¡Wow! Al fin un día libre, después de quien sabe cuántos años. Dos años, si no le fallaba la memoria.
Esa noche, antes de irse a la cama, Nanami estaba disfrutando de la tina repleta de agua hirviente, pensando que al ponerse el pijama caería como un tronco, amanecería, desayunaría algo preparado en casa, se acomodaría y saldría a su encuentro con su amigo el cumpleañero.
¿Le gustarán esos libros a Haibara? No estaba muy claro de sus preferencias en la lectura. Bueno, igualmente si no eran de su agrado se podrían cambiar por otros. Nanami se secó el cuerpo y caminó hasta su recámara, buscando el afortunado pijama con el que se levantaría tarde.
—¿Por qué le dije para comer en un Teppanyaki? —murmuró pensando que lo ideal hubiese sido darle opciones a Haibara para que escoja. Él solo dijo "Teppanyaki" y ahora puede que su amigo esté pensando que es alguien autoritario y mandón. Muchas otras cosas sobrepensó, regañándose a sí mismo.
Cuando caía la noche, la rutina de Kento era la siguiente: cenar en la oficina, llegar a casa, asearse, transferir la paga del día a la señora que le ayudaba con la limpieza y caer rendido al pisar la cama, pero ya tenía rato acostado y no se podía dormir. Eso era porque había tenido mucho trabajo y estaba estresado.
Claro que sí, era eso. No tenía nada que ver con que mañana iba a salir con Haibara y así.
"Nanami, muchas gracias por invitarme a comer en mi cumpleaños. Ya estaba algo preocupado porque la iba a pasar solo. Buenas noches"
Le hubiese encantado responder, pero ese mensaje de texto fue como el té de manzanilla que esperaba su cabeza para relajarse y caer dormido "en los brazos de Morfeo"
♥
Nanami odiaba la parte de su trabajo que consistía en salir a comer y beber con sus compañeros. En ese lugar no tenía amigos, solo conocidos de la empresa que hablaban muchas estupideces que a él no le importaban.
Cada que le tocaba sentarse a comer rodeado de esas personas, lo hacía en silencio y rezando que absolutamente nadie le dirigiera la palabra, para no participar en dichas conversaciones. Usualmente, se iba temprano, alegando que tenía otra cita.
Por supuesto que era mentira.
Sin embargo, ahora era todo lo contrario. Comer con Haibara en un restaurante era reconfortante y divertido, era liberador, era entretenido. Nanami se sentía como la mantequilla derritiéndose en el pan.
No fueron al Teppanyaki, porque el rubio corrigió su "error" dándole a escoger a su amigo otros lugares para comer. Así que fueron a un lugar de carnes y cerveza. Haibara estaba más radiante y bonito que de costumbre, al vestir su ropa de calle y no el uniforme de panadero. Además, no paraba de agradecer y hacerle elogios a su amigo diciéndole cosas como que estaba muy elegante, que se veía muy bien, que se notaba que durmió hasta tarde, entre otras palabras bonitas. Tanto así, que en el momento que Nanami se levantó para ir al baño, tenía la cara sonrojadísima.
Pero eso era porque tomó mucha cerveza, no porque Haibara lo estaba llenando de cumplidos.
Luego de almorzar, salieron medio mareados por el alcohol y se metieron (por petición de Haibara) a un billar que también tenía bowling y mesas para jugar cartas, dominó y juegos de ese estilo. Nanami jamás habría pisado un lugar así, pero tenía que admitir que se estaba divirtiendo mucho: la música estaba buena, las bebidas bien servidas y a buen precio, además de que su amigo lo estaba disfrutando un montón.
Sin embargo, tuvo que ir varias veces a verse en un espejo porque Haibara lo miraba mucho y no sabía si era que tenía algo en la cara.
—Nanami, ¿quieres apostar? —Yu lo llevó hasta un fulbito de mesa, listo para comenzar una partida.
—¿Hay algo que quieras?
—¡Sí! Hay algo que quiero.
Pero como Nanami era muy bruto para captar indirectas y directas muy directas, pensó que se refería con "algo que quiero" a una cosa que se quería comprar Haibara. Y para comprar se paga con dinero.
—¡Ok! Apostemos veinte dólares.
Nanami no entendió por qué Haibara se rio tan ruidosamente.
♥
Ya era de noche, lo que se traducía en: hora de irse cada quien a su casa, mañana tenían que trabajar temprano.
Haibara seguía observando de reojo a Nanami, eso lo tenía insuperablemente nervioso. Casi podría jurar que los ojitos de Yu gritaban algo que su boca no se atrevía a pronunciar, por eso lo miraba tanto.
O solo tenía algo en la cara.
Se dieron cuenta que vivían en el mismo municipio y como no estaba tan lejos se regresaron a pie, conversando de todo y de nada al mismo tiempo, pero muy entretenidos.
—Bueno, yo me voy por esta calle —le dijo Haibara, con ojos brillantes—. Muchas gracias por este día, Nanami. Fue un cumpleaños increíble y mil gracias por los libros, me gustaron mucho.
—No hay nada que agradecer, eres mi amigo y es lo mínimo que podía hacer por ti.
—Hm, sí. Amigo, claro. Así es —El cumpleañero se rascó la cabeza, nervioso. Ambos se vieron fijo, sin decir nada. Yu hizo ademán para decir algo, pero luego se retractó diciendo otra cosa: —Hasta mañana.
Nanami se quedó mudo, solo se limitó a mirarlo mientras se iba, sintiéndose decepcionado. Era como si estaba esperando que pasara alguna cosa, pero no sabía qué.
♥
Haibara se regresaba por la misma calle, venía caminando con una sonrisa en el rostro, callado, con ojos llenos de amor y los libros que le regaló Nanami en la mano. Murmuró algo que el oficinista no pudo escuchar, a causa de un ruido extraño que inundaba su cabeza. Su amigo se puso frente a él y alzando un poco la cara, lo besó.
Nanami quiso repetir el beso, pero la alarma de las cinco de la mañana no lo dejó. Estaba soñando.
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Pancito con Café
FanfictionUna historia cortita pero hermosa con Nanami y Haibara como protagonistas ♥ #SlowBurn #FriendsToLovers AU sin maldiciones FanArt de @ryosuketarou