Capitulo 11: Un día para recordar

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Había pasado una semana desde que Riley y Val se convirtieron en novias. Para Riley, cada día había sido un descubrimiento, una nueva oportunidad para conocer y amar más profundamente a Val. Había ganado confianza poco a poco, y se sentía más segura de su relación. Aunque aún tenía algunas inseguridades, el amor y la paciencia de Val la ayudaban a superarlas.

Estaban en clase de historia, una de las asignaturas que menos les interesaba. Val estaba apoyada en su mano, mirando el reloj de la pared con aburrimiento. Riley, sentada a su lado, también se sentía abrumada por la monotonía de la clase. El profesor hablaba sin cesar sobre la Revolución Francesa, pero su voz parecía un zumbido lejano en el fondo.

De repente, a Riley se le ocurrió una idea. Sonrió para sí misma y sacó un lapicero de su estuche. Miró a Val, que seguía absorta en su propio aburrimiento, y decidió darle una pequeña sorpresa.

Con movimientos suaves, Riley tomó el brazo de Val y empezó a hacer pequeños dibujos en su piel. Val se sobresaltó al principio, pero al ver la sonrisa traviesa de Riley, se relajó y dejó que su novia continuara. Riley dibujó un pequeño corazón, seguido de una flor y luego un gatito, sabiendo cuánto le gustaban los gatos a Val.

Val observó cada movimiento de Riley, sintiendo una cálida sensación en su pecho. Los dibujos eran simples, pero cada trazo estaba lleno de cariño y dedicación. Val sintió su aburrimiento desvanecerse, reemplazado por una profunda felicidad. Le encantaba cómo Riley siempre encontraba formas pequeñas y creativas de hacer que su día fuera especial.

—¿Qué estás haciendo? —susurró Val, aunque ya sabía la respuesta.

Riley sonrió, sin levantar la vista del brazo de Val.

—Haciendo que esta clase sea más interesante —respondió en un susurro.

Val sonrió ampliamente, sintiendo una oleada de amor por Riley. Miró los dibujos, cada uno más adorable que el anterior, y no pudo evitar sentir que estaba viviendo un sueño.

—Eres increíble, ¿sabes? —dijo Val, acariciando suavemente el cabello de Riley.

Riley se sonrojó ligeramente, pero siguió dibujando, sintiendo una oleada de felicidad. Era increíble cómo algo tan simple podía hacerlas sentir tan conectadas y felices. Cada dibujo era una pequeña muestra de su amor, una manera de decirle a Val que estaba allí para ella, incluso en los momentos más aburridos y monótonos.

Cuando el profesor se giró para escribir en la pizarra, Val aprovechó la oportunidad para tomar la mano de Riley y darle un pequeño apretón. Riley levantó la vista, encontrándose con los ojos brillantes de Val. Se sonrieron mutuamente, compartiendo un momento silencioso pero lleno de significado.

—Gracias por hacer que todo sea mejor —murmuró Val.

Riley apretó suavemente la mano de Val en respuesta.

—Siempre lo intentaré —respondió, sintiendo que su corazón se llenaba de amor y gratitud.

La clase continuó, pero para Riley y Val, el tiempo parecía detenerse. Estaban en su propio mundo, un mundo donde el amor y la felicidad reinaban por encima de todo. Riley siguió dibujando, cada vez más confiada y segura de sí misma, sabiendo que Val estaba allí, apoyándola en cada momento.

Al final de la clase, Val miró su brazo lleno de pequeños dibujos y sonrió.

—Esto es lo más bonito que he visto —dijo, acariciando los dibujos con cariño.

Riley se sonrojó de nuevo, pero sonrió ampliamente.

—Me alegra que te guste —respondió, sintiendo una felicidad que no podía describir con palabras.

No estás solaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora