Teharashi Kei, una chica de secundaria que solo quiere defender a sus compañeras de los delincuentes de la zona, termina envuelta en el mundo de las pandillas de Tokio. Al mismo tiempo, Sano Manjiro, el presidente de la Tokio Manji, termina envuelto...
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Al quitarse el casco las corrientes de viento que bajaban de lo alto de templo desordenaron por completo el cabello azabache y plateado de la joven. Mikey esperó en su lugar a que se acicalara nuevamente, pasando sus manos por la falda del uniforme para darle forma a los pliegues, separando delicadamente su flequillo y los mechones que le estorbaban en las mejillas con sus finos dedos enrojecidos por clima invernal. Estaba hipnotizado. El hechizo se rompió al enfocar la vista en el casco que Kei le extendía. Cierto, le había dicho que se bajara frente al templo y que lo esperara arriba mientras buscaba un lugar para aparcar. De pronto Sano Manjiro aborrecía la reunión que él mismo había convocado, quería regresar a una hora atrás, donde el Mikey del pasado llegaba en su moto, vestido con su mejor uniforme y vendajes para recoger a Kei en su casa y ambos rodaban por la ciudad, ella abrazada a él. "Dios existe", pensó Mikey, al recordar la sensación de los brazos y el torso de la chica apretándose contra él. "Debería manejar sin camisa", su mente divagó todo el camino.
Frente al Templo Musashi un mar de jóvenes en uniforme se agrupaban a la espera de la misteriosa reunión. Mikey pudo ver como Chie y Fusae bajaban de las motos de los hermanos Kawata e iban a encontrarse con su líder. Esa noche habían más caras nuevas de la que se esperaban, el punto de encuentro para las novias de los pandilleros estaba a reventar, más de uno estaba sorprendido de la cantidad de chicas presentes, solo los de la Primera División parecían interactuar con las nuevas invitadas. Al igual que Kei, las chicas iban con el uniforme de la Secundaria Shinjuku.
Un gritó de Draken bastó para que todos se acomodaran en su lugar. Desde arriba Mikey encontró a Kei y sus amigas ubicadas al lado de los capitanes de la Primera División, a pesar de su aparente seriedad y creciente enojo por lo que pasaría en pocos minutos, tuvo que morderse la mejilla para contener la sonrisa tonta que amenazaba con salir, solo de verla allí imitando la pose de respeto que todos su subordinados hacían. Ya le había indicado que debía hacer.
— Teharashi Kei, al frente.
La susodicha emprendió camino arriba llevando consigo las miradas curiosas de todos los presentes. Su cabello otra vez adornado en trenzas que bailaban con cada paso, sobre el uniforme llevaba un suéter de lana azul oscuro y en la espalda el estuche de guitarra. No lo había notado antes pero Kei llevaba pequeños pendientes de cereza. Al llegar a lo más alto de las escaleras se ubicó junto a Draken, siendo recibida solo con un pequeño asentimiento de cabeza.
— De ahora en adelante las Devil Scouts de Shinjuku, al mando de Teharashi Kei, son una subdivisión oficial de Tokyo Manji. Cualquier amenaza contra ellas es una amenaza contra Toman, cualquier problema que tengan con ellas lo tendrán que resolver conmigo ¿Entendido?
¡¡¡ENTENDIDO!!!
El estruendo de cientos de voces la hizo brincar en su lugar, mientras que Mikey y Draken permanecían inmóviles. El cuerpo de Kei cosquilleaba con ganas de girar la cabeza en dirección al Presidente de Toman, su actitud era otra al estar frente a cientos de sus seguidores. Serio, con el ceño fruncido y vociferando con un tono tan profundo que jamás esperó de la misma voz llorona que había escuchado antes. Este era el Invencible Mikey del que había escuchado, no podía creer que lo presenciaba tan de cerca sin poder mirarlo fijamente.
