Palabras: 1168
Géneros: Humor/Comfort
Descripción: No tengo una descripción, solo es un fluff (demasiado fluff) sobre Rafael andropausico y Carisi siendo un buen novio.
N/A: Quise hacer uno de esos finales en donde lo gracioso del texto termina siendo reflexión pq amo esa clase de fics.
N/A2: BUENO, he notado que aquí tengo algunos cuantos lectores y pues, nada, notificar que hace tres semanas empecé un fanfiction barisi titulado "A PLACE TO BELONG". Si les gusta la idea de una ship dándose cuenta de que están enamorados + el drama de un bebé en busca de casa, pueden pasarse por la historia! Las actualizaciones son semanales, entre los días martes y miércoles (dependiendo de mis tiempos) y según yo, no está tan mal🤭
Y bueno, nada, después del spam... aquí está el os!
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—Realmente apestas en esto, Sonny.
Tres cosas: Un espejo largo, largo. Rafael Barba con una playera vieja y Carisi con las palmas de las manos completamente negras.
—Tal vez si no te movieras tanto...
—¿En serio pretendes echarme la culpa?— Se quejó, viendo con frustración como su frente y cuello estaban del mismo color que las manos de su novio.
—Rafael, alguien la tiene que tener.— Soltó su cabeza, el peine lo tiró al suelo y puso sus manos en sus caderas, manchando su propia ropa y mirando al mayor a través del cristal. —Y si estamos en esta situación ahora es porque le tienes miedo a un par de canas.
Rafael sintió un tic nervioso en el ojo.
Uno bastante pronunciado e incómodo.
Esperaba que no le fuera a agarrar una migraña porque se le había acabado el medicamento hacía dos semanas.
De verdad esperaba que no sucediera. Si lo hacía, sería incapaz de cerrarle la boca al rubio durante las siguientes cuatro horas y eso que ya estaba hablando demasiado.
Todo un problema.
Pero en fin, antes de continuar con el drama de pareja de viejitos, recapitulemos.
Todo comenzó cuando por azares del destino —y por conveniencia para la historia— Barba y Carisi fueron al departamento de Olivia para festejarle un cumpleaños sorpresa junto con los demás de la unidad. Por desgracia Tucker estuvo involucrado en los planes —Amanda no logró deshacerse de él— pero fue de mucha ayuda al distraer a la teniente todo el día, ¡Todo junto con el pequeño Noah! quien a decir verdad, ya no era tan pequeño. Tenía cinco años y ya era capaz de decir oraciones cada vez más completas y agresivas.
Y eso hizo que Rafael fuera el único infeliz con la idea de que un ser humano fuera capaz de desarrollar habilidades de habla.
—¡Tío Rafael, tío Rafael!— Al inicio sonreía con el corazón hecho bolita por la emoción de ver a ese crío de la tragedia ser una masita feliz e hiperactiva. —¿Qué es eso blanco en tu cabeza?
—¿Esto?— Barba ya era consciente de que estaba envejeciendo, así que señaló sus propios cabellos. —Son canas, le salen a la gente mayor.
—Oh.— Todo habría estado bien si la curiosidad se hubiese quedado como eso, curiosidad, pero no. Noah Porter-Benson escogió el camino de la crueldad. La crueldad de un niño inocente que no sabe lo traumatizado que puede dejar a alguien. —¿Entonces vas a terminar con el cabello como el del tío Tucker?
Y esa fue su perdición.
Por eso estaban ahí, con Dominick intentando tintar el cabello de Rafael con un castaño oscuro en crema, sufriendo las consecuencias de no usar guantes, de no comprar una brocha, de no pensar en ponerle una toalla alrededor de la espalda y de no haber tenido el valor suficiente como para poner pie en una estética para ser salvado por un profesional.
—No le tengo miedo a un par de canas.— El de ojos verdes se volteo para mirar a Carisi. —Le tengo miedo a que cada vez que Noah me vea piense en Tucker.
—Ajá, y yo nací ayer.— La voz de Carisi fue seca pero sin rastro de enojo real. —¿Ahora me vas a negar que te vi dos noches seguidas frente al espejo esperando que tu reflejo desapareciera?
