Capítulo 3: La Revelación.

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         —¡Bay!, esto no puede ser normal.

   —Hiro, necesita reponerse y durmiendo es la mejor manera en la que el cuerpo puede hacerlo ya que no debe enviar energías a otras.

 Llevaba una semana esperando a que se recuperase y hasta los médicos de SHIELD la atendieron y llegaron a la misma conclusión que el robot: solo necesita descanso. Una vez despierta, estaría completamente bien... Pero yo no iba a creerlo hasta verlo.

   —¡Hey! —Honey apareció en el marco de la puerta—. ¿Los puedo acompañar un momento?

 Realmente prefería que estuviésemos a solas, pero no tenía ni energías siquiera para negar la petición.

   —De acuerdo —mi tono salió un poco irritado—. Pasa.

   —Solo vengo a ver si estás bien —habló con calma.

   —Perdona, Hon. Es solo que yo... —intenté rebuscar en mis ideas algo para decirle, algo que le quitase las dudas acerca de mi bienestar, pero no encontré nada así me esforzase como nunca antes—. No lo sé...

   —Está bien, no tienes por qué saberlo yo... Te entiendo, ¿sabes?

   —Con todo el respeto —la interrumpí—. No creo que lo hagas y lo que menos necesito ahora es una charlita motivacional que de nada me va a servir.

   —Oye, no tienes que ser siempre el más duro de todos. Yo sé que quieres estar con nosotros siempre, liderarnos y cuidarnos, pero habrá momentos en donde será mejor que hagas lo que te salga del corazón y eso, en esta situación, es estar aquí. Esperarla a ella, a que despierte, completamente sana... Y hacerlo tú mientras la aguardas.

   —¡No, Honey! —el enojo se salió de mi ser reflejado en mis manos formando tensos puños—. Yo no tengo que sanar, yo tengo que mejorar porque si no hubiese sido un idiota el día del ataque, esto no hubiese pasado.

   —Podrás mejorar el día en el que aceptes que todos cometemos errores —habló poniéndose en pie—. Además, ni siquiera tú puedes saber qué va a pasarnos.

   —Me prometí cuidarlos a todos —la miré con decisión—. Y que no volviésemos a sufrir más de lo que ya hemos pasado y mira dónde estamos, ¡mira cómo está!

   —Solo venía a decirte que los exámenes de SHIELD empiezan mañana a las seis.

   —Dile a Carter que no las tomaré —respondí con sequedad—. No hasta que esto acabe.

   —De acuerdo, pero por el amor de lo que más quieras, come y duerme, que las ojeras te llegan al piso y estoy cansada de retirar los platos sin tocar —sonaba cómo una madre amenazando a un hijo—. Y llámanos si necesitas algo, estaremos aquí cuanto antes.

 De súbito, recordé el cuaderno que le había regalado.

   —¡De hecho! —me apresuré a decirle mientras me levantaba para alcanzarla—. Sí necesito que me ayudes con algo.

 Luego de describirle la tapa y de esperar unos veinte minutos, ella volvió con el objeto entre las manos.

   —Esto estaba enganchado a las anillas —me informó señalando el bolígrafo.

 Justo cuando ella se fue, me apresuré a retomar mi lugar, sentado en la silla de la derecha, pegado a su cama.

   —Hago esto por tu bien, ¿sí? Pero no me mates cuando descubras que me metí a ver tus creaciones —le hablé despacio.

 Estuve un largo rato leyendo todo lo que había escrito, maravillándome con cada página que avanzaba ante su prosa...

   —¡Ja! Quién diría que eras una cosa con sentimientos tan humanos, Tomago... —su rostro estaba tan relajado que me sentí mal—. Me gustaría que estuvieses persiguiéndome por toda la agencia para devolverte esto, la verdad.

Metidos En Problemas (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora