Capítulo 4
No supe cuánto tiempo pasó, pero el cansancio por todo lo que había atravesado me había ganado la batalla. En esa posición tan incómoda mis ojos se cerraron haciéndome caer en una profunda siesta.
—Mi lady. —la amable voz Menned me despertó, el cuello dolía un poco y los ojos me ardían. —Debemos prepararla dentro de poco servirán el almuerzo. —levanté el rostro, estaba levemente desorientada mirando el lugar con una clara muestra de confusión—. Le traje un poco de fruta. —tenía una bandeja sobre sus manos, bandeja que le arrebaté sin ninguna clase de delicadeza.
Me apresuré a comer, mi estomago rugía y todo me daba vuelta por la falta de alimento. Los ojos de Menned me observaban con algo que no supe como describirlo pero que sinceramente me daba igual averiguarlo.
—Gracias. —dije luego de limpiarme la boca con la palma de mano.
Ella negó sin borrar de su rostro ese extraño gesto con el que me observaba.
—El rey pidió verla, quiere que bajen juntos a la mesa...
Ese comentario me devolvió a la realidad y mi estomago se agitó tan fuerte que estuve a punto de vomitar. No era un mal sueño del cual había despertado, era la realidad y todo dentro de mi comenzó a temblar con un pánico incontrolable. Me consideraba una persona valiente a causa de todo lo que había tenido que pasar, pero todo sería en vano si mi muerte ocurriría a manos del hombre culpable de la vida que me tocó vivir. Porque era cierto, si él no gobernaba como lo hacía las comunidades del bosque no pasaríamos por tantas desdichas, era su culpa, era el único culpable.
—No, no, no...—dije con rapidez viendo cómo la mujer se me acercaba con el rostro realmente preocupado.
Miles de ideas comenzaron a pasarme por la cabeza de forma inmediata en pocos segundos.
—Tranquilícese, por favor, mi señora.
—¡No! —grité repleta de pánico. —¡Aléjate de mí! —me levanté y con pasos rápidos corrí a la puerta. Creí por un momento que la encontraría con seguro, pero para mi sorpresa se abrió con facilidad.
Dos guardias me recibieron afuera, con armaduras y espadas, pasé entre ellos justo cuando creí que me apresarían, pero al contrario hicieron una reverencia en mi dirección que me dejó sumamente confundida. Visualicé una escalera a unos pocos metros, pero me fue imposible no soltar un gritó escalofriante al ver como el hombre que más detestaba subía con pasos apresurados por ahí.
Corrí nuevamente a mi habitación intentando cerrar la puerta con rapidez. El pánico se hacía casa vez más grande en mi interior al haber caído en cuenta donde me encontraba, con quiénes me encontraba y todo en mí se descontroló al notarlo. Si todo lo que Braulio había contado era cierto, en ese momento me encontraba entre bestias, no era una metáfora o una exageración, era una realidad. La puerta causó un fuerte golpe al ser empujada por el dueño de mi pánico absoluto; el rey Adonis. Mi grito se intensificó al verlo acercarse con pasos firmes y rostro totalmente endurecido.
—¿Qué pasa? —su tono era un misterio y al posar sus ojos claros en mí su rostro fue aún peor, en personal su cara era de maldad absoluta en todo momento, pero en ese instante era el triple de lo que recordaba la primera vez. —¡¿Qué es lo que pasa?!
Gritó con dirección a la mujer que se encontraban con rostro confundido cerca de la puerta.
—No lo sé, majestad, yo la encontré así. —su voz comenzó a temblar al ver cómo el rey caminaba en su dirección con pasos apresurados para luego tomarla fuertemente por el cuello y la pegaba a la pared con furia. —señor... lo juro. —la voz de Menned salió en un hilo de voz, le costaba hablar por la presión que estaba ejerciendo.
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Dominio ©
WerewolfEn un mundo donde los licántropos gobiernan siendo los reyes absolutos, insertando temor a todos los débiles sin compasión alguna, marginándolos de lo que ellos creen es la sociedad real y asesinando por gusto. Adonis Baysrhel: el Rey de estas besti...