✨ocho✨

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Wonwoo


—Hola, Padre. Soy yo. —Era cobarde hacer esta llamada en lugar de hablar con mi padre cara a cara, pero yo era un cobarde. Y aunque oficialmente tenía a la familia Kim jurándome protección y lealtad, no confiaba en que mi propia familia hiciera ese tipo de promesas.

Basado en lo que Gyu y su padre dijeron, ellos tampoco contaban con eso.

—¿Dónde demonios estás? —Su voz era grave y gruñona, más de lo habitual. No es que nunca me hablara con amabilidad, pero esto parecía peor.

Apreté la mandíbula, pidiendo fuerzas para no colgar.

—No sé qué clase de truco estás intentando hacer, pero tienes que volver a casa. Tenemos mucho que hacer.

—Yo... —Me aclaré la garganta, preguntándome cómo iba a explicar esto—. La cosa es...

—Escúpelo de una puta vez, Wonwoo. Algunos de nosotros tenemos trabajos de verdad y no nos sentamos en una pequeña oficina sorbiendo chocolate caliente todo el día.

Él me lo estaba poniendo más fácil. Me aclaré la garganta una vez más y volví a empezar, tirando de la fuente desconocida de fuerza que había utilizado cuando había defendido a Gyu ante su padre. —Me casé, padre. Con Kim Mingyu. Ahora soy parte de su familia.

Su pesada respiración resonaba ahora más deprisa en el auricular del teléfono, pero mi padre permanecía en silencio mientras tanto. —¿Papá? ¿Sigues ahí?

—No te atrevas a llamarme papá cuando vas a venir con historias de mierda como esa. No es gracioso, Wonwoo.

Mierda. —No es una broma. Estamos... enamorados. —Me sentí incómodo diciendo eso con Gyu sentado a mi lado, pero necesitábamos vender la historia, y eso fue lo que acordamos contarle a la gente—. Ahora vivo aquí. Si todavía quieres que trabaje para el negocio, yo...

Se oyó un fuerte crujido y la línea se cortó. Probablemente tiró el teléfono contra la pared. Era lo que hacía cuando alguien le molestaba por teléfono. Como contable de la familia, había registrado ese gasto. Sólo el año pasado gastó diez teléfonos.

Gyu me frotó la parte baja de la espalda. —¿Estás bien?

Me tomé un segundo para reflexionar. La respuesta llegó más rápido de lo que probablemente lo habría hecho de haber pertenecido a una familia sana. —Sí, lo estoy. Está enfadado, pero se le pasará. O no. Me da igual.

Gyu me subió a su regazo y me estrechó contra su pecho. —Eres muy valiente, Won. No puedo creer que los aguantaras tanto tiempo. Pero esa vida ya se acabó. Puedes hacer lo que quieras... O nada en absoluto. Yo cuidaré de ti.

Apoyé mi frente en su cuello mientras una sensación de esperanza me invadía. —Sí, esto será bueno. Quiero ayudar a tu... um, a nuestra familia, en todo lo que pueda. Llevaba los libros de mi familia, pero nuestra organización era pequeña.

Gyu sonrió y me besó suavemente. —Bien. Piensa en lo que quieres hacer y encontraremos la forma de hacerlo realidad. —Miró su reloj—. Por ahora, tengo que irme.

No quería que se fuera, pero esta era su vida. No podía aferrarme a su lado todo el tiempo. No podía pedirle a Gyu que cambiara sólo porque no quería estar preocupado cuando él estaba en el trabajo. —¿A qué hora estarás en casa?

—Tarde. —Una sonrisa lobuna se dibujó en su cara—. No me esperes despierto. Cuando llegue lo sabrás.

Un cosquilleo me recorrió las pelotas, pero no quise entretenerme con las imágenes que me venían a mi mente. Habían pasado 72 horas desde nuestra boda, y él podía follar como un maldito conejo. Quizá todos los alfas necesitaban liberarse varias veces al día, pero me sorprendió descubrir que yo también estaba siempre listo y ansioso.

jefe | mwDonde viven las historias. Descúbrelo ahora