Capítulo 2

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POV Moonbyul

Al llegar al gimnasio, Seulgi ya estaba en lapuerta hablando por teléfono, riendo por algo.

                   

No nos parecíamos en nada. Ella eratremendamente extrovertida y popular. Era dueña de un bar de temática deportivajunto con un colega suyo y por lo visto el local tenía mucho éxito. A mí, sinen cambio, el deporte no me interesaba en lo más mínimo, y solo había estadoallí en la fiesta de inauguración porque había sido obligada a asistir. Todaesa noche la pase con la sensación de estar fuera de lugar, demasiada arregladacon mi pantalón de vestir, y me sentí pletórica de alivio al marcharmedisimuladamente cuando estallo la trifulca.

                   

Seulgi era una persona estupenda, pero nuncallegue a comprender por qué le gustaba estar conmigo cuando éramos niñas, ysupongo que seguía sin entenderlo. Ella tenía un montón de amigos y una activaagenda de coqueteo, pero por alguna razón siempre parecía tener tiempo para mí.

                   

-¡Hey, hermanita! -exclamo Seulgi al acercarme-.

                  

Hermanastra, para ser exactos.

                   

Varias personas nos saludaron a voces de caminoa los vestuarios y, mientras Seulgi respondía con un comentario ingenioso acada una, yo me tuve que obligar a no bajar la mirada al suelo y responder alos saludos con un rígido gesto con la cabeza. Siempre pasaba inadvertidacuando iba allí sola y lo prefería así.

                   

-Oye, ¿qué te pasa? -pregunto Seulgi cuando deje caerbruscamente al suelo mi bolsa de deporte -. Da la impresión de que esa venaque tienes en el cuello va a reventar de un momento a otro.

                  

-No lo sé. A lo mejor estoy pillando un virus.

-Si, es de las "bolas pitufas" -apunto con unarisa-. ¿Es por esa chica insoportable que está jugando de nuevo contigo?

-¿Qué? -pregunte, porque la estaba escuchado solo amedias mientras me cambiaba-.

                   

-Ya sabes, la respondona que viste de pena. De la que segúnparece no puedes dejar de hablar como un loro cada vez que te veo, hermanita.

                   

Levante la vista.

                   

-¿La señorita Kim?

                 

-Mmm... con que la señorita Kim, me gusta. ¿Y cómo sellama?

                 

-No lo sé -respondí, irritada-. ¿Por qué naricesestamos hablando de mis alumnos?

                   

-¡Oh, has estado a punto de soltar una maldición! -dijoSeulgi en un tono burlón-. Y... -continuo con total naturalidad- estamoshablando de tus alumnos porque esa vena esta extraordinariamente hinchada hoy,cosa que únicamente ocurre cuando te toca darle clase a ella.

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