No es que ella le conociese. Hablando enserio, no había cruzado más de dos palabras con él en seis años. Tal vez un par más, que se resumían en "Hola, Lupin, buena noche" u "Hola, Cleenair" o, exagerando, algún "Hasta el viernes"
Sus conversaciones no sobrepasaban las dos líneas.Ella no conocía a Remus Jhon Lupin.
Él no conocía a Kalox Daine Cleenair.
Cleenair era prefecta de su casa, Ravenclaw, por lo que, cada viernes, patrullaba los pasillos del colegio.
Lupin era prefecto de su casa, Gryffindor, por lo que, cada viernes, patrullaba los pasillos del colegio.
Y ella se preguntaba, cada viernes, qué era lo que le llamaba tanto la atención de aquel completo desconocido. Como si, de alguna forma, no supiera nada de él, pero supiese su más recóndito secreto.
Cosa que era imposible, claro.
La gente no sabe secretos de alguien que no conoce. Claro.Y él se preguntaba, cada viernes, por qué esa chica le miraba así, como si fuese algún ser extraño –cosa que llegó a ponerle nervioso y emparanoiarle un tiempo–, como si ella... le viese. Dentro de él. Donde nadie había entrado jamás. Como si pudiera verle o quisiera ver algo más.
Cosa que era una tontería. Era imposible. Una locura. Algo incuestionable.Ella no conocía a Remus Jhon Lupin.
Él no conocía a Kalox Daine Cleenair.
Pero, tal vez...
Aunque ella no creía en el destino. Todo eso de que las cosas pasaban por algo. Le parecía algo tonto, pero curioso.
Ella pensaba que, a veces, pasaban cosas malas. Y punto.
______________
§ Kalox Daine Cleenair–Date prisa, Kas– dijo Sally tirando de mi túnica.
"Impertinente", murmuré entre dientes, dejándome arrastrar por la Slytherin. Como cada lunes, miércoles y sábado.
–A este paso vamos a llegar a la torre cuando amanezca.–Hoy hay luna llena– comenté mientras subíamos los escalones.
–¿Ah, si? Tal vez podamos ver alguna constelación más.
No contesto. Cuando Sally está así a veces es mejor simplemente dejarla hablar sola. Es interesante escucharla hablar, sobre todo porque no hay muchos temas que la llamen la atención. Es por ello que, cada lunes, miércoles y sábado, vamos a la torre de astronomía. Sé que se niega a ir sola, aunque lo esconda.
Además, es divertido ver a esos chicos raros de Gryffindor escabullirse. No pasa siempre, claro. Pero sí a menudo. Es decir, cada sábado sabemos que van a salir. Todos y cada uno de ellos. Los lunes nunca lo hacen. Los miércoles, depende de cómo les dé. Normalmente, salen entre las doce y media y las dos, cuando los profesores han dejado de patrullar y Filtch se queda dormido en su despacho, y suelen volver cuando nosotras recogemos para irnos, casi al amanecer. Algunos sábados no vuelven, con eso de que es fin de semana y esas cosas, y aparecen de la nada en el castillo, como si nunca se hubiesen ido.También es interesante ver solo pies. Aún creen que la capa les cubre a todos, pero, seamos sinceros, tienen dieciséis. Es imposible que una capa les cubra enteros cuando Black mide al menos uno ochenta y son cuatro. Pero es divertido de ver. Un espectáculo digno de admirar.
–Venga, de prisa–. Me apura ella, y terminamos corriendo. Algunos cuadros nos chistan, pero no paramos hasta llegar a la torre.
Abre la trampilla y subo yo primero para después ayudarla a ella.Como cada...
–Hay muchas estrellas hoy.
–Mira la luna. Es preciosa.
No tardamos mucho en sentarnos. Ella es la primera en coger el telescopio, y yo saco un libro que metí en la mochila marrón que lleva rota ya un tiempo.
A veces yo también miro, pero me concentro en mi lectura, respondiendo de vez en cuando a lo que ella dice, o señalando alguna constelación. Sally se sabe el cielo de memoria. Es increíble su capacidad de retención, aunque le vaya mal en todas las demás asignaturas, excepto pociones.–Ya han salido– dice Sally a eso de la una y cuarto.
Lleva hablando un rato mientras yo leía, comentando lo que ve en el cielo, pero ha cambiado el tono. Ahora me habla a mi. Levanto la mirada del libro y me giro, puesto que estoy al lado de ella, de espaldas al patio.
Tres de ellos.
Como cada luna llena una vez al mes.
–¿Están yendo dirección al sauce?
–Eso parece. Pueden estar yendo al bosque prohibido.
No sé cuál de las dos cosas es más preocupante.
–Dejame ver.
Me levanto y apunto con el telescopio, pero, para cuando he enfocado, ya no están. La miro, y veo que ella está igual de confundida que yo. Pienso que tal vez han usado la capa, pero no le encuentro sentido y descarto la idea. Además, no había pies.–Estaban ahí hace un segundo.
–A lo mejor se les ha tragado el Sauce– digo con una sonrisa, devolviéndole el telescopio.
–Me parece una gilipollez que hayan plantado ese árbol. Quiero decir, ¿cuanto lleva ahí? Ni siquiera lo recuerdo, pero no tendría que estar. Si fuera por mi, lo arrancaría de cuajo.
–Lo plantaron el año en que llegamos nosotras, ¿te acuerdas? Cuando estábamos en primero.
Suspiro, cerrando el libro.
Cada mes, una vez, Remus Lupin desaparece. Se volatiliza. Cada luna llena, Remus Lupin me vuelve loca tratando de... de buscar algo, una explicación lógica, algo que cuadre.Sé muy bien de lo que hablo cuando digo que ese chico oculta algo. Aunque no sepa qué es. O no quiera creerlo.
Y cada vez, más o menos dos días antes y dos días después de cada luna llena, Remus Lupin tiene aspecto de estar muriéndose.
Y después, simplemente, se cura.
Y entonces pienso que el problema está en mi, que soy yo quien ve cosas donde no las hay. Que nadie– excepto, tal vez, Severus Snape, un conocido de Sally que me pone los nervios de punta. Pero él no cuenta; los odia, y haría e inventaría cualquier cosa con tal de arruinarles– ve lo que yo.
Pero ahora, bajo la luz de las estrellas, después de haber visto, un mes más, que Remus Lupin desaparece, me pregunto, de nuevo... ¿Podría ser cierto?
Porque... son años. Años desde que Sal y yo venimos aquí, a ver las estrellas. Años de verles juntos, años de ver sus desapariciones, años de ver cómo aparece con mas cicatrices que no curan, de ver como está en enfermería y cómo habla con Madame Pomffrey como si fueran grandes amigos, años de...–¿Me has oído?
–¿Qué?
Ella aparta la mirada del cielo y me mira con una ceja levantada.
–Que si me has oído.
–Me perdí cuando dijiste... No, no te he oído.
–Estaba diciendo que si has traído comida. Me muero de hambre, y ya casi es hora de volver.
–Ah, si. Pasé por las cocinas antes de ir a buscarte- saco galletas y un termo de café de la mochila y se lo paso–. ¿Ya es hora de volver?- pregunto, porque se me ha pasado mucho mas rápido que de costumbre.
-–Aún no les he visto aparecer, pero está amaneciendo.
Y, de nuevo, como cada mes, hay un día en el que no tenemos a los Merodeadores como reloj para saber cuando volver. Exceptuando, claro, los lunes. Nadie en su sano juicio saldría los lunes por la noche.
Ni Sally Crave ni yo estamos en nuestro sano juicio, para nuestra fortuna.
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Más allá de una luna llena/ Remus Lupin
FanfictionEra estúpido pensar que Kalox no se daría cuenta de su pequeño... problemita. Por el amor de Merlín, ¡llevaba años estudiándolo! Sería algo contraproducente pensar que no se daría cuenta de las cicatrices, de sus ausencias, de su estado ante, durant...