Kade es un integrante importante en la familia Richmann, pues sería quien tomaría el cargo como jefe de la empresa familiar. Después de todo, era el hijo mayor de William Richmann, dueño de una enorme empresa de exportación e importación de producto...
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Desesperación. Confusión.
Eso era lo que Tamara Kingsley sentía en ese preciso momento, una fuerte desesperación que la empujaba a sentir que, si decía que no, eso de alguna forma le costaría.
Pero vamos, ¿tenía tiempo para decir que no? Si la respuesta ya la había dado horas antes.
No tenía idea de cómo las cosas habían ocurrido tan rápido, se sentía como en una montaña rusa, iba a toda velocidad y sentía que iba a vomitar en cualquier momento.
─¿Es lindo el hombre con el que saldrás? ─cuestionó la pequeña Rose, sentada justo al lado de su hermana.
─Algo así... ─Realmente sí lo es, pero Tamara no estaba tan concentrada en eso.
Hace apenas unos minutos sus hermanos se habían enterado de lo ocurrido, ¿y cómo no? Tamara llegó a casa con un semblante sombrío, sintiéndose el ser humano más estúpido y con mala suerte del mundo. Ni siquiera conocía bien al hombre con el que saldría; sabía que debió decir que no.
Pero era su jefe, tenía miedo de que al negarse, este la echara del trabajo.
¿Quizás veía demasiadas telenovelas los fines de semana? Sí, debía ser eso, estaba muy paranoica.
─¿Él vendrá a recogerte, verdad? ─dudó Alex, quien miraba desde el marco de la puerta de la cocina; sus brazos se mantenían cruzados.
─Pues... ─Antes de que Tamara respondiera, Chris la interrumpió.
─¿Y si ese hombre intenta hacerte algo malo?
Claro.
Era de esperarse que sus hermanos soltaran tantas preguntas; Tamara no era de salir mucho con nadie... Al menos no hacía un largo tiempo. Aparte, eran bastante celosos de su hermana mayor, incluso le sorprendió que Nancy estuviera a la defensiva respecto al tema de Kade. No paraban de preguntar sobre cómo era, o a dónde irían y para qué exactamente.
─Bueno, ya, chicos, debemos calmarnos. ─Dijo Nancy, mientras que Ryan se mantenía agarrando su mano. ─Mejor... Confiemos en Tamara, ella sabe lo que hace, solo será una cena con su jefe, ¿no?
Sin embargo, Alex no parecía nada contento, sonrió de forma irónica y se despegó del marco de la puerta, caminando hacia su otra hermana.
─Ajá, sí, una cena con el jefe, qué lindo... ─dijo sonriendo, y luego frunció el ceño. ─¿Y si intenta sobrepasarse con ella?
─¿Pasarse...? ─dudó Tamara, elevando las cejas.
Alex suspiró, y en pasos lentos fue hacia el largo sillón a tomar asiento justo al lado de Rose, su hermanita, mientras mantuvo la mirada fija en Tamara.