Barba frunció el ceño.
—¿Me espías?
—Es que no puedo dejar de verte nunca, estoy muy enamorado de ti.
—Eres asqueroso.— Pero no lo decía en serio, podía notarse por la forma en la que escondía su sonrisa.
Bueno, Barba y Carisi estaban de novios desde hace tantos meses, no vivían juntos pero frecuentaban sus departamentos, estaban muy enamorados y ya estaban haciendo planes para presentarse con Lucía y con Serafina, etc, etc, etc. Lo típico de una relación entre dos personas que van en serio. Lo único que los podría hacer terminar su relación son las inseguridades que el fiscal no quiere aceptar que tiene, al menos no delante de los demás, mucho menos del detective.
Pero el detective tiene el calor de un sol que perfora hasta quemar. No iba nunca a permitir que en la cabeza de Rafael hubiera tormentas que acabaran con él.
—Rafa, ¿Cuál es el problema?— Carisi ladeó su cabeza, buscando la mirada del contrario. —Además de Noah llamándote Tucker, claro.
—No lo sé.— Admitió, aunque se sintio extraño. Aún era nuevo en eso de abrirse con alguien. —Tal vez es solo que nunca creí que llegaría a vivir tanto tiempo.
Lo soltó de una forma tan casual que cuando sintió la mirada angustiada de Carisi sobre él, se dio cuenta de lo mal que se escuchaba.
—¿Debería pedirle el número de su psiquiatra a Liv?— El detective parecía asustado, demasiado para su gusto.
—No quise decirlo de esa manera.— Habló por encima de él, serio, o al menos dentro de lo que cabía. —Pero constantemente reevalúo todas las cosas buenas que tengo hoy en día y aún así me siento como una pieza que ya no encaja, ¿sabes?
—¿Y pintarte el cabello es la solución a tus problemas?
—Ja, gracioso, ¿Qué haría yo sin tus chistes?— Ambos se sonrieron divertidos por unos segundos, pero pronto Rafael dejó caer su expresión. —Voy a ser honesto, de verdad no sé que haría yo sin tus chistes.
Rafael Barba podía ser un poco difícil de leer y bastante fácil de malinterpretar y lo cierto era que en ese momento, Dominick no podía hacer ni una ni otra. Claro que Rafael no lo culpaba, él sabía bien que se comportaba cuál crucigrama y rara vez alguien se tomaba la molestía de intentar resolverlo. Apreciaba que el rubio tuviera la decencia de estar ahí y genuinamente escucharlo, aún si no lograba nunca comprenderlo a la perfección.
—¿Porqué lo dices?
Rafael torció los labios, quedando cabizbajo.
—Me siento vacío la mayor parte del tiempo.— Confesó, algo apenado por la sinceridad. —Pero cuando hablas me siento bien.
A Carisi se le reiniciaron todos los sistemas operativos y miles de advertencias se le asomaron por la cabeza. No estaba preparado psicológicamente para un comentario como ese.
—Creí que odiabas que hablara tanto.
—Amo odiar tu voz.
Barba apretó los labios en una sonrisa, un poco menos ansioso que antes. La verdad era que no podía explicar la forma en la que se sentía ni tampoco podía organizar sus ideas para darles un coherencia. Estaba seguro de que no le tenía miedo a las arrugas ni al cabello gris —Siempre y cuando Noah no lo comparara con Tucker— ni tampoco le tenía miedo a la idea de seguir respirando, pero si estaba preocupado por el constante vértigo de ser un ente pasajero sumergido en nada, rotando en una órbita sin planeta, navegando entre piedras con charcos de lodo. Tal vez si necesitaba al psiquiatra de Liv.
Pero con Carisi ahí, todo era más sencillo y, si Carisi permanecía junto a él, Rafael no tendría problema con ser entonces él quien hiciera los chistes malos y tintara su cabello.
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One-Shots Barisi
RandomLibro de One-Shots con romance discreto, expuesto, cómico, angustioso o simples pedacitos de vida, protagonizado por Rafael Barba y Sonny Carisi. Law & Order: Special Victims Unit © Dick Wolf