Había llegado su hora.
La primera vez fue un golpe de suerte, un desafortunado golpe de suerte que le prestó unos días a su inminente muerte.
Y ahora, el vampiro estaba frente a él.
Intento no entrar en pánico, tenía que sacar a Maritoña del departamento, o más bien, el tenía que salir, aunque fuera lo último que hiciera, ella tenía que vivir.
Si él moría, sabía que Luis jamás la dejaría sola, así no fueran familia de sangre, él la veía como una sobrina, la quería como una. Y era lo único que importaba.
Cuidaría de ella, así como Pedro lo hizo.
Se movió lentamente, sin apartar la vista del ser que le observaba con detenimiento, saliendo de debajo de sus sábanas y levantándose con extremo cuidado, pensando que cualquier movimiento brusco podría provocar que el demonio atacará.
El frío lo sorprendió, y su piel se erizo en el instante que salió completamente de la cama, dándole la espalda a la ventana.
Se plantó firme, enderezando su postura y levantando su barbilla, recio a morir humillado, en su propia cama como un anciano lo haría."Si haz venido a matarme, hazme el favor de no hacerlo aquí, o mi sobrina tendrá que verme muerto"
Captaba breves imágenes que no abandonaban sus pensamientos, las repetía como un mantra, buscando un último consuelo en ellas.
Una chiquilla de cabellos negros como el carbón, de ojos grandes y brillosos, de sonrisa bella y encantadora. Muy parecida a la pequeña que se encontraba al otro lado del pasillo.
También, el doctor que estuvo con ellos hacía algunas horas, risueño y divertido está vez, no con el aspecto trasnochado que tan penoso lo hacía ver.
Y por último, la chiquilla del pasillo.
"¿Cuál es su nombre?" le pregunto, sin realmente detenerse a pensarlo.
Se quedó extrañado por la pregunta, pero respondió después de unos segundos de confusión "María Antonia." El vampiro le miraba sin pena, iluminado tenebrosamente por las luces neones que invadían su habitación. Elegante y siniestro, imponiendo su hostil presencia.
"Esta es la segunda vez que piensas en ella cuando crees que estás a punto de morir" el humano se exaltó, asustado de escuchar la profunda voz del vampiro inundar la pequeña habitación.
"¿Porque?, ¿porque lo haces?" A Pesar de tener esas habilidades sobrenaturales que le facilitaban la comprensión humana sobre la mayoría de los aspectos cotidianos que un mortal conocía día a día, los sentimientos y las decisiones tomadas con estos, siempre le fueron difíciles de entender.
Casi podría decir que imposibles.
La pregunta pareció haberlo ofendido profundamente. Alzó las cejas, dando un paso adelante mientras sus fuertes brazos temblaban "porque ella es mi todo, yo por ella, doy mi vida, cuántas veces me la pida."
y parecía que había olvidado su miedo.Continuaba acercándose, sin vacilar "y si antes de morir, tengo que protegerla del demonio que sea usted, lo haré" se plantó a escasos centímetros de él, mirándole fijamente a los ojos.
Busco cualquier duda, no importa que tan pequeña fuera, cualquier contradicción a sus palabras, sin querer creer que lo que decía era cierto y no otra artimaña que tanto amaban los humanitos usar.
"¿Lo juras?, a la hora de tu muerte, ¿Lo mantendrías?"
Ni la más mínima de las dudas pudo leer, ni en su mente, ni en su rostro.
Los ojos tan exageradamente brillantes, tan exageradamente llenos de convicción.
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Deja que salga la luna
VampirePedro infante, un carpintero de 31 años con la vida hecha un desastre, tenía problemas para dormir. ¿Que mejor que unas copitas para una noche larga?. Más poca idea tenía del gran error que cometería, pues atraería la atención de un peligro ser ant...