Capitulo 8

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Nunew se apoyó en la puerta de su cabaña viendo a Max y a Tutor volar. Había optado por quedarse en el suelo, por el momento, para pasar tiempo con Zee. Su compañero león estaba trabajando en torno a la casa, cortando y apilando la madera. A Nunew le gustaba ver sus músculos flexibles y su piel suave y bronceada estirada sobre ellos. No podía creer cómo en tan poco tiempo, su actitud había cambiado. Era más libre, más feliz sabiendo y aceptando lo que era, y sin ocultar y fingir que esos sentimientos no había estado ahí toda su vida.

-Aquí, gatito, gatito - dijo una voz desde arriba. -Ven a jugar con nosotros si te atreves.

Nunew frunció el ceño y apretó los puños, pero Zee rodó los ojos y se echó a reír.

-No dejes que te afecte, bebé. Sólo están tomándote el pelo.-- pronunció Zee.

-Están siendo matones - desde el suelo Nunew frunció el ceño a Tutor que había sido el único en hablar. - Lárgate, Tutor.

Tutor hizo una especie de gruñido y sopló una pequeña ráfaga de fuego a nadie en particular. Luego voló alto en el cielo con Max. Nunew se centró en Zee.

-Lo siento. Ellos actúan como si lo aceptaran, pero sé que no lo hacen. Se quieren a sí mismos, y les molesta que te ame.--dijo Nunew

Diversión y alegría brillaba en la mirada de Zee. -Tú me quieres, ¿eh?

Nunew miró hacia otro lado. Se sentía como un niño, sus mejillas quemaban.

-Sí. No voy a mentir.

-¿Y qué sientes al respecto de ellos? - señaló Zee con un gesto de la cabeza.

Nunew suspiró. -No lo sé. No se preocupan por mí.

-Te sorprenderías.

Nunew iba a responder cuando la campana sonó. El miedo se aferró a su pecho. Sabía lo que significaba el sonido, haciendo eco a través de la distancia de las tierras Draken. Ellos estaban bajo ataque.

Nunew se arrancó la camisa de sus hombros y se quitó los zapatos mientras corría.

-¡Quédate aquí! - le gritó a Zee. Cuando estaba desnudo, se movió y elevó en el aire. El viento azotaba su cara, pero Nunew lo ignoró. Bombeó sus alas tan fuerte como pudo, consciente de su deber. Tenía que proteger a su pueblo, a los muchos que no podían defenderse porque no podían cambiar.

Delante de él, Max y Tutor se dirigían ya hacia sus tierras. Cuando llegó a las puertas de su patria, Max y Tutor no estaban a la vista. Lo habían fácilmente pasado. Echó un vistazo al suelo para encontrar las puertas abiertas y rotas colgando de sus bisagras. ¿Qué demonios podía haber hecho eso? No tuvo que preguntárselo por mucho tiempo. Gritos en la ciudad que había delante le llamaron la atención. Sus ojos se abrieron ante la destrucción. La campana no había sonado hacía mucho tiempo para haber sido destruidas tantas casas, muchos edificios estaban demolidos. La gente yacía inmóvil en la calle. Otros lloraban y vagaba como aturdidos. Al principio Nunew no vio ningún signo de un enemigo, pero entonces algo brilló en la luz del sol, con una calidad metálica. La silueta apareció cerca de su antiguo trabajo, el periódico al que había estado pensando en volver, si es que se lo permitían después que había dejado la ciudad sin previo aviso. Hasta ese momento, su tiempo había sido llenado con la atención de sus tres parejas.

Nunew aterrizó y se dirigió a la imagen. Tan cerca que podía distinguir que se trataba de un hombre, pero la persona estaba definitivamente invisible. No, no invisible, camuflajeado. Se mezclaba con su entorno o doblaba la luz por lo que no se veía fácilmente. Nunew no había encontrado a nadie de su clase antes. Entrecerró los ojos, un movimiento involuntario, en un esfuerzo por ver al hombre con más claridad.

Fuego y ColmilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora