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El aire fresco de la tarde se cernía sobre los terrenos de Hogwarts mientras se dirigía hacia la biblioteca, buscando un lugar tranquilo para estudiar. Los pasillos estaban llenos de estudiantes, todos ocupados con sus propias conversaciones y actividades. t/n estaba absorta en sus pensamientos, recordando la interacción de esa mañana con Sunghoon y Ni-ki, cuando un grupo de chicas se interpuso en su camino.

Eran de Ravenclaw, reconocidas por ser un grupo unido y a menudo crítico con los estudiantes de otras casas. Su líder, una chica de pelo oscuro y mirada afilada llamada Shuhua, se adelantó, bloqueándole el paso.

—¿Qué te crees, Slytherin? —dijo con un tono cargado de desprecio—. Crees que porque eres buena en pociones puedes acercarte a Sunghoon. Él no es para alguien como tú.

t/n sintió una ola de enojo subiendo por su pecho. Estaba acostumbrada a lidiar con Ni-ki y sus bromas, pero este ataque era diferente. Shuhua y sus amigas continuaron, riéndose y lanzando comentarios hirientes.

—Es patético, ¿no? Pensar que una serpiente pueda interesarle a alguien como él —añadió otra chica, provocando más risas.

La chica respiró hondo, tratando de mantener la calma. No era del tipo que dejaba que la molestaran sin defenderse. Estaba a punto de responder, lista para darles una lección, cuando una voz firme y fría cortó el aire.

—Son patéticas.

Todos se giraron para ver a Sunghoon caminando hacia ellas, su expresión seria y determinada. Las chicas de Ravenclaw se quedaron boquiabiertas, sorprendidas de verlo intervenir.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Sunghoon, su voz baja pero llena de autoridad—. No voy a permitir que traten a t/n  de esta manera.

Shuhua intentó decir algo, pero Sunghoon la interrumpió.

—Si vuelvo a verlas molestando a alguien, no sólo a ella, se lo diré a la profesora McGonagall. Y créanme, no querrán enfrentar las consecuencias.

Las chicas, ahora pálidas y avergonzadas, murmuraron una disculpa antes de alejarse rápidamente. Sunghoon las siguió con la mirada hasta que estuvieron fuera de vista, luego se volvió hacia t/n.

—¿Estás bien? —preguntó, su voz suavizándose.

Ella asintió, todavía sorprendida por la intervención de Sunghoon.

—Sí, estoy bien. Gracias, Sunghoon.

Sunghoon esbozó una leve sonrisa antes de extender su mano.

—Ven, salgamos de aquí.

La chica tomó su mano sin dudarlo, sintiendo una corriente de emoción recorrer su cuerpo. Mientras caminaban juntos, el toque firme pero gentil de Sunghoon la tranquilizaba. No habló mucho mientras la llevaba hacia uno de los jardines tranquilos del castillo, pero su presencia era suficiente para hacerla sentir segura.

Finalmente, se detuvieron cerca de una fuente, donde el sonido del agua burbujeante proporcionaba un fondo relajante. Sunghoon soltó su mano, pero se quedó cerca, observándola con preocupación.

—Lo siento por eso. No deberían haberte tratado así —dijo con sinceridad.

Ella sacudió la cabeza.

—No es tu culpa. Es sólo que... algunas personas pueden ser muy crueles.

Sunghoon asintió, comprendiendo.

—Bueno, no dejaré que te molesten de nuevo. Y si alguna vez necesitas ayuda, estaré ahí.

Ella lo miró, agradecida y un poco conmovida por su determinación. Había algo en la forma en que Sunghoon se comportaba, una mezcla de timidez y fuerza, que le resultaba increíblemente atractivo.

Hechizos [Ni-ki y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora