La victoria de perder

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Canté mentalmente mientras me dirigía a mi casa, la noche caía de forma casi inexorable y las farolas apenas iluminaban las calles, un escalofrío recorrió mi espalda. Me mordí el labio inferior, no podía evitar sentirme algo molesta, había conseguido el trabajo despues de visitar tres bares más. Y podía jurar que si no hubiese sido por Eiden no estaría agarrando con mi mano derecha un contrato de trabajo.

No creía que valiese para trabajar en un sitio así, odiaba tener una sonrisa permanente en la boca, era algo que no iba conmigo, pero ¿a quién le importaba eso? A mi madre seguro que no, y a mi hermana menos.

Busqué las llaves en los bolsillos de mi chaqueta.

- Mierda, mierda, mierda, mierda- susurré buscando con mas desesperación en todos los bolsillos varias veces obteniendo el mismo resultado inicial.

Cogí aire antes de tocar la puerta, aunque pareciese que dramatizaba por unas simples llaves la realidad era algo mas compleja, mi madre odiaba que alguien tocase la puerta, nos había dado las copias de las llaves a mí y a mi hermana desde que teniamos once años, y cada vez que se nos olvidaban las llaves o las perdiamos podíamos comprobar el verdadero monstruo que llevaba dentro, una mezcla de gritos incoherentes y espumarrajos en la comisura de su boca. Bueno, tal vez exagerase un poco, pero seguía siendo un episodio traumatico que era preferible evitar.

La puerta se abrió dejando pasar un rayo de la luz interior que casi me ciega, a pesar de estar a contraluz pude apreciar que esa silueta oscura pertenecia a Diana, suspiré aliviada, tal vez mi madre aun no había llegado.

- Oh, mira quién a llegado- comentó Diana a alguien al que no podía ver. La miré con una ceja levantada sin mediar palabra.

Me dirigí a la cocina y deje el contrato encima de la encimera, luego cogí el telefono y me dispuse a marcar el telefono de Eiden que tenia apuntado en la muñeca, él había insistido en acompañarme a casa pero al final, gracias a mi cabezoneria, habíamos llegado al acuerdo de que le llamaria al llegar a casa.

Al segundo timbrazo descolgó el teléfono realmente reconfortado.

- Vaya, has llegado sana y salva- dijo con voz aguda.

- ¿Acaso lo dudabas? -dije riendo entre dientes.

- Por supuesto que no, era una afirmación a algo evidente...- mi boca se desencajo, delante de mí se encontraba Angel, sonriendo burlonamente apoyado en la puerta de la cocina, mirandome fijamente.

-¿Erika?- Eiden seguía al otro lado del teléfono, había hecho una pregunta que ni siquiera escuché.- ¿Estas ahí? ¿Erika?

- Eh... Si- acerté a decir- luego te llamo, Eiden.- le dije colgando antes de oir la respuesta.

- Vaya, ¿quien es Eiden?- preguntó Angel con una risa- ¿Tu novio?

- Eso no te incumbe- le dije ya repuesta de mi sorpresa- ¿Se puede saber que haces aun en mi casa? Ese es un tema que me interesa mas.

- Mmm- comentó pensativo- Puedes preguntarselo a tu madre, por ejemplo.

- O puedes responderme tu antes de que te eche a patadas de mi casa- recalqué el "mi".

Soltó una carcajada que formó unos hoyuelos en sus mejillas.

- Bueno, no quiero cabrear a la cabeza de la familia- dijo divertido- verás, mis padres conocen a tus padres desde hace muchos años, creo que Madison cuidó de mí cuando era muy pequeño en un hospital de tu antigua ciudad donde mi familia y yo estabamos de vacaciones, a partir de ahí nuestros padres se hicieron amigos y cada año quedaban para hacer una acampada solo de adultos, y bueno... -su rostro se volvio serio de repente- fueron al funeral de tu padre, yo no lo conocía personalmente pero afectó mucho a mis padres.

Me quedé muda, controlé una risa histerica que amenazaba con explotar en cualquier momento. No entendia nada, estaba desorientada y algo confusa, el mundo era tan pequeño...

- Erika, cariño- mi madre apareció de la nada sonriendo de oreja a oreja- mira quien está aquí- dijo señalando hacia nuestro comedor.

Aun aturdida caminé hacia allí pasando por el lado de Angel que me miraba curioso y divertido, pude oler su fragancia, aspiré con fuerza y entré en el comedor. No pude evitar abrir la boca.

- ¡Erika! Cuanto tiempo sin verte, has crecido mucho.- La familia Henrich estaba allí, siempre había creido que era una pareja sin hijos, ya que nunca habian hablado de ello, el señor Henrich era un gran hombre de negocios, alto, delgado y serio, al contrario que su mujer, Sofí pequeña, algo robusta y muy risueña, que ahora mismo estaba entre mis brazos mientras mis ojos se dirigían a unos ojos azules que me miraban igual de desorientados.

- Oh, mi niña- dijo Sofí arreglandome el pelo mientras el señor Henrich me daba un firme apretón de manos con lo que podriamos catalogar de sonrisa- creo que nunca te he presentado a mis hijos- siguió hablando- mira, este es Angel- dijo señalando al aludido que reía por lo bajo- y este es James- el "dios" como Eiden le había bautizado se levantó cortésmente y besó rapidamente mis dos mejillas dejandolas enrojecidas, mientras farfullaba algo parecido a un "encantado".

Y allí me quedé, sin saber muy bien que hacer mientras mi madre y los Henrich se ponian al dia y Diana intentaba coquetear con James que parecia mas interesado en la pecera que teniamos llena de peces de plastico (por el tema de que no necesitaban ningun tipo de atención y de que si no te fijabas mucho ni se notaba).

Angel llamó mi atención para decirme por señas que saliese afuera.

-No podía aguantarlo más- dijo mas para él que para mí.

Asentí con un rapido movimiento de cabeza.

- Todo esto no significa que vayamos a ser amigos ¿Sabes?- le comenté frunciendo el ceño, molesta de nuevo, otra vez me habían dejado en segundo plano, de nuevo era la unica que no entendia nada.- ¿lo de instalar el wifi era verdad? ¿o era otra estupida patraña?

-¿Que?-preguntó extrañado y con un atisbo de disgusto en sus ojos.- No tenia ni idea de que tu madre era Madison si es a eso a lo que te refieres. Cuando ha llegado del trabajo me ha reconocido y he llamado a mis padres para que viniesen a visitarla.

- Claro, por supuesto, todo son coincidencias, que estupida soy, realmente no se porque sigo aqui hablando contigo, podríais entre todos idear una nueva estrategia para volverme loca, desquiciada y así deshaceros de mí en un...

-¡ Por favor! ¡Callaté! -gritó acercandose a mi y sacudiendome suavemente de los hombros- No se de que estas hablando pero en una cosa tienes razón, vas a volverte loca y me vas a volver loco a mi ¿Que cojones te pasa? ¿A que viene ese drama?

- No quiero hablar de ello- murmure aguantando las lagrimas de impotencia que amenazaban con salir. - Dile a mi madre que no me encontraba bien, saluda a tus padres de mi parte.

Caminé (o mas bien casi corrí) hacía las escaleras y las subí de dos en dos sin mirar hacia atras, no se si Angel volveria a dirigirme la palabra pero ¿que mas me daba? apenas le conocia, él no era nada para mi. Cerre la puerta de mi habitación con suavidad y me senté en el borde de la cama. Oculté mi rostro entre mis manos e intente pensar en la canción que había cantado en mi cabeza antes de llegar a casa, necesitaba estar en ese mismo estado de ánimo, y poder procesar así lo ocurrido. Cogí el móvil y en mi duerme vela envié un mensaje a Eiden dándole las buenas noches y explicandole parte de lo que habia pasado, algo que me ayudo a aceptarlo. Me dormí antes de que su respuesta llegase.

No sueñes conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora