Extraños conocidos

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El desayuno fue tenso. El día anterior habia tenido lugar una guerra civil de dimensiones estratosféricas, la noche de la fiesta Diana habia llegado tarde, dos horas tarde exactamente, y seguramente pensó que nadie se daría cuenta, hasta que al día siguiente me desperté con el delicioso sonido de gritos, berrinches, mas gritos y palabras ahogadas entre sollozos.

Podría haber sido un buen día si no me hubiese salpicado a mi. Mi madre, seguramente llevada por la frustración y los pequeños comentarios de mi maldita hermana, entró en mi habitación como una estampida para exigirme explicaciones del por qué no me había llevado a Diana cuando me fui de la fiesta. No sé por qué puso el grito en el cielo cuando le comenté que ella estaba demasiado ocupada comiendole la boca a su novio en medio de toda la fiesta. Aunque no era del todo cierto necesitaba volver a pasarle la pelota a mi hermana de alguna manera.
Diana estalló en cólera, cosa muy graciosa en ella ya que apenas me llegaba por la barbilla. Sus orejas se pusieron rojas como un tomate mientras me gritaba y lo salpicaba todo de saliva. Cuando se lo comenté mi madre tuvo que cogerla del brazo para que no me atacara como un pequeño chihuahua cabreado.

La cosa no terminó ahí, siguió a lo largo de toda la mañana, la tarde y la noche. El momento mas álgido fue cuando de forma inofensiva informé que había tenido que ir la policía, nunca sabré quien de las dos gritaba mas, disimuladamente cogí una silla, me recoste en ella y disfruté del espectáculo. Cuando todo se calmó llegó el momento de imponer castigos.
Le ofrecí a mi hermana un bloc de notas y un bolígrafo, casi acierta cuando lo lanzó hacía mi cabeza.
Y tal y como suponía al final tuvo que recogerlo y apuntar la larga lista que mi madre iba recitando sin dejar paso a ningun tipo de negociación.

Mi sonrisa se esfumó de mi cara y por primera vez en todo el día apareció la de mi hermana cuando mi madre paso a mis castigos, no sirvió de nada decirle que yo habia sido la que a pesar de no tener hora de vuelta habia llegado relativamente pronto.
Me hizo caso omiso, tenía que llevar y traer a mi hermana todos los dias del instituto a casa, le daba igual si era andando o en moto. Cuando ella trabajase debia vigilarla y quedarme en casa con Diana, las visitas de sus amigas solo podían durar dos horas y yo tenía que estar pendiente de ello.
Además ambas teniamos que sacar buenas notas éste trimestre si queriamos que fuesen unas bonitas navidades.

Suspiré de alivio, al menos no me había vetado mis salidas.
Mas tarde nos dio a las dos un botecito con tapa amarilla y nos mando a la cama.

Esta mañana las dos le habíamos entregado el botecito lleno.
- Por vuestro bien, mas os vale no haber consumido ninguna droga. Hoy lo llevo a analizar y esta noche tendré los resultados. Creerme cuando os digo que el castigo será difícil de olvidar.

Ambas estabamos visiblemente tranquilas, el consumo de drogas nunca había sido algo que nos llamara la atención, sobre todo gracias a nuestro padre que nos obligaba a ver documentales realmente escabrosos donde miembros amputados, falta de dientes y deterioros varios graficamentes imposibles de describir predominaban en ellos.

La mañana fue relativamente relajada, todo el instituto hablaba de la fiesta, los cotilleos llegaron rápidamente a oidos de Eiden.

- Lea se acostó con Michael, si, es ese chico que va dos cursos por debajo, imaginate la loteria que le a tocado, dicen que les pilló la policía, aunque eso no creo que sea cierto -me contaba mientras a duras penas ingeria su almuerzo entre palabra y palabra- además tambien se rumorea que tu hermana ha roto con su novio, porque este se enrollo con otra animadora...

Ahora entendia por que estaba tan sensible despues de la fiesta, no supe si alegrarme o sentirme decepcionada de no ser yo la causante.

-Erika, ¿como te encuentras?- la voz de James en mi espalda me hizo sentir un relampagueo recorriendo me de arriba a abajo, la imagen de él a punto de besarme me hizo enrojecer levemente, Eiden me miró con los ojos entrecerrados.
- Mejor.- respondí tragando ruidosamente parte del sándwich.
- Me alegro- se sento alegremente a mi lado y paso un brazo por mi cintura antes de plantarme un beso en la mejilla dejandome totalmente anonada, Eiden abrió su boca de par en par y un trozo de manzana regresó a la bandeja levemente mordisqueado .- estoy intentando mover los hilos para averiguar quien metio la droga en tu bebida, quien quiera que haya sido no se librará facilmente, lo juro.

Droga...

-¡Mierda! - exclamé, me levanté bruscamente de la silla y miré a Eiden con apremio.
-¿Qué?- me preguntó confuso, James se levantó también mirándome con las cejas levantadas e interrogandome con la mirada.
- Mi madre, nos va a hacer una prueba antidrogas- farfullé llevandome las manos en la cabeza, que idiota habia sido.

Durante la clase de arte Eiden y yo estuvimos buscando y planeando millones de posibles excusas para que mi madre no me ejecutara con una guillotina cuando tuviese los resultados en su poder. Pero ninguna era del todo convincente.
- ¿ Y si le dices que estabas tomando pastillas para la tos?- preguntó esperanzado Eiden
- Eiden, es una prueba de drogas, no de dopaje, saldrá que es lo que he tomado.- repuse con cierto dolor de cabeza. El lienzo donde estaba dibujando cada vez estaba mas agujereado de tanto apretar con el carboncillo. Suspiré pesarosa, el fin estaba cerca. Podía olvidarme de salir, de ver a Eiden, incluso de volver al instituto, seguramente mi madre me llevaría a un internado. Y por supuesto olvidarme de... ¿James? No tenia claro que pasaba entre nosotros, me habia intentado besar, si, pero eso no queria decir que sintiese nada por mi ¿no? Ni siquiera sabia que sentia yo para ser sinceros.
El resto de clases fueron pasando como en un sueño, sentia una presión en el pecho lo suficientemente fuerte como para hacerme encontrar mareada y angustiada. Cuando sonó el timbre anunciando el final de las clases algo dentro de mí me hizo encojerme y temblar.
-¡Erika! - una voz estridente me hizo chirriar los dientes. Me giré lentamente, en el pasillo apenas habían ya estudiantes, pude sentir como Eiden apretaba los puños, molesto como yo de aquella voz tan reconocible.
Y allí estaba Lea, con una blusa rosa palo y unos ajustados jeans de marca, sus enormes tacones resonaban multiplicando su sonido.
- Lo que me faltaba- susurré entre dientes.
- Hola, cielo- Espera, ¿Qué?- me he enterado de lo que pasó en mi fiesta, se que empezamos con mal pié así que quiero ondear mi banderita blanca- mi boca se desencajó, esperaba que fuese un sueño, un mal sueño a decir verdad. Vi como cogía aire de forma dramatica.- Mi padre es el dueño del Western Hospital donde trabaja tu madre, así que he hecho un par de llamadas, ya no tienes que preocuparte de ningun test de droga.

No supe que responder, algo olía a chamusquina, mejor dicho, olía a carbonizado. Lea pidiendome perdón, no solo eso, si no que además me hacia un favor... Miré a Eiden, sus cejas casi tocaban el principio de su pelo, sus ojos parecía que iban a salirse de sus órbitas, me devolvio la mirada encogiéndose de hombros.
-Yo...-empecé a decir.
-Oh, no me tienes que dar las gracias Eri, es lo que hacemos las amigas.

Dicho esto dio media vuelta lanzandonos un beso a cada uno mientras se alejaba a paso resuelto. Eri, me habia llamado Eri.
-No entiendo nada- dijo Eiden mas para si mismo que para mí.
- Yo tampoco- farfullé.
- De nada, preciosa- una voz a mis espaldas me hizo sobresaltarme, James pasó su brazo por mis hombros y me besó en lo alto de mi cabeza.
- ¿Tu se lo has contado? -pregunté obviando el beso y su brazo que ahora se deslizaba hasta llegar a mi cintura.
- Te dije que yo me encargaría de todo.- respondió con una sonrisa.
Vi a Diana acercándose a nosotros levemente cabreada, su ceño se acentuó cuando nos vio a James y a mí tan cerca.
-¿Nos vamos?- me preguntó sin ni siquiera detenerse.

De camino a casa Eiden estuvo haciendo comentarios banales sobre el tiempo, se notaba que se sentia incómodo con la presencia de mi hermana, James nos había despedido nada más salir, Ángel estaba apoyado en el capó de un mercedes, un hombre vestido con smoking y corbata estaba en su interior de piloto, cuando me miró sentí un estremecedor escalofrío, esos ojos grises se clavaron en mi como una puñalada.

- Por cierto, ¿recuerdas el asesinato de Clarie Cambrige?- dijo Eiden de pronto, Diana por primera vez en todo el trayecto puso atención en la conversación. Asenti con la cabeza, preocupada por lo que podía salir por esa boca.- Pues bien, yo... Creo que he encontrado algo verdaderamente extraño.

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⏰ Última actualización: Aug 25, 2015 ⏰

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