✨dos✨

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Wonwoo

—¿Vienes o qué? —Kiryong mantuvo la puerta abierta y esperó a que yo saliera.

—Sí. Sólo un segundo. —Cerré los ojos y respiré hondo para prepararme mentalmente para una noche de fingir que estaba en una familia cariñosa. O incluso sólo una familia afectuosa. No podíamos dejar que nadie se diera cuenta de que no le caía bien a nadie de mi familia. Desde luego, no podía dejar que nadie supiera que mi familia me despreciaba.

Ser un omega débil en una familia del crimen era una receta para el desastre.

La voz de Kiryong se volvió áspera y supe que había dudado demasiado. —No te queremos aquí más de lo que tú quieres estar, pero tenemos que mostrar un frente unido. —Me agarró del brazo y tiró de mí hasta que salí del coche dando tumbos—. Sonríe cuando una cámara te enfoque y mantén la boca cerrada. Y recuerda, esto no se trata de ti, Wonnie. No eres nadie. Estamos aquí por mí y Jaekyung.

Kiryong y Jaekyung eran los principales confidentes de mi padre. Los tres dirigían nuestra familia como una dictadura, y yo estaba en el 'club de los chicos' sólo en nombre. Como único hijo omega, papá no me tenía mucho aprecio, lo que significaba que mis hermanos no me tenían mucho respeto. El resto de sus socios y empleados sentían aún más desdén por mí que ellos.

Según ellos, o estorbaba, o causaba problemas, o no desempeñaba mi papel porque no estaba sobre el terreno, dando palizas a la gente que no pagaba a tiempo o lo que demonios hicieran mis hermanos todo el día.

Papá dirigía los préstamos para la zona triestatal, y mis hermanos eran su músculo.

Mi responsabilidad para con la familia era al menos igual de importante, pero como mi familia no tenía la misma facilidad para los números que yo, no apreciaban mi valor. Como contable titulado, llevaba la contabilidad de las distintas entidades empresariales. Era un trabajo fácil, pero más que nada porque no se ajustaba exactamente a los principios contables generalmente aceptados.

De hecho, estaban lo más lejos posible de ser aceptados. Básicamente, mi trabajo consistía en crear los números que mi padre me pedía. Y hacerlo de una manera que nunca levantara sospechas.

No era ni de lejos un trabajo honesto, pero se me daba bien. Podía esconder dinero mejor que nadie.

Si no era lo suficientemente generoso o si tardaba demasiado en hacer mi trabajo, recibía una paliza.

Si no respondía a sus preguntas o mensajes lo suficientemente rápido, recibía una paliza.

Y si miraba mal a alguno de ellos, recibía una paliza.

También había días en los que me golpeaban por el mero hecho de existir.

No entendía por qué me obligaban a asistir a esos eventos en los que teníamos que fingir ser una familia feliz. Hubiera sido igual de feliz quedándome en mi habitación, como siempre. No, eso no estaba bien. Feliz no era algo que usaría jamás para describir mi situación.

Conforme. Estaría conforme con quedarme en casa y fuera de los focos.

En casa, ellos solían olvidarse de mí cuando no necesitaban algo, así que yo podía vivir mi vida en paz.

Pero cuando papá me sacaba a pasear con la familia como si realmente se preocupara por mí, eso me garantizaba una paliza en cuanto llegaba a casa. No había forma de pasar unas horas sin cabrear a uno o a todos. Había sido así desde que mi madre murió cuando yo tenía sólo diez años. Ella había sido mi escudo contra los monstruos que formaban el resto de la familia.

jefe | mwDonde viven las historias. Descúbrelo ahora