Capitulo 18

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-Hola, guapa. ¿Qué tal?- Preguntó Yoko al otro lado de la línea.
-Bien, me he venido de compras con Sam que estaba un poco de bajón.- Le contestó Faye que no pudo ocultar la sonrisa al ver la llamada de la castaña a la hora de comer.- ¿Qué tal tú?
-Yo muy bien, he tenido una mañana bastante tranquila y ahora he salido a comer algo.- Contestó con su tono más agradable.
-¿A qué hora vuelves?- Preguntó Faye que miraba como su hermana ponía los ojos en blanco mientras repetía la palabra cursis en voz baja.
-A eso de las cinco estoy allí, primero paso por mi casa a ducharme.- Dijo la doctora dando un bocado a su bocadillo.
-Puedes venir a ducharte en mi casa.- Murmuró Faye intentando que Sam no la escuchase pero sin éxito.
-¿Te incluyes en la invitación?- Preguntó en tono coqueto la castaña.
-Tal vez sí.- Contestó Faye bebiendo un poco de vino que le acababan de servir.
-Entonces nos vemos esta tarde.- Dijo Yoko en tono pícaro deseando que llegase la hora de terminar de trabajar.
-Claro, primero pasaré a por Sunny pero a las cinco estoy allí.
-Te quiero, nos vemos más tarde.- Dijo Yoko con una gran sonrisa en su cara.
-Yo también.- Contestó Faye colgando el teléfono.
-Cursis.- Dijo Sam ahora en voz alta mirando a Faye.
-Tonta.- Contestó Faye.- Gracias.- Le dijo al camarero que le había servido su plato.
-Me iré para casa después de comer.- Dijo Sam cuando el hombre se había alejado de la mesa.
-No molestas, Sam. Puedes quedarte todo lo que quieras.- Faye.
-Lo sé, pero tengo que preparar algunas cosas para mañana la universidad además de que mama debe estar echando chispas por estar todo el día fuera.- Dijo Sam y Faye no pudo más que darle la razón. Malee había llamado más de cinco veces a cada una de sus hijas antes de que se despertasen y no había parado hasta hacía una hora cuando la habían llamado.
-Mama sólo quiere lo mejor para nosotras.- Dijo entonces Faye.
-Venga, ayer no pensabas eso.- Soltó en tono de broma la pelirroja.- Ayer casi la matas...
-Estaba molesta pero al final le sirvió para arreglar cosas y que todo fuese como debería.- Aseguró entonces Faye comiendo un poco más.
-¿Cómo debería? Salió mejor que eso. Mama no sólo acepta a Yoko sino que casi se lleva bien con ella.- Dijo entonces la pelirroja comiendo también.
El resto de la comida pasó tranquila, Faye estaba poniendo al día a Sam sobre la empresa y su trabajo. La pelirroja no estaba muy interesada en la empresa pero sabía que debía empezar a trabajar un poco.
-Ya me voy, Faa.- Dijo entonces Sam levantándose de la mesa después de haber tomado el postre y el café.
-Vale, avísame cuando llegues.- Habló entonces Faye levantándose también.- nos vemos mañana en la oficina.
-Gracias por la comida.- Habló entonces la pelirroja pidiendo un taxi.
Faye se marchó directamente hacía el veterinario para poder recoger a Sunny y después pasar por la pastelería favorita de Yoko para comprarle uno de esos pasteles que tanto adoraba comer después de una jornada intensa de trabajo. Esa rutina se había instaurado entre ambas desde que Yoko había pasado esos días tan malos en el hospital.
Yoko había llegado a las cinco en punto a la casa de Faye, hacía unos días que habían intercambiado las llaves para no tener que esperar a la otra en la calle. Faye le había mandado un mensaje para avisarla de que llegaría unos minutos tarde debido a que el alta de Sunny se había retrasado.
Al llegar a la casa dejó los cafés que había comprado en la cocina y se dirigió a la ducha para cambiarse de ropa y esperar a la morena. Antes de salir de la ducha escuchó los ladridos contentos de Sunny en el pasillo lo que hizo que una sonrisa naciese en sus labios.
-¿Yoko?- Preguntó Faye llamándola desde su dormitorio.
-En la ducha.- Gritó para que la escuchase por encima de la música.
-Tengo la merienda lista.- Dijo Faye cambiándose ella también para estar cómoda.
-Yo traje el café, ya salgo.- Gritó entonces Yoko apagando el agua.
-No hay prisa, voy a calentar los cafés y pongo una película.- Dijo Faye ya con su cómodo pijama puesto.
Yoko salió de la ducha también con uno de sus pijamas puestos mientras que Faye estaba en la cocina poniéndolo todo en la bandeja. La doctora se encontró con una alegre Sunny mirando y siguiéndola hacía donde iba.
-Hola, pequeño.- Dijo agachándose para poder acariciarlo.- ¿Ya estas bueno?- Preguntó levantándose para ir a donde estaba la morena.- Hola.- Murmuró pasando sus brazos por las caderas de Faye para pegarse a ella y darle un beso en el cuello.
-Hola, ¿Cómo estás?- Preguntó notando el calor que desprendía el cuerpo de la castaña al lado del suyo.
-Ahora bien, la tarde se complicó un poco pero por suerte se solucionó rápido.- Le contó brevemente para después girarla en sus brazos y poder mirarla a los ojos.
-Me alegro.- Murmuró Faye dejando que sus labios se pegase a los de la castaña.- ¿Vamos a la sala?- Preguntó la morena en tono suave.
-¿Podemos ir al dormitorio?- Preguntó Yoko.- Estoy cansada y en la cama estoy mejor.- Dijo entonces la doctora para explicarse.
-Vamos.- Dijo Faye cogiendo la bandeja.
-Voy a darle una chuche a este pequeño.- Dijo Yoko mirando como Faye sonreía y se dirigía al dormitorio.- Toma, amigo.-Le dijo al perro que lo cogió con gusto para después seguirla hacía el dormitorio.
-¿Qué quieres ver?- Preguntó señalando la televisión que había sacado de detrás de la estantería y que se encontraba enfrente de su cama.
-Lo que tú quieras, tú mandas.- Dijo entonces Yoko dejándose caer en la cama poniendo después una manta para que el perro se pudiese subir en ella.- Arriba.- Le dijo y este obedeció.
-¿V de Vendetta?- Preguntó Faye señalando la película.
-Me parece bien.- Murmuró la castaña poniendo los cojines a su espalda para estar más cómoda.
Faye puso la película y cerró las cortinas para que no se viesen los brillos sobre la pantalla para después colocarse al lado de castaña que estaba cómoda. Esa rutina era la que ambas deseaban al acabar el día.
Llegamos a pensar que la monotonía acaba con las relaciones y que acaba cansando a las personas pero para ellas era un momento de relajación en sus cansadas y ajetreadas vidas, no por eso dejaban de lado las sorpresas y las actividades imprevistas que salían de su rutina, simplemente apreciaban tener la calma de tumbarse juntas, con algo de comer, una buena película y sobre todo con la compañía pues esa era la base para que todo fuese único y especial.
-¿Qué te dijo la veterinaria?- Preguntó Yoko cogiendo un trozo de pastel para llevárselo a la boca.
-Está mucho mejor, simplemente hay que evitar que coma demasiado.- Dijo entonces Faye mirando a Sunny totalmente relajado delante de ellas.
-Me alegro, no sé qué haría si le pasase algo a este pequeño.- Habló y noto como él se giraba para mirar a la castaña sabiendo que hablaba de él.
-Por suerte está bien.- Murmuró Faye dándole un beso a Yoko en la comisura de los labios para limpiar un poco de chocolate que allí tenía.
-Gracias por todo esto.- Dijo señalando la bandeja que tenían delante.
-No tienes que darlas.- Habló entonces Faye cogiendo su café.
-¿Qué tal esta tu hermana?- Preguntó Yoko que no estaba prestando demasiada atención a la película.
-Ha terminado con el chico con el que estaba saliendo.- Contestó y vio que Yoko giraba la cabeza para mirarla sin entender nada.
-¿Estaba saliendo con alguien?- Preguntó Yoko.
-Eso mismo le he preguntado yo, al parecer no era nada serio pero el tipo se porto bastante mal con ella. Se fue mucho mejor de todas maneras mañana en la oficina veré que tal sigue.- Dijo Faye cogiendo un bocado del pastel que Yoko tenía en la mano.
-Me alegro de que esté bien, de todas maneras hablaré con ella mañana.- Dijo Yoko dándole un beso en los labios a la morena.
-¿Qué turno tienes mañana?- Preguntó entonces Faye.
-Desde las 9 a las 3, luego tengo que pasar por los orfanatos para ver a algunos niños.- Explicó Yoko  mirando a Sunny jugar con los flecos de la manta.
-¿Cenamos juntas?- Preguntó entonces Faye que no podía pasar un día sin ver a su novia.
-Claro, llevo semanas durmiendo aquí. No hace falta que lo preguntes.- Murmuró entonces Yoko con una gran sonrisa en su cara.
-Yoko...- Murmuró Faye poniendo la película en pausa haciendo que Yoko la mirase a la cara.
-¿Qué? ¿Qué tienes?- Preguntó Yoko preocupada por el silencio de la morena.
-Nada, tranquila.- Dijo entonces Faye más tranquila para armarse de valor.- He estado pensado y creo que... creo que deberíamos...- Faye no terminaba la frase y eso ponía de los nervios a Yoko.
-¿Qué deberíamos?- Preguntó entonces Yoko alterada por el silencio de la morena.
-¿Te quieres venir a vivir conmigo?- Le preguntó rápidamente para no arrepentirse de decirlo unos minutos después.
Yoko se quedó con la boca abierta, había pensando pedírselo varias veces pero nunca se había animado a hacerlo, en cambio era la morena la que había tenido la valentía de decírselo.
-¿Yoko?- Le preguntó la morena con miedo a que se negase o a que la hubiese presionado demasiado.
-Perdona... me he quedado pensando.- Dijo disculpándose pero naciendo una sonrisa en sus labios.- Claro que quiero, es decir, yo iba a pedírtelo pero quería esperar un poco, no quería agobiarte pero claro que quiero.- Dijo alejando la bandeja para poder abrazar a la morena dejando muchos besos en sus mejillas y su frente.
-¿Cómo te gustaría hacerlo? –Preguntó Faye una vez que se había separado de los labios de la castaña para poder tomar aire.
-Me gustaría que mirásemos una casa, una nueva casa juntas.- Dijo Yoko con la voz emocionada.- ¿Te parece? Es decir... ¿Qué esperas tú?- Preguntó nerviosa pues no sabía lo que la morena quería hacer.
-Creo que es una buena idea, así podemos construir algo de cero.- Dijo entonces Faye girando para quedar sobre la castaña haciendo que Sunny se asustase.
-Has asustado al niño.- Soltó Yoko después de una gran carcajada.
-Lo siento, Sunny.- Dijo mirando al perro que sin poder evitarlo saltó sobre ellas provocando carcajadas.
Los tres jugaron y se rieron mientras se hacían cosquillas, Yoko adoraba esos momentos mientras que Faye estaba igual. Sus corazones latían rápidamente.
-Necesito un respiro.- Murmuró Faye con la respiración descompensada.
-Sunny.- Le dijo firmemente Yoko y el perro volvió a tumbarse en su manta.
-Podemos empezar a mirar casas cuando quieras.- Dijo Faye volviendo a poner la película.
-Durante la semana escasamente tenemos tiempo para descansar, dejémoslo para el fin de semana.- Pidió Yoko acostándose cómodamente mientras miraba la televisión.
-Me parece bien, aunque tenemos una comida pendiente con Mary y mis padres.- Dijo Faye acostándose sobre el pecho de la castaña.
-Este fin de semana me toca librar, tendremos tiempo para todo.- Aseguró entonces Yoko abrazando a la morena y pegándola contra ella. – Tú puedes tomártelo libre también...- Murmuró dejando un beso sobre los labios de la morena con cariño.
-Llevo un mes sin trabajar los fines de semanas.- Bromeó entonces Faye.
-Eso es porque deseas quedarte aquí, en casa, esperando a que yo llegue para pasar la tarde así, abrazadas.- Dijo Yoko en todo suave y coqueto lo que hizo que Faye sonriera tontamente.
-Me estoy convirtiendo en una blanda.- Soltó entonces Faye dejando un beso sobre el cuello descubierto de la morena.
-Eso no me lo creeré ni aunque lo vea.- Aseguró entonces Yoko.- Ahora vamos a ver la película.
Faye no contestó simplemente se acomodó un poco mejor para poder ver la televisión mientras que Yoko la acariciaba lentamente. Las dos se relajaron notablemente, Faye no prestaba atención a la televisión pues estaba enfrascada en sus pensamientos mientras que Yoko se quedó profundamente dormida sin darse cuenta.
Después de llegar tan tarde la noche anterior y levantarse tan temprano su cansancio se hizo notar. Faye no se molestaba, sabía que la castaña estaba agotada por lo que simplemente la dejó dormir hasta que la película termino.
-Vamos, Sunny. Dejemos a Yoko dormir un poco más.- Le dijo al perro para que la acompañase hasta hacía la cocina.
Faye se metió en la cocina para empezar a preparar la cena mientras que Yoko descansaba un poco. Desde que había empezado a salir con la doctora había retomado ese hobby que tanto adoraba y que había abandonado a favor de su trabajo, realmente porque eso conseguía despejarla mucho más que cocinar.
Estaba totalmente concentrada en preparar esa receta de berenjenas rellenas que acababa de sacar de un libro que tenía guardado desde hacía un tiempo. Estaba tan centrada en lo que hacía que no escuchó a Yoko entrar en la cocina algo adormilada.
-¡Qué bien huele!- Espetó la castaña con una gran sonrisa en su cara.

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