Capítulo 3

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Capítulo 3


Apoyada en una de las esquinas de ese extraño lugar no pude evitar recordar las palabras escritas en un libro desgastado que amaba leer en la aldea cada que podía, hablaba de la manera que construían los castillos y ciudades de las altas casas, tardaban años, pero decían que eran tan perfectos que daba un enorme placer solo comentarlo. Jamás pude siquiera imaginarlos, aunque tampoco era que pensara mucho en eso, sin embargo, caí en cuenta que en este momento me encontraba en uno, claramente era esa parte no tan perfecta ni tan satisfactoria, la de los calabozos. Porque estas paredes tan frías y poco cómodas no eran para nada iguales a como lo detallaban en el papel.

Ahora estaba sola y a la espera, ya no tenía ganas de llorar, mis ojos parecían haberse secado. Sólo era capaz de observar a la nada, a la oscuridad absoluta que me acompañaba. Pensando en mi madre, en Louise y en lo culpable que de seguro se sentía.

Estaba en una celda oscura y maloliente, una diminuta ventana era lo que me dejaba ver que ya el sol estaba puesto a las afuera. Las paredes rocosas y el piso disparejo, acompañado del olor a orine mezclado con humedad, me hizo pensar en la cantidad de personas que habían estado ahí antes de mi llegada, quizás; asesinos, ladrones, inocentes, toda clase de personas. Mirando, al igual que yo, un punto fijo mientras esperaba que todo pasara rápidamente, y sí que era la peor tortura, el saber que va a ocurrir algo que terminaría con tu existencia, pero no saber cuándo ni cómo, eso era lo más tormentoso.

Los pensamientos o son los mejores amigos de una persona o son las mejores opciones de automaltrato que existe, y yo al parecer estaba bien haciéndome tal daño, pero ya no podía parar.
Mi madre, la manera que había gritado con desespero al ser incapaz de hacer nada. Seguramente se encontraba destrozada, llorando sin saber cómo seguir.

Una pregunta viajó a mi mente ¿Cuál sería el total de doncellas qué había matado ese cruel ser autoproclamado rey? Porque ahora no había duda de que los "cuentos" eran ciertos y que todas las capturadas definitivamente estaban muertas.
Igual no había manera de saberlo, nunca antes habíamos escuchado algo sobre ello ya que mi madre repetía con insistencia que era rumores. Sí tan solo hubiera sido sincera quizás nada de esto nos estaría pasando. No quería culparla, pero el sentimiento era más fuerte.

Moriría pronto, que más daba. Era la única respuesta que tenía, la única que tenía sentido para mí en ese momento. Desde hacía años Braulio se pasó su vida contando como las doncellas capturadas en contra de su voluntad, eran abusadas, y luego, cuando ya el dolor y la vergüenza habían acabado con ellas, él terminaba acabando con sus vidas.
El rey Adonis Baysrhel. Conocía su nombre gracias a el viejo Braulio, cada cosa que decía ahora me parecía más real y lamentaba enormemente no haberle dado la atención que merecía. Esa bestia, el cual se veía tan joven para la edad que decían que tenía, y físicamente una obra de arte ante mis ojos, ojos de humanos. Su rostro era tan cautivador que a simple vista parecía incapaz de lastimar a nadie. Lo había observado por menos de un minuto, yo entre lágrimas y pánico, en medio de todo eso, ilusamente creí notar algo que rápidamente se desvaneció, él, la bestia de las bestias, en medio de su cautivadora belleza, creí que quizás podía ser un hombre diferente a las habladurías. Claro que ese pensamiento se había desvanecido en un instante porque ese hombre era totalmente como lo describían, solo que nunca se pararon a detallar sus ojos azules y el rostro esculpido. Atractivo, muy atractivo, quizás era así como podía llamar a sus víctimas con más facilidad.

¿Cómo alguien tan despiadado podía tener un rostro tan angelical?

Sí, esa era la trampa, claro que lo era. Nadie jamás pensaría que ese hombre el cual vestía con telas tan elegantes y mantenía un rostro tan pulcro había matado a una persona, es más ni a un animal me creería que había llegado a lastimar. Ahí estaba el juego y yo por poco había caído. Moriría sí, pero no me dejaría engañar por él.

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