole la espalda.

-¡Qué violenta!

-¿Siempre tienes que ser tan desagradable?-lo encaro.

-Así te enamoraste de mí- levanta los hombros.

Silencio. No sirve de nada negarlo, ambos sabemos que así fue. Sus ojos están fijos en mi rostro. Atentos a mi reacción.

-No tengo la menor idea de cómo diablos llegué a estarlo- cruzo la puerta de mi habitación. Eithan me imita.

Todo lo que nunca fuimos (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora