Parte 6

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Nanami no sabía ni qué pensar de sí mismo, solo sabía que debería darle vergüenza soñar ese tipo de cosas con el casi único amigo que tenía en el mundo, pero tenía que admitir que fue embriagador, se sentía como en una enorme nube que se lo llevaba flotando hasta el espacio.

Entró por la puerta de la panadería, como cada mañana, dispuesto a hacer borrón y cuenta nueva. Fingiría demencia ante el remolino en su pecho, no le diría nada a su amigo y todos felices.

—Nanami, quisiera hablar contigo —Yu parecía nervioso, ¿le pasaba algo? Kento dejó de comer enseguida, pero Haibara le aclaró que no quería hacerlo en la panadería.

—No sé a qué hora salga hoy, pero trataré de hacer todo temprano y te llamaré, ¿de acuerdo?

Yu aceptó casi a regañadientes. La respuesta no era negativa, pero dejaba abierta la posibilidad de que tal vez Nanami no podría hablar hoy si llegaba a tener mucho trabajo. Haibara a veces no llegaba a entender por qué una persona joven estaba tan enfermizamente entregada al trabajo. Así que, sin pensarlo, preguntó:

—¿Por qué trabajas tanto?

Esta pregunta siempre fue realmente odiosa y molesta para el oficinista. Muchas personas se la hicieron alguna vez y él tenía que responder cualquier cosa, para que no se metieran en su vida privada.

Pero con Yu Haibara era diferente, a él sí le daba ganas de contarle sus más preciados sueños y anhelos.

—Estoy ahorrando para comprarme una casa que esté a orillas de la playa en un país con un coste de vida económico, comprar muchos libros para leer y relajarme, cocinar mi propia comida y bañarme en aguas cristalinas cada vez que quiera hacerlo.

—Vaya... eso está muy bien, ¡me gusta! Espero de todo corazón que lo logres.

Aunque era un tema del que podrían hablar horas, la verdad era que Haibara estaba demasiado ansioso por saber si la futura conversación de la noche tendría un resultado positivo. Se restregó las manos y respiró hondo, mirando a Nanami que lo veía con una cara inexplicable. Luego de tomar valor, miró a ambos lados y preguntó en un susurro:

—Nanami, ¿te agrado?

La alarma de emergencia de la cabeza de Nanami, explotó.

¡Seguro Haibara era un psíquico que había leído sus sueños! ¡Lo sabía todo! Y ahora iba a reclamarle por ser un pervertido.

—S-sí, c-claro —tartamudeó—. Me agradas mucho... como amigos. Eres muy buena persona.

—Te agrado mucho como amigo porque soy muy buena persona —repitió Yu con una sonrisa extraña, una que parecía falsa. Aunque Nanami sabía bien que la sonrisa de Yu no era así, no se dio cuenta de lo que pasaba y metió la pata aún más en el fondo.

—¡Así es! ¿Eso era de lo que querías hablarme? —Haibara asintió en silencio— Bueno ya tienes la respuesta: me agradas, amigo. Debo irme a la oficina —dijo casi sin mirarlo y levantándose del asiento—, nos vemos.

Nanami salió de ahí como un rayo, mientras que Haibara recogió la mesa en silencio. Al reincorporarse en su puesto, el chico pensó que la pequeña lágrima que salía de uno de sus ojos no era vista por nadie, pero su jefa lo vio absolutamente todo y fue corriendo a abrazarlo.

—¿Hay algo mal en mí, señorita Yuki?

—No hay nada malo en ti, te lo aseguro —lo tranquilizó ella, acariciando su cabello—. Pero él ni siquiera pudo responder cuál era su tipo de mujer, así que de seguro no sabe lo que le gusta ni lo que busca en alguien. Y con las personas confundidas solo podemos hacer dos cosas: darles un empujoncito o dejarlas en paz.

—Me dijo que le gustaba como amigo.

—Esas son tonrerías, Yu. Le gustas —su jefa depositó un besito en su frente—. Y tú, tienes que ser más asertivo: escríbele y dile que quieres hablar de lo que sientes por él, bésalo o algo.

Nanami llegó a la oficina, completamente aterrorizado. Estaba seguro que Yu leyó su mente y vio sus sueños, así que buscó información en internet en vez de ponerse a trabajar y en muchos sitios decían que los psíquicos eran farsantes, pero ahora lo tenía en duda...

Un mensaje de texto enviado por Haibara, lo distrajo: "Igualmente me gustaría hablar contigo en la noche, necesito decirte lo que siento por ti"

Después de intercambiar algunos otros mensajes, acordaron en verse a las nueve en esa esquina donde se despidieron anoche, ya que era un punto medio entre la casa de ambos.

Nanami llegó antes de la hora. Ni siquiera sabía cómo era capaz de tenerse en pie: sudaba, temblando, con el corazón retumbando en sus oídos y el estómago amenazando con dejarlo en ridículo en la calle.

Cuando vio que Haibara venía caminando desde el otro extremo de la cuadra, hasta perdió la capacidad para escuchar. Los autos se hicieron invisibles y las pocas personas que caminaban por la calle desaparecieron, en el mundo eran solo su amigo y él.

—Nanami... —Haibara estaba visiblemente nervioso, sus ojitos color café brillaban con las luces de la noche y eso lucía fantástico para el oficinista, en un segundo vio que Yu inhaló como tomando valor para soltar sus palabras y Nanami logró coordinar muy pocos pensamientos en ese momento, pero el más importante de ellos era que por favor no fuera un sueño.

El otro era que le gustaba mucho Yu Haibara, tanto que le encantaría compartir su sueño de vida con él.

—Estoy enamorado de ti —soltó Nanami sin pensarlo, interrumpiendo al otro.

—¿De mí? Pero, tu dijiste que te gustaba como un amigo.

—Me equivoqué.

Lo que sucedió después de eso, ya lo había visto Nanami. Haibara lo miró con ojos llenos de amor, se ubicó frente a él, muy cerca y alzó el rostro para besarlo en los labios.

Con la gran diferencia de que esta vez no sonó la alarma y que hubo un reconfortante abrazo después de un beso que estuvo mucho mejor que en sus sueños.



Pancito con CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora