Tomados de la mano

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Atsushi se encontraba tirado en su escritorio. Sus brazos estaban abarcando los papeles mientras su cabeza reposaba tranquilamente en los mismos. Su computadora seguía encendida, avisando que habían llegado más reportes para llenar.

Con un suspiro pesado, y luego de meditar bien, Atsushi se levantó perezoso, soltó un bostezo y alzó sus brazos para estirarse como un gato.

Esa noche, Nakajima había dormido mal, pues la pasó en vela cuidando de Dazai. El castaño se había enfermado de gripe y fiebre, por suerte no era nada grave, aunque de todas formas le pidió que se quedara en casa. Osamu solo acató lo que su Atsushi le pedía, pero haciendo pucheros pues deseaba estar más tiempo con él.

Frotando su cara, Nakajima siguió el rumbo de su trabajo hasta la hora del almuerzo. Feliz y hambriento fue a comer.

Después de su delicioso platillo, se dedicó a subir de nuevo para seguir en lo suyo y terminar más rápido para poder ir a ver a su novio. Pero cuando llegó, sus papeles ya no estaban, confundido ladeó la cabeza sin entender que estaba pasando.

-Atsushi, ve a casa y cuida de Dazai, yo me encargo del resto -dijo una voz a sus espaldas. Anonadado se volteó, viendo al mismo Kunikida gruñón con expresión entre feliz y sorprendida. -Tch, solo lo hago por ser viernes y porque era dejarte demasiado trabajo solo a ti. El inútil de Dazai tiene que recuperarse pronto para no dejártelo todo.

-¡Muchas gracias, Kunikida-san!

Con una leve reverencia, Atsushi se fue contento a casa. Compró algunos suministros en una tienda pequeña, de paso, y caminó tranquilo hasta el hogar que compartía con Dazai desde hace dos años.

-¿Osamu? Ya estoy en casa.

-Bienvenido, Atsushiii -en el sillón podía verse la figura de un hombre de veinticinco años, con la nariz y mejillas rojas. Atsushi fue rápido y se detuvo frente a él. -¿Te dejaron salir tan temprano?

-Ujum, Kunikida-san fue muy considerado. Pero espera que te mejores pronto para que vuelvas más rápido al trabajo -Dazai solo pudo reírse, seguido de una tos que lo atacó. -Uhm, te traje jarabe para esa tos y más comida.

-Eres muy lindo, Atsushi ¿Por qué no nos casamos de una vez?

Las mejillas de Nakajima se volvieron de color carmín, sujetó las mangas de la bolsa con nerviosismo mientras Dazai contemplaba todo como si fuera un espectáculo.

-Primero recupérate y después seguimos hablando de eso.

La sonrisa de Dazai creció más, y, tan rápido como su estado se lo permitía, tomó la muñeca de Atsushi entre su mano caliente. La deslizó con lentitud hasta llegar al inicio del guante, haciendo que Atsushi soltara la mano sintiendo como lo jalaban de a poco. Se dejó llevar y sus manos terminaron entrelazadas. Sintieron un cosquilleo, tan cálido que hacia a sus corazones saltar felices en sus pechos.

Atsushi abrió y cerró la boca, mientras Osamu sonreía feliz por su logro. Lo jaló nuevamente, haciendo que Nakajima se sentara encima de él.

-Osamu, necesito darte tu jarabe.

-Dame un minuto más así.

Un beso fue depositado en la nuca ajena, provocando en Atsushi un escalofrío y a su cuello volverse rojo. Dazai sonrió complacido y se alejó. Su mano nunca soltó la contraria, sintiendo como su pareja la acariciaba con lentitud en el dorso.

Esto era todo lo que Dazai necesitaba, mimos y atención.

Pasado un rato más, Atsushi finalmente le dio su medicina, lo llevó a la cama y lo volvió a arropar. Se aseguró de ver qué la fiebre bajara, y exitosamente así fue. Más tranquilo, se sentó a su lado viendo dormir al castaño.

Con su mano libre, acarició los cabellos oscuros, sonriendo por lo lindo que Dazai se veía dormido. Quiso acercarse y robarle un beso, pero tampoco quería contagiarse de verdad. Entonces debía esperar.

Y mientras esperaba, Atsushi se encargaría de cuidar de Dazai así como una vez cuidaron de él.

Mi elección eres tú [Dazatsu week 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora