Graciela Vegas Cap 3

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FONSECA FIGUEROA

-- Igual tú.-- Dijo el otro riéndose igualmente, mientras rápidamente descendía , desnudándose para lavar su ropa.

--Creo que mis interiores se hicieron parte de mi piel. -- Continuó el teniente en medio de carcajadas, mientras rápidamente lavaba su maltrecho uniforme.

El otro aspiró más aire, mientras las bombas inyectaban y renovaban el fétido aire del interior.

--Es una lástima que no podamos bajar a las islas. Ron, agua y una cama con sábanas limpias. -- Se quejó desde la superficie del Submarino el Teniente, mientras lavaba.

Igual tú.-- Dijo el otro riéndose igualmente, mientras rápidamente descendía , desnudándose para lavar su ropa.

--Creo que mis interiores se hicieron parte de mi piel. -- Continuó el teniente en medio de carcajadas, mientras rápidamente lavaba su maltrecho uniforme.

El otro aspiró más aire, mientras las bombas inyectaban y renovaban el fétido aire del interior.

--Es una lástima que no podamos bajar a las islas. Ron, agua y una cama con sábanas limpias. -- Se quejó desde la superficie del Submarino el Teniente, mientras lavaba.

No te quejes --repuso el capitán mientras velozmente, también se había desnudado, lavando su hediondo y sucio uniforme y aprovechando de bañarse así sea con agua de mar.--- Podíamos estar en el Báltico o en el Mediterráneo. Aquí la cacería es impune.

--Una vez estuve en Río durante el carnaval. Fue espectacular-- rememoró el otro desde la oscuridad.

--Vaya. Nunca comentaste esas debilidades --repuso el capitán, en cuclillas en un difícil equilibrio dentro de la espuma que producía el mar. Ya pronto tenían que introducirse todos.

--Me enredé con una sambista. -- Confesó el otro, recordando mejores épocas.

—¿Una qué?...

--Una garota. Una negra. He tenido mujeres. Pero como esa vez ninguna. -- Dijo el Teniente con una vívida sonrisa desde la oscuridad, que no dejó de ser notada por el capitán.

--Ey. Ey. Cuidado con lo que dices. -- Dijo la voz del capitán, cambiando inmediatamente el tono por uno más duro --Voy a asumir que no escuche eso.

El teniente guardó silencio. Había llegado demasiado lejos con su añoranza.Las leyes raciales impedían el contacto con una raza inferior. Prefirió obviar la conversación.

-- Por qué no nos dejamos llegar a Isla Martín?. Es del gobierno de Vichy.-- Propuso inesperadamente el hombre, sin dejar de hacer su tarea y vigilar atentamente el mar.

--Está ocupada por los Unionistas. Buscaremos llegar a las Canarias. Será una visita inocente. -- Dijo tranquilamente el capitán, vigilando también el horizonte..

--Pero ahí están los Unionistas y los Britanicos. Nos bloquearían y nos hundirán sin compasión.-- dijo el teniente alarmado.

--No. No lo harán. No quieren problemas con los hispanos. Tenemos que hundir un tanquero grande. Siguen indiferentes, a pesar de nuestros castigos, continúan llevando petróleo a la Union. Debemos hundir uno grande. ---Término enfáticamente diciendo el capitán para todos.

IV

El presidente escuchó en silencio los alegatos del embajador de la union.

Ofrecían vender simbólicamente dos corbetas usadas, pero con un overhaul completo, 4 aviones de patrullaje Catalina y 5 Mustang P-37. Nuevos paquetes, serían los únicos en América Latina. Con eso equilibraran la superioridad aérea de Nueva Granada, quienes con los AT6 Meteor estaban insoportables. El presidente no se hizo ilusiones. Si le daban el veneno a él, a los otros les daban el antídoto y viceversa. También ofrecían el entrenamiento completo para los oficiales.

Amor, Desamor y Volver a EmpezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora