capítulo 2: vuelve con ella

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"Oír tu risa me dijo que para siempre iba a perderme
Y de poder encontrarme que fuese en tu sonrisa de perlas marinas"

La noche pasaba lenta. Al menos así lo percibía Martin, con la cabeza algo embotada, sin saber cómo encontrar el foco que había perdido ya hace unos minutos.

Intentaba no pensar pero su mirada estaba fija en algún punto del salón de su amigo, su mente no podía dejar de viajar hasta el momento en el que vio por primera vez aquella cálida sonrisa. Sentía que no podía pensar en cualquier otra cosa que no fuese en los acontecimientos que habían tenido lugar aquella mañana. Aún no le había contado a nadie sobre aquel encuentro, pues realmente había sido como cualquier otro encuentro con algún compañero de clase, nada realmente destacable a mencionar. Pero aún así su corazón le dijo que realmente aquello era diferente, lo cual en cierto modo le asustó y le creó cierta ansiedad que no se despegaba de sus pulmones.

— Martin — le llamó Álvaro, sacándole de su estado de ensoñación— ¿Estás bien? Te veo ido.

— Si perdón, solo estoy cansado — respondió de manera automática, sabiendo cómo Ruslana se le echaría encima como le dijese que ya le había llamado la atención un chico.

Sabía que le diría "Por favor Martin, estamos en la primera semana de clase, no puedes haberte pillado de alguien ya, no puedes enamorarte del primero que aparezca amor", pues la conocía como nadie y su reacción no podría ser otra.

Y a Martin en parte eso le molestaba un poco de su amiga, la capacidad tan rápida que tenía de hacerle saber lo que hacía mal. El sabía que no era para nada intencionado, que lo hacía para protegerle y porque le quería demasiado, porque le había visto romperse muchas veces y no podía permitir que eso volviese a pasar, tenía que protegerle.

Pero Martin necesitaba que su amiga entendiese que no era de cristal, y si lo fuese y se rompiese, las piezas podrían volverse a pegar, ya lo habían hecho antes, por mucho que las grietas aún siguiesen visibles.

No estaba para nada pillado de aquel chico, el vasco lo sabía y era consciente de que eso era bastante improbable. Y aunque no lo estuviese, tenía una ferviente ansia de descubrir más sobre aquella figura de luz que se había interpuesto en su camino de la nada. Todo lo que rodeaba la figura de aquel chico no le provocaba otra cosa que no fuese curiosidad. Quería saber más, su cabeza necesitaba saber más. Le parecía extremadamente interesante e increíble a partes iguales.

Por supuesto ni explicándoselo a su mejor amiga está sería capaz de entenderle, ¿cómo iba a hacerlo?. Claramente le parecería una locura que su mejor amigo, algo ingenuo e inocente a su parecer, quisiese saber más de un chico al que acababa de conocer y con el que tan solo había hablado una hora y media.

Y ya si le contaba que había desarrollado una ligera obsesión con su olor definitivamente la chica sería capaz de firmar los papeles para internarle en un psiquiátrico.

Pero es que aquel olor se había quedado grabado en todos su sentidos. Sabía a café, lo veía de colores rosáceos, se sentía tan suave al tacto como una pluma, oía a dulces melodías cantadas al anochecer, pero sobretodo olía a flores, vainilla y a tabaco.

Martin odiaba el tabaco. Sus padres habían fumado durante muchos años de su vida. Uno de sus peores hábitos si a él le preguntaban. Algo que le había llevado a detestarlo por completo, desde su adolescencia hasta ahora. Jamás había llegado a desear fumarse un cigarrillo, el simple hecho de hacerlo le provocaba arcadas.

Sin embargo, aquel sutil matiz de olor a tabaco en la esencia del chico alto de ojos bonitos que se había sentado a su lado aquella mañana en clase no hacía otra cosa que no fuese volverle completamente loco. Loco hasta el punto en el que rociaría toda su ropa con aquel olor.

sparks fly - juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora