Graciela Vegas 2

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Graciela Vegas Detestaba bañarse tan temprano, pero las costumbres de su padre, era la costumbre de la familia. Para eso su nana le calentaba el agua antes de ir a la universidad. Cuando terminó de ducharse fue en bata a la cocina para desayunar antes de vestirse e invariable conseguirse a su madre con su rostro de amargura que enmarcaba un silencioso reproche. Siempre era lo mismo. Disimular un sollozo para después lanzar todo el monólogo, las justificaciones y las acusaciones. La muchacha armada de valor y paciencia escuchaba hasta el final, después de pedir permiso con delicadeza huyó a su habitación para vestirse y pensar por enésima vez cuando Felipe se decidiría, si es que se decidiría. Eran novios, bueno, eso creía ella. Suponía que en cualquier momento pondría fecha. Pero el evento se alargaba y se alargaba. La Marina y sus deberes, siempre la Marina y sus órdenes, que hacían que de un tiempo a esta parte su padre no tocase el tema y en un almuerzo sin dirigirse a nadie lanzó una perla.

--No hay como la Guardia Federal. Nosotros los de la Marina somos unos bolsas. El "Loco" Ascanio apenas es Capitán y está destacado en Margarita. Ya ese hijo de su madre tiene una lancha pesquera y una tremenda casa en la Asunción.

Graciela


supuso que pronto su padre comenzaría a llevarla a Villa Zoila para ver las aburridas paradas de la Guardia Federal, cambio de rama militar en el horizonte

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supuso que pronto su padre comenzaría a llevarla a Villa Zoila para ver las aburridas paradas de la Guardia Federal, cambio de rama militar en el horizonte. Él había decidido que sería con un Oficial. Lo que ella deseara, o si sus sentimientos de repente afloraban por alguien, lo tenía absolutamente sin cuidado...

Horas después, al salir de la tercera hora de clases, casi se estremeció con un sentimiento de culpa. En un bullicioso grupo estaba él. El de quinto año, del grupo que ya estaba a punto de graduarse.

Habían coincidido cuando se desarrolló instantáneamente al mediodía una violenta marcha en apoyo a los huelguistas petroleros. Ella se vio obligada a caminar cuadras acompañada con sus compañeras de facultad

Hasta donde se encontraba el taxi que siempre la buscaba. Era evidente que el señor Gámez no podía llegar y ella debía buscarlo entre el remolino de gente. Gritos, disparos, manifestaciones, brutal carga de la policía montada. Tenía mucho tiempo sin disfrutar tanto como ese momento; corrió gritando y riéndose en medio del humo y los disparos, y se escondió en un zaguán de una inmensa casa de 5 ventanas a nueve cuadras de la plaza Bolívar.

 Tenía mucho tiempo sin disfrutar tanto como ese momento; corrió gritando y riéndose en medio del humo y los disparos, y se escondió en un zaguán de una inmensa casa de 5 ventanas a nueve cuadras de la plaza Bolívar

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Amor, Desamor y Volver a EmpezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora