Capítulo 8: Él Siempre Sabe qué Hacer.

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Mi viaje no fue sencillo, conduciendo tanto tiempo y acampando en los hoteles de paso, menos mal que he traído a mis chicas favoritas para pasar el rato, porque en definitiva no voy a follar a cualquier gata que encuentre en el camino. Los encargados de los moteles a los que llegamos siempre nos ven raro, pero estos parece que nunca han visto a una prostituta que puede abrir botellas de cerveza con las tetas.

Entiendo que Vox haya hecho mucho menos camino para llegar al sanatorio mental, pero eso fue porque estaba enfermo de ganas de ver a su locutorcete, en cambio yo no y quiero hacer mis paradas para estirar las piernas, descansar y beber alguna buena cerveza en esos curiosos bares de mala muerte. Algo de publicidad a mi persona no viene mal de vez en cuando, no voy a perder mi tiempo con cosas que no tienen mi completa atención, yo sigo siendo la máxima prioridad y en segundo lugar claro que se encuentra el hermoso dinero. Yo, el dinero y el sexo somos un trio de amigos inseparables.

Por las indicaciones que fueron dadas por Voxy hemos llegado al dichoso sanatorio mental cuando en verdad yo ya no soportaba estar sentado, fue como una esperada parada. Tengo los documentos que me dicen que Voxy es hijo no reconocido de Alastor, así que con eso llegué a la institución. Menos que ahora voy de visita y no por estancia.

El hombre que atendía ahí era el matusalén de los tiempos modernos, que de solo verlo me salió un largo bostezo, con la mayor paciencia del mundo he ido a hablar, porque soy un ente delicado y de hermosos pensamientos.



Mira primor, necesito saber algunas cosas sobre un hombrecito en específico. — Llegué a la barra de atención y dejé el archivo con los datos que me había dado Vox, así como esas supuestas pruebas que indican que es hijo de Alastor ahora. ¿Cómo eso me une a mí? en sí eso no me une en nada pero es una noción de que tengo conocimiento sobre lo que quiero saber. El hombrecito se ha levantado del respaldo de la hundida silla acolchada para echar una leída a los documentos.

Se acomodó los lentes, leyendo más atento. — ¿Qué quieres saber exactamente de él?  Oh, con que ahí se había ido ese hombrecillo...—

— Todo. — Incluso qué tipo de sangre era, cuál era el tipo de aire que respiraba antes de que él estuviera entre estas paredes de locos. — Tengo entendido que él ingresó aquí en los años treinta, ¿No es así?

Amorcito, ese hombre tuvo una gran estadía aquí, pero hace algún tiempo escapó con ayuda de una de las pacientes. — Trató ese vegete de ser un poco amable con ese apodo, pero si lo dice él vaya que me hincha las bolas. — Personalmente no nos importa pero gracias a él nos llegaban donativos por parte del gobierno para asegurarnos que no saliera así que no estamos muy satisfechos con ello, pero qué más da, a fin de cuentas se largó.

Espera, espera, ¿Una paciente lo ayudó a salir?, ¿Una loca? — Los documentos e información que Vox me había dado decían cosas diferentes, según él había llegado aquí y una mujer encargada le dio la autorización de llevarse a Alastor.

— Al parecer terminaron durmiendo al enfermero de turno y ahora ese loco anda por ahí causando problemas. — Bebió un poco de agua que tenía en un inmundo vaso cercano. — Es una pena no recibir ese dinero del gobierno, pero de cualquier este lugar se va al carajo.

Es un pozo de locos...— Me dio la razón. Estos lugares son horribles apenas ver la fachada.

— Solo tenemos una docena de enfermeros para atender este lugar con quinientos residentes, así que de vez en cuando suele ser un dolor de culo, amorcito. — Suspiró pesadamente entre su tos seca. — ¿Estás escribiendo un artículo para el periódico?

Alimento para televisores ( Vox human x Alastor human )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora