Capítulo 7: El Despertar.

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         Me recobré con un dolor punzante en todo el cuerpo, como si hubiera sido arrollado por un tren. Apenas pude abrir los ojos, noté la luz del sol filtrándose por una ventana cercana. Mis recuerdos eran borrosos, fragmentados en imágenes de combate y fuego.

 Quise tocarme la cabeza, empero no podía mover mi brazo derecho. Al enfocar mi vista, vi a GoGo sentada a mi lado, con los brazos cruzados y la cabeza apoyada sobre los suyos... Y el mío.

 Supuse que el movimiento que intenté hacer la despertó, por lo que me topé con una expresión que mezclaba sueño y preocupación en su rostro. Parpadeó lentamente en un par de ocasiones y, de repente, su mirada se tornó severa.

   —¡Hiro Hamada! —exclamó, su voz llenando la habitación—. ¡Nunca haces caso, siempre tienes que hacer las cosas a tu manera!

 Antes de que pudiera responder, se inclinó hacia mí y, con lágrimas en los ojos, me abrazó con fuerza. Sentí su alivio en la forma en que me apretaba, y lentamente, su enojo se desvaneció.

   —Lo siento —murmuré en apenas un susurro.

 Ella se apartó ligeramente, limpiándose las lágrimas y volviendo a cruzar los brazos.

   —¿Sabes lo preocupada que estuve? —dijo con un tono más suave—. ¿Qué estabas pensando?

   —¿Qué pasó? —pregunté, tratando de juntar las piezas en mi mente de unos borrones sin formas y alocados colores.

 Ella suspiró y se sentó nuevamente, esta vez al borde de la cama.

   —Te seguimos gracias al localizador en tu traje —explicó—. Uno que no te dijimos que habíamos colocado porque te conocemos bastante, aunque creas que no.

   —Eso explicaría muchas cosas —quise reírme, empero una punzada en el estómago me quitó todas las ganas.

   —No hagas esfuerzos, tonto —giró los ojos—. Te encontramos peleando contra Tadashi.

 Quise decir algo, pero ella me silenció antes.

   —Sí, si era él. No fue un sueño loco de pseudo coma como los que tuve yo... Intentamos detenerlo, pero se nos escapó.

 Sus palabras cayeron como un martillo sobre mí. Tadashi... Las imágenes comenzaron a aclararse, la lucha, su máscara, y finalmente, mi derrota.

   —¿Cómo me encontraron? —pregunté.

   —Yo te encontré, cómo siempre —respondió con intenciones de darme un golpe en la cabeza, pero se contuvo—. Estabas en muy mal estado, tu traje estaba destrozado y tú... Bueno, te trajimos aquí con los de SHIELD. Los médicos te cuidaron, has estado en mi situación cómo por cuatro semanas, enano.

 La sorpresa me golpeó de nuevo. Cuatro semanas. Miré a GoGo con una mezcla de gratitud y culpa.

   —¿Estuviste cuidando de mí todo este tiempo? —pregunté.

 Ella asintió lentamente.

   —Sí, Hiro. Y tenemos una charla pendiente sobre nuestros sentimientos... Pero cuando te recuperes, que quiero que puedas correr de mis manos sobre tu cuello.

   —Quién dice que quiero escaparme de esa dulce tortura —bromee.

   —Sí, si eres tú.

 Sentí un nudo en la garganta, pero antes de poder responder, GoGo se levantó.

   —¿Dónde vas?

   —A avisar que te despertaste —cuando casi desaparece por completo por la puerta, se regresó—. Ah, casi se me olvida, ahora necesitas reincorporarte a la vida normal. Pero hay algo que debes saber. Antes de que Tadashi escapara, logramos colgarle un mini chip rastreador. Podemos encontrarlo cuando queramos.

Metidos En Problemas (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora