¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Con que aquí estás! ¡La mujer del mes! ¡Que mes! ¡Del año!
Margaery literalmente salió disparada a abrazar a Electra, quien la recibió con la misma intensidad. Las dos se tambalearon unos centímetros por la fuerza con la que se tenían agarradas lo que provocó que ambas se rieran. Margaery fue consciente de que había algunos que las estaban mirando escandalizados, pero no pudo importarle más.
—Ay, santo Arthur —murmuró Margaery—. Cuando no te ví en el tren pensé que no habías venido.
—¿Y quedarme más tiempo con mi madre? No gracias, se está volviendo un tanto cucú —Electra movió un dedo frente su cien en círculos—. Pero no fui en el tren. Ahora tengo tratamiento especial —se pavoneó la británica—. ¡Y tu! Princesa de Lyndor, heredera al trono de Camelot. Mirate
—Ni me lo recuerdes —bufó Margaery, entrelazando su brazo con el de su mejor amiga—. Y es heredera presunta. Ojalá nunca llegue a ser reina.
—No digas eso. Debe ser lo mejor del mundo —suspiró Electra—. Vamos a sentarnos.
La ceremonia de selección pasó normal, solo que el sombrero los había alentado a permanecer unidos, excepto por un pequeño detalle: Harry no estaba en la mesa de Gryffindor. Notó que Victoria, con su cabello pelirrojo brillante, estaba sentada junto a una chica pelinegra a quien Margaery reconoció como su guardia personal y junto a Theo; Catherine se había teñido porque ahora era castaña; Hermione tenía el cabello un poco más arreglado; Ron había crecido unos centímetros más pero ni una señal de Harry y Elizabeth estaba riendo junto Ginny.
—Mi madre estuvo a punto de no mandarme a Hogwarts este año —dijo Electra—. Está paranoica.
—¿Por lord Voldemort? —cuestionó Margaery, mirándola.
—Más por Victoria que por otra cosa —respondió Electra.
—¿Victoria? ¿Tu hermana?
—Bueno, resultó no ser mi hermana. ¿No leíste El Profeta? Escribieron sobre eso por una semana —dijo la castaña, bufando.
—No —Margaery negó con la cabeza—. Nada sale o entra de Camelot en estos días. Una miseria, deberías verlo.
Camelot siempre se había desplegado como un mosaico de campos fértiles, bosques frondosos y serenos lagos. Aldeas y pueblos salpicaban el paisaje, cada uno con su propio encanto y riqueza, habitados por gentes que vivían en paz bajo la protección del reino. Los caminos que conectaban las diferentes partes del reino eran seguros y bien mantenidos, facilitando el comercio y el viaje.
Pero ahora aquellos campos se habían convertido en páramos desolados, los bosques eran oscuros y peligrosos, habitados por criaturas que huían de la destrucción. Las aldeas y pueblos estaban abandonados o habitados por aquellos que no tenían a dónde más ir. La paz y la prosperidad que una vez habían definido el reino eran ahora solo recuerdos lejanos.