CAPÍTULO 3 SI EMPIEZA MAL...

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Querido diario... tengo que confesar que tengo una vida de mierda. Gracias.

1. Todo empezó mal en este día, primero el bus se pasó mi paradero y tuve que correr para llegar al instituto.

2. Tuve la mala fortuna de chocar con alguien capaz de pasarme como trapeador.

3. Llegue tarde al salón y el maldito viejo de economía me boto a patadas, para que vaya a dirección.

4. No llegue a dirección por que había un chico siendo acosado y como buen samaritano que soy, intente ayudarlo pero terminé cagandola más.

5. Tuvimos que escapar de los abusivos, pero cuando observe bien al chico, había sido la persona que casi trapea conmigo, ahora somos "reconocidos, él más que yo" entre todos los alumnos, por una publicación en la página maldita de chismes.

Conclusión: estamos cagados durante toda nuestra vida estudiantil.

Borro lo que escribí, y no pasa más de 10 segundos que me arrepiento, y vuelvo a rescribirlo tal cuál estaba, qué mejor cosa nos define que la palabra "estamos cagados".

Suspiro pesadamente y cierro el libro que tenía sobre el escritorio, lo regreso a un estante y lo dejo ahí hasta Dios sabe cuando.

No soy mucho de escribir en un diario, pero esto ameritaba hacerlo.

Dejo caer mi cuerpo sobre mi cama, provocando que un suspiro se escape de mis labios, acomodo mis manos sobre mi cabeza y aunque busqué algún punto en específico en la pared, no lo encuentro, mi mirada queda perdida, y solo puedo pensar que hoy fue un día demasiado largo.

El cansancio hace presencia en mi, y comienzo a cerrar lentamente los ojos, todo se vuelve oscuro.

Siento como si mi cuerpo estuviera flotando, intento pisar alguna superficie sólida pero al no poder sentir nada de eso, caigo, despertándome rápidamente de mi adormecimiento.

Me compongo sobre la cama, tratando de regular mi respiración.

Cuando siento que ya todo está bien y solo fue un simple susto, me sobresalto nuevamente por el repentino toque de la puerta, sacando casi un chillido del susto.

— Owen, baja a cenar — escucho la voz de mi madre del otro lado de la puerta, y no puedo estar más tranquilo al saber que solo es ella y no algún tipo de espíritu chocarrero.

Me levanto de la cama, al buscar mis sandalias siempre tengo el mismo problema, que se pierden dentro la habitación o normalmente terminan bajo la cama.

Así que me asomo bajo esta y cuando la veo al fondo, no me queda otra más que ingresar dentro.

— Tu Papá está por llegar. — la repentina confesión de mi madre, provoca que levante mi cabeza del asombro, por consecuencia, golpeo mi cabeza contra la maldita cama. 

Si no fuera porque la habitación estaba en silencio, no hubiera escuchado perfectamente su oración

Sin duda juntar las palabras, "Papá, llegar y casa" en una misma oración, me hacían sentir ansioso... demasiado para mi gusto.

Solo alcanzó a decir a mi madre "voy en seguida".

Papá siempre ha sido alguien de pocas palabras, o aveces muy serio con las personas de su alrededor, uno pensaría que así se volvió por el trabajo.

Pero no es solo por eso, creo yo que ya era así desde hace mucho tiempo, y aunque tuvo una familia, no lo hizo cambiar de actitud. Ni siquiera mamá.

Acomodo mis sandalias y bajo a la cocina para ayudar a mamá en alguna cosa que necesite.

COLISIÓN DE DESTINOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora