Kyua La Mer.

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Cuando menos se lo esperó, ya estaba ahí, observando el mar, las olas chocando contra las rocas hasta convertirse en espuma y arrastrarse por la arena.

No era bello, le causaba náuseas, sin embargo, algo hacía que se quedara.

Sí estuviera Seungmin en su lugar, ya estaría pensando en que una sirena lo encantó con su voz, y estaría celebrando internamente por haber confirmado su existencia.

¿Estaba teniendo un deja vu? ¿O de verdad estaba adentrándose al mar?

No, no lo estaba, era su imaginación, en realidad, estaba sentado sobre una roca enorme, mirando al mar, como sí esperar a alguien. La sensación de que sus pies se estaban mojando fué una mala jugada de su cerebro.

¿Qué esperaba? No lo sabía con exactitud. Tal vez lo sabría hasta verlo.

Y no fué hasta unos minutos después que lo vió, nadaba con rapidez, lo único que podía ver eran los reflejos rosas en el agua, que apenas y se notaban debido a la poca luz.

Sin embargo, cuando salió a la superficie, pudo notar el brillo de sus joyas, de su cabello y de sus escamas, todo parecía irreal.

Hasta que sonrió, y brilló más que todas sus joyas juntas.

──Hola.

Minho creyó que estaba ilusionando, no reaccionaba, y el que tenga a una sirena frente a él no le ayudaba en nada, menos sí lo había saludado.

Su voz era algo rasposa, y muy masculina, algo que no estaba muy acostumbrado de escuchar.

De repente, éste se le acercó, sus uñas largas y filosas pintadas de negro con algunas joyas como decoración se incrustaron en la piel de sus rodillas y, ya que estaba más cerca, pudo ver los colmillos que brillaban tenuemente.

──¿Te conozco? ──siguió hablando la sirena, con algo de duda.

Era bello, su cabello morado era decorado por una corona de flores. Sin embargo, no podía ver de su cintura para abajo todavía. Lo que sí podía ver: su torso estaba cubierto por delgadas telas, dejando ver un poco su pecho, y su cuello era decorado por collares hechos de perlas y caracolas.

En sus hombros podía ver unas escamas de color rosa, se veían tiernas, debía admitirlo.

Minho negó con su cabeza en cuanto vió que la sirena seguía viéndolo, todavía sin decir una sola palabra y esperando una respuesta.

──Eso es lo que tú crees, humano ──rió ligeramente, Lee creía que se estaba burlando de él ──. Sí ese fuera el caso, no hubieras regresado al mar.

No estaba entendiendo nada, y tampoco tuvo tiempo para procesarlo pues, la sirena salió del agua, esta vez para acostarse en la misma roca en la que estaba Minho, sus manos se desplazaron hasta estar apoyadas en sus muslos, ahora encajando sus uñas filosas ahí. Minho se fijó que había dejado marca en sus rodillas.

Talasofobia. |minbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora