6. Un poco infantil.

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Ignacio

Tal como lo había anunciado, el día lunes Jude se acercó a mí mientras entraba en calor en la cinta para correr y comenzó a correr a mi ritmo sin mediar palabras. Me siguió a la bicicleta y luego fue tras de mí cuando me acerqué a Grant. Todas las miradas estaban puestas en nosotros.

—Oh viejo, me olvidé de avisarte que este sujeto de aquí —dijo parándose frente a mí y señalándome por sobre su hombro —, es mío.

Grant lo observó fijamente durante un parpadeo antes de romper en carcajadas llamando aún más la atención del resto de los presentes.

Bajé mi mirada al suelo y me concentré en respirar, nunca me había gustado ser el centro de las miradas, menos en un lugar mayormente de varones.

—No encuentro la gracia —aseguró mi compañero con voz seria y cortante.

—No me importa qué hagan con su vida personal, aquí se viene a entrenar —dijo con seriedad consiguiendo que toda la sangre se perdiera de mi cara ¿él acaba de sugerir lo que yo creía que estaba sugiriendo?

Levanté mis ojos inmediatamente y vi una mirada juguetona en el rostro de Grant. Jude, en cambio, se quedó sin palabras durante unos segundos mientras lo único que veía de él eran sus orejas rojas.

—Quiero decir que lo entrenaré de ahora en más —informó con su voz apretada. —Lo haré tan bueno que será capaz de vencerme.

—Oye chico, tú no puedes entrenar a nadie, no estás capacitado —se rió pasando de él y apretando su hombro antes de ir a por mí. —Vamos muchacho.

—Héctor me lo ha propuesto varias veces —se apresuró a decir mientras Grant empujaba mi cuerpo para ir hacia el rincón donde siempre entrenábamos.

—Y todas las veces has dicho que no...

—Pues, cambié de opinión —exclamó antes de que se oyeran unos pasos apresurados alejándose de allí.

Grant ignoró el berrinche y se propuso a darme unos ejercicios para practicar con la bolsa de boxeo antes de retirarse para ver a los otros alumnos. Alguien se me acercó y me preguntó si estaba todo bien, una mujer joven y bonita, le respondí que sí y ella dijo que debía cuidarme de Jude. "El tipo es un loco" había dicho, y agregó que yo, lamentablemente, había llamado su atención.

Ella se alejó apresuradamente de mí y sólo entendí su accionar cuando un muy agitado Jude se plantó a mi lado.

—Héctor dice que si acepto el trabajo como entrenador no sólo tengo que entrenarte a ti —dijo con enojo. —Así que por supuesto dije que no.

Sonreí negando con la cabeza, él era un poco infantil.

—Perooooo —alargó la palabra para llamar mi atención ya que había vuelto a golpear la bolsa. —Dijo que podía usar los protectores y recibir tus golpes. Enseñarte, sin ser tu entrenador. Sí tu quieres.

Dejé de moverme y pasé un par de respiración mientras lo pensaba. Jude se veía bastante entusiasmado, y él tenía mucha experiencia, por supuesto yo no estaba preparándome para competir, pero me gustaba siempre ser mejor en lo que hacía si podía. Además, era mucho más conveniente tenerlo de amigo que de enemigo.

—Con una condición.

—Oh, el Sr. Suertudo quiere negociar —dijo con diversión. Se apoyó en la columna junto a mi bolsa de boxeo y cruzó sus brazos por encima de su pecho. —Estoy escuchando.

—No volveremos a pelear.

—No. No puedo aceptar eso, quiero entrenarte para pelear contigo, para vencerte o ser vencido, no importa, pero necesito esa pelea.

Segundas OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora