lxxxiv. (not) happy birthday

5 1 0
                                    

lxxxiv. lxxxv. (in)feliz cumpleaños

—¡Feliz cumpleaños, tú!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Feliz cumpleaños, tú!

—¡Feliz cumpleaños, tú!

Margaery se lanzó a los brazos de Harry, abrazándolo por los hombros y él por la cintura. 

Margaery nunca había ido a La Madriguera pero el hogar de los Weasley le parecía... curiosa, cuanto menos. Parecía como si en otro tiempo hubiera sido una gran pocilga de piedra, pero aquí y allá habían ido añadiendo tantas habitaciones que ahora la casa tenía varios pisos de altura y estaba tan torcida que parecía sostenerse en pie por arte de magia. Cuatro o cinco chimeneas coronaban el tejado.

Margaery fue recibida con abrazos y felicitaciones, además de los regalos, aunque no fueron mucho más que bombones, regalo de los Delacour; una caja enorme de los últimos artículos de Sortilegios Weasley, regalo de Fred y George, y el típico sweater de la señora Weasley, pero este tenía varios parches de diferentes bandas mágicas.

Harry le regaló un álbum de fotos que, aparentemente, había estado recolectando desde que Aemmond había fallecido. Habían desde fotos oficiales, en las cuales a Margaery le entristeció como iban disminuyendo poco a poco las personas (primero, sin sus padres; luego sin Daenerys, que estaba exiliada; sin Aemmond; después desaparecían los Pendragon-Britannia, que se habían mudado a vivir a Tintagel; y la última que habían tomado solo eran Alyssane, ambas Margaery, Daenerys, Harry y Aemma) y también fotos que ellos habían sacado de los otros en Navidad, en sus cumpleaños, en Hogwarts y en vacaciones, además de los folios vacíos para añadir nuevas fotos.

—Para que me recuerdes si no vuelvo —le dijo Harry.

La había llevado a un sector un tanto recluido de La Madriguera para darle el regalo y poder hablar en paz por unos segundos.

—No seas tonto —sollozó Margaery, abrazandolo—. Vas a volver. Me prometiste que ibas a volver.

—Y lo voy a intentar —aseguró Harry—. Pero no te puedo prometer nada. Perdón, Mary...

Margaery lo abrazó tan fuerte que sintió como si sus huesos se iban a romper.

—Vas a volver —susurró Margaery—. Ambos sabemos que vas a volver.

—No llores, por favor —le pidió Harry, sentandola—. Si algo me pasa quiero que sigas adelante. Y que seas feliz.

—Nunca —negó Margaery y Harry, que estaba al borde de las lágrimas, la volvió a abrazar—. Toma, tu regalo.

—Pensé que te habías olvidado —trató de bromear Harry pero aún así abrió la cajita rectangular. Dentro había un reloj de oro que, en lugar de manecillas,tenía unas estrellas que giraban en la esfera.

—Mamá me dijo que era de papá —explicó Margaery, que sintió la imperiosa necesidad de decirle todo lo que había descubierto—. No era muy cuidadoso con sus cosas, al parecer.

TEARS, wizarding worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora