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§ Kalox Daine Cleenair.

La verdad es que no puedo hablar con nadie sobre lo que realmente me inquieta; no pueden entender lo que está sucediendo si yo misma no lo entiendo. Además, no puedo ir por ahí diciendo "Buenas tardes, soy Kalox, una chica obsesiva hasta puntos tóxicos que fija su tiempo libre en una condición que la gente tiene como tabú y que, encima, no puede apartar su cabeza de un chico que pasa de ella."

Sería una realidad aplastante hasta para mí.

Es por ello que me decido a ignorarlo, pero no puedo evitar fijar mi vista en la mesa de Gryffindor en el desayuno. Sin siquiera pensarlo me senté en el lado de la mesa en el que mi vista quedaba plena hacia allí.

Remus Jhon Lupin está con la cabeza apoyada sobre su brazo, parece enfermo. Sus amigos no hablan como lo hacen siempre, más aún, parecen casi incómodos.

"Tal vez solo se han enfadado con él y por eso no fue anoche. Eso explicaría también que hoy estén así.", pienso.
Pero sería demasiada coincidencia que todos los meses en luna llena se enfadasen con él, así que descarto la idea rápidamente.

Pero... pero no hay más explicaciones. ¿Por qué está así? ¿Por qué ellos no hablan? ¿Por qué...?

¡Por el amor de Rowena, voy a volverme loca!

Sacudo la cabeza centrándome en mi tostada y mi café frío, porque no soporto las bebidas calientes. Bueno, lo cierto es que me gusta tomar chocolate caliente con nubes cuando hace mucho frío. Pero, a parte de eso, no las soporto. Trato con todas mis fuerzas en centrarme en otra cosa. Como, por ejemplo, la clase de DCAO, porque me agrada bastante. También pienso en pociones, porque la felicidad del profesor Slughorn es contagiosa y se me hace sencilla. Y eso también me hace recordar que comparto esa clase con Gryffindor y a Lupin se le da bastante mal. ¿Por qué cojones sé eso?

"Joder, Kalox", murmuro al darme cuenta que mis pensamientos vuelven a girar entorno al chico de pelo castaño claro y del cual, ahora que lo pienso, no sé el color de sus ojos.

Estoy jodida.

Queda solo media hora para comenzar la primera clase cuando Sal entra al Gran Comedor, se acerca a mí y me obliga a ir con ella hasta la mesa de Slytherin, porque no tiene tanta confianza como para hablar con ninguno de ellos sin meterme a mi en el proceso. No es que me moleste, lo cierto es que tampoco tengo más amigas que Sal en el colegio, pero siendo mestiza y ella teniendo un linaje con tan buena reputación de sangre limpia, soy... poco bienvenida. Digámoslo así.
De todas maneras la sigo sin poner objeción y me siento a su lado, cerca del chico que me pone los pelos de punta, Severus. No es muy charlatán, cosa que agradezco enormemente.

-Snape- digo por respeto al sentarme, haciendo un gesto con la cabeza como saludo.

Él no responde- cosa que también agradezco-, pero levanta la cabeza.
Dudo que siquiera sepa como me llamo. Cosa que... ¿ya he dicho que lo agradezco? Si, eso. Que agradezco que cierre la boca en vez de hablar y hablar y hablar.

-Pasame las tortitas- dice Sally comiendo todo lo que puede. Se las paso y sonrio, viendo como se mete a la boca todo lo que la entra.

-Como sigas comiendo así te van a explotar los mofletes.

Me responde algo parecido a "lo que pasa es que tú ya has comido", y sonrio un poco.

-¿No tienes adivinación?- pregunto, porque si es así debe irse ya o no llegará a tiempo. Abre los ojos como platos y se levanta corriendo. Asiente, vuelve a mirarme asustada y sale corriendo. Casi no queda nadie.

Aunque Remus sigue ahí. Y sus amigos, tensos, también.

Me levanto para irme, agarrando mi mochila. No es la marrón que está rota, es una mas grande, negra y con un parche de una luna grande y amarilla en una esquina, donde se rompió hace algún tiempo. Tiene, también, un pin de un lobo.

Estoy empezando a delirar.

Miro por ultima vez la mesa de Gryffindor y salgo con la cabeza revuelta.
Tengo pociones con Gryffindor. Probablemente los cuatro chicos lleguen tarde.

El aula de Pociones, ubicada en las frías mazmorras del castillo, siempre me bajan el ánimo de alguna forma. No me gusta que esté tan oscuro y deprimente, y el olor a humedad Me aturde. Me siento en mi lugar habitual, atrás, cerca de... No importa. El profesor Slughorn ya esta en su escritorio, revisando lo que paren ser nuestras últimas redacciones. Tiene algo que me hace estar contenta. Cosa que me molesta, no porque no me guste estar contenta, sino porque no entiendo qué tiene de especial su clase como para ponerme así. Pero no pienso investigar, lo siento, tengo suficiente. Por un momento, pensando en aquello de la felicidad y esas mierdas de Slughorn, me permití olvidar mis preocupaciones.

Sin embargo, esa paz se desvaneció rápidamente cuando los merodeadores entraron en la clase. Como había anticipado, llegaron tarde. Potter se disculpó rápidamente con Slughorn, que simplemente asintió con un gesto indulgente. Y él... se veía aún más pálido que en el desayuno, cosa que tiene sentido, porque no llegué a verle la cara. Estaba pálido, y había algo en su pose que denotaba cansancio, como si le costase seguir el ritmo.

Slughorn ya nos había explicado que la Esencia de Murtlap era un remedio casero y tenía propiedades curativas.

Cuando Slughorn nos dio la señal para comenzar, me concentré en mis propios ingredientes, siguiendo los pasos. Es algo sencillo y me gusta. A pesar de mi concentración, no puedo evitar lanzar miradas furtivas hacia Lupin. Noto cómo, de vez en cuando, sus amigos le lanzan miradas de preocupación. Especialmente Sirius, cuyo ceño fruncido revelaba más de lo que las palabras podían decir.
"Los ojos son el espejo del alma", me dije mientras removía.

-Qué asco- dice Sirius con una mueca graciosa al ver uno de los tentáculos- no me gustaría ver al bicho que tiene esta mierda en el cuerpo.

-El murtlap es una criatura parecida a la rata, bastante fea, si me preguntas, que se encuentra en zonas costeras del Reino Unido. Tiene una cosa sobre el lomo que se asemeja a una anémona. Comen crustáceos, pero también le hincan el diente a los pies de cualquiera lo bastante tonto para pisarlos-. digo levantando la vista hacia él con una sonrisa, pero sin dejar de remover.

Suelta un bufido, sacudiendo ligeramente la cabeza, como si la sola mención lo hubiera hecho sentir incómodo.

- ¿Y la gente realmente se come esa mierda?

Alzo una ceja divertida.

-Claro que no. ¿Qué crees que estamos haciendo, a parte de prepararlo para hacerlo comestible?La esencia de Murtlap es un remedio casero para cortes. Los tentáculos de murtlap son conocidos por sus propiedades curativas y son utilizados para crear pociones.

-Vale, cerebrito, perdón por el desliz-. dice alzando las manos y las cejas en señal de rendición.

Los estudiantes comenzaron a recoger sus cosas, y yo hice lo mismo. Siempre disfruto estás clases. Antes de salir, Slughorn me detuvo.

-Kalox, tu poción está excelente como siempre. Tienes un verdadero talento para esto.

Le sonreí agradecida, pero mi mente estaba en otro lado.

-Gracias, profesor. Me alegra saberlo.

Salí del aula con la mochila sobre el hombro, caminando por los fríos pasillos del castillo. Mientras me dirigía a mi siguiente clase, me crucé con Sally, que salía de Adivinación hecha una furia.

-¿Qué tal la clase? -le pregunté con una expresión de diversión al ver su cara.

-Lo de siempre, mucha predicción y poca verdad. Hoy me ha dicho que me va a golpear algo esta semana, pero a Regulus le ha hecho salir del aula porque, según ella, tenía un demonio que lo atormentaba, y le hizo salir con la excusa de que si lo veía se iba a echar a llorar.-dijo Sally con un encogimiento de hombros.

-¿Regulus el hermano de Sirius Black, el de Gryffindor?

-¿Conoces a más Regulus?

Me encojo de hombros.

Mientras caminamos, encuentro algo en mi cabeza. Algo que, tal vez, explique mi ansia con Lupin.
No puedo seguir ignorando lo que esta pasando. No solo por mi obsesión con los misterios y mi extraña necesidad de saberlo todo, sino porque siento que Remus necesita ayuda, aunque él mismo no la pida.
Y si hay algo que nunca se ha equivocado, es mi voz interior, lo que nos advierte del peligro antes de que siquiera esté ahí, lo que nos guía cuando no sabemos qué hacer.

Mi intuición.

Más allá de una luna llena/ Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora