Capitulo uno.

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Era el segundo jugo de betabel con naranja, limón y apio que le preparaba Maritoña a Pedro en la tarde.

Había caído enfermo hacia dos días.
Después de salir a emborracharse casi toda la madrugada, Pedro llegó a casa generando un alborotó en el momento que cruzó la puerta del departamento.

y el sueño de Maritoña era pesado.

Ni siquiera pudo reprocharle nada a su tío, pues este se hallaba en tal estado de shock, que apenas y podía mantenerse de pie. Con la camisa manchada de sangre y los ojos desorbitados, casi se desmayaba del terror.

Le rogó que la dejara llevarlo al hospital, pero se limitaba a negar una y otra vez.

Sudoroso y tembloroso, dejando que su vista se clavada en algún punto sin sentido de la sala vacía, se quedó tirado en el suelo, con los nervios a todo dar y la paranoia desquiciante, cualquier mínimo ruido más fuerte de lo necesario, lo sacaba de su letargo y miraba a toña como si fuera un pequeño pollito asustado.

Le pidió una explicación, quería ayudarlo, pero sin saber que había pasado no sería capaz de. Aunque fuera una pequeña palabra, sin necesidad de detalles, ella tal vez podría ayudar.

Mas el se reusaba a hablar con ella.

Cuando despertó al segundo día y noto que Pedro seguía encerrado en su habitación, fue cuando decidió llamar a Luis.

El era el único amigo de Pedro en la cuidad. un verdadero amigo, no como los viejos esos que se la pasaban tomando, o sus compañeros de trabajo que nada más se aprovechan de la amabilidad de su tío para dejarle todo el trabajo a el.

No, nada como eso, Luis era un verdadero amigo, alguien que se preocupo por ellos cuando ninguna otra persona lo hizo.

Tomo su teléfono, buscando el nombre de Luis y presionándolo cuando lo encontró.

"Maritoña, mija?" la voz en la línea sonaba agitada, varias personas en el fondo hablaban a la misma vez, haciéndole creer a María que tal vez llamo en un mal momento.

"¿Tío? ¿Estás ocupado? Puedo llamarte en otro momento si-" Luis la interrumpió, poco a poco el ruido de fondo fue desapareciendo, dejando solo el sonido estático de la línea.

"puedo hablar ahora no te preocupes Toñita, es una junta general, por los gastos del hospital y así. ¿Qué pasó Mija?" se sentó al borde de su cama, segura de que no había mejor persona que Luis para esto.

"tío, creo que Pedrito no bien. Algo le pasa. el otro día salió a tomar en la noche, no se muy bien como a qué hora pero cuando regreso, su camisa estaba todita manchada de sangre, pero no estaba herido, y bien pálido pálido, ¿ya vez como cuando estás enfermo y se te va el color?, así merito. Todo lo asustaba y se quedaba pensando viendo nada por horas. Anda así desde antier. Ya no se que hacer, no quiere hablar conmigo y apenas sale de su cuarto"
Soltó un suspiro cansado, masajeó su frente, preocupada por lo que acababa de decir, pues pedro, por más enfermo que estuviera, jamás se volvía tan callado y asustadizo.

Además, si esa sangre no era de su tío, ¿De quien era?.

En la otra línea no se escuchaba nada, solo silenció.

Luis llegó 30 minutos después.

Serio y aún con la bata de doctor, con un aspecto demacrado cansino.

Ni siquiera reparo en saludar.
en cuanto la chiquilla abrió la puerta del departamento, entro sin saludarle, caminando diligentemente hacía el pasillo al fondo, tocando la puerta del cuarto de pedro, con su maleta donde guardaba sus insumos médicos básicos colgándole de la otra mano.

Deja que salga la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora