5- Eres muy amargo

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Con un quejido somnoliento Jeno se estiró bajo el montón de sábanas de la cama, se irguió un poco para sentarse, pero unos brazos lo rodearon por el torso y lo volvieron a acostar sobre la cama, haciendo que se le pasara el resto de sueño que quedaba de golpe, corrio ese abrazo y se levanto rapidamente.

Al principio se sintió confundido y se preguntó quién era ese omega con aroma tan dulce que se frotaba el sueño de los ojos con un puchero adorable, luego recordo lo que habia pasado la noche anterior.

— Yo... ¿No estaba durmiendo en el suelo? —preguntó Jeno, aunque fue más para sí mismo.

Renjun se acomodó en la cama para sentarse con la espalda contra la pared, y le dedicó una sonrisa caprichosa, parecia un niño que habia conseguido lo que quería.

— En la madrugada no podía dormir, y te pedí que vengas a la cama conmigo, a demás... A mi lobo le gusta acurrucarse— dijo, y el rubor en las mejillas del omega hizo que el rostro de Jeno se sintiera caliente.

Sin decir nada, el menor se frotó el rostro y salió del cuarto para ir a la cocina, dispuesto a evitar cualquier conversacion y hacer su desayuno, no había terminado de hacer su café que Renjun ya lo estaba mirando desde el umbral con ojos hambrientos.

Jeno al verlo lo primero que pensó fue en mandarlo a la mierda y que no le prepararía el desayuno, tenía suficiente conque el chico se quedara en su casa y tenga que usar su ropa, pero al abrir la boca, las palabras que surgieron fueron totalmente diferentes:

— ¿Qué quieres comer?

Renjun sonrió complacido, sus ojitos de perrito siempte funcionaban.

— ¿Te molestaría que hiciera mí desayuno yo mismo?

A Jeno le gusto esa actitud y sonrio con aprobacion.

Tiempo atrás había estado en una relación con una omega, y la chica era tan inutil y poco independiente que sacaba de quicio a Jeno, ya que para todo quería que la ayudaran. Luego de eso creía que todos los omegas eran iguales, después de todo, su instinto era depender de un alfa.

— ¿Puedo? — la pregunta de Renjun hizo que Jeno reaccionara, moviendo la cabeza para despejarse.

—Si, si— dijo —. Solo no rompas nada.

Minutos después, cuando Jeno ya tenía su café y un paquete con algunas galletas, se sentó en la mesa para disfrutar de su típico desayuno.

Vió a Renjun buscar en la alacena hasta encontrar pan, asi que se preparo unas tostadas, luego siguio buscando algo más, hasta que finalmente preguntó:

— ¿No tienes chocolatada?

Jeno rió con un poco de ternura.

— Niño, gasto mí presupuesto en café, es lo único que me mantiene con vida. No gasto en chocolatada porque no me sirve.

Vió a Renjun mirándolo con una mueca de disgusto.

— Creo que eres muy amargo, te hace falta chocolatada.

Jeno sólo rodó los ojos, mientras que Renjun se resignaba a hacerse un café también.

A los pocos minutos Renjun había terminado de hacer su desayuno y se había acomodado en la mesa para comerlo, pero en cuanto se sentó, Jeno se levantó sin decir nada y volvió al cuarto.

La seriedad del chico rubio hizo que Renjun se preguntara si al otro le molestaba su presencia allí, su mente empezo a hcaer miles de escenarios, como que jeno estaba preparando algo de abrigo para él, para darselo y echarlo de su departamento, o quizas, estaba haciendo tiempo para llamar a la policia y que a él lo vengan a buscar para llevarselo de regreso a su vieja rutina.

Delta [noren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora