capítulo 1: producción musical

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"llegaste de repente
y con sólo una mirada,
aunque no dijimos nada,
supe que serías para siempre"

La semana transcurrió tranquila, o todo lo tranquila que una primera semana de clases puede transcurrir.

Pero a veces llega el día en el que te levantas y piensas "hoy va a ser diferente". Y a veces simplemente lo es. Otras vuelve a ser un error creado por tu mente en un intento de hacerte sentir satisfecho ante tu vida monótona y sin sentido.

Después de una semana envuelto en nuevos hábitos, intentando acostumbrarse a las nuevas clases y adaptándose a sus nuevos profesores, Martin realmente pensó (o quizás simplemente le suplicó al universo) que algo iba a cambiar ese día. Y realmente no estaba equivocado, porque algo realmente cambió.

Una buena parte de estar ya en tercero de carrera era que sus clases empezaban bastante entrada la mañana, lo que le permitía disfrutar de sus esperadas horas de sueño, además de su cosa favorita de todo el mundo, el desayuno.

Para ser finales de septiembre, en Madrid aún se respiraba un aire caluroso lo cual le hizo decidir darse una ducha fresca para refrescarse antes de ir a clase. Se encontraba sentado en la pequeña mesa de la cocina, el gran reloj de aguja marcando las nueve y tres minutos, mientras una luz cálida entraba por la ventana, iluminando la estancia y dándole vida a las plantas que tenían decorando la cocina.

La tostada que se había preparado estaba algo dura, por lo que desayunó con más tranquilidad de la que acostumbraba, decidiendo saborear el calor de la mañana. El café que se había preparado reposaba humeante en la encimera mientras daba pequeños sorbos a su ColaCao. Nunca había sido capaz de desayunar solo café, y es que desde que era muy pequeño había tomado la bebida de chocolate cada mañana. Hoy, a sus veinte años de edad, le era imposible abandonar ese dulce hábito.

Su madre entró en la cocina con una sonrisa junto a su hermana María mientras charlaban entre risas sobre alguna anécdota que le estuviese contando la chica. Martin se sorprendió de ver a su hermana allí aquella mañana.

— ¿Qué haces aquí? — preguntó el mayor a su hermana — Pensaba que tenías clase hoy... es jueves, ¿no?

— Si, es jueves — asintió si hermana mientras cogía una manzana del frutero — Pero tengo las pruebas del ballet en dos horas

— ¿¡Son hoy!? — exclamó sorprendido — ¿Cómo estás? ¿Nerviosa? ¿Necesitas algo?

— Estoy bien tranquilo — sonrió dulcemente su hermana — Solo son unas pruebas

— Para el Ballet Nacional Juvenil— le recordó el chico — Estoy muy orgulloso María

— Todos lo estamos — dijo Rebeca dejando un suave beso en la frente de su hija

— Gracias — dijo la menor emocionada con una gran sonrisa— ¿Tú no tienes clase?

— Si, ahora en un rato — dijo el vasco mirando su reloj — De hecho debería irme ya, Ruslana me estará esperando desquiciada en el bus.

— Cuando vuelvas tienes verduras y pescado en la nevera maitia— le recordó su madre — Eric y yo comeremos fuera esperando a que tú hermana acabe las pruebas.

— Vale Ama — le dijo el chico asintiendo a su madre para luego mirar a su hermana y abrir sus brazos para envolver a la chica en un abrazo — Rómpete una pierna hermanita

sparks fly - juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora