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Se acercó a la princesa, sabiendo que el aroma de la omega se volvería más fuerte cuanto más centímetros acortase. Pero, ¿qué más podía hacer? La maldita princesa de Corea estaba estancada en su puerta. Pensó en la bandita de Shinchan, todavía en su mesita de luz, inservible.

-Hola -dijo, parándose frente a ella.

Miró el bolso Prada colgando del hombro de la princesa, que no eran lo único de color en ella (verde, para ser exactos). Incluso su cabello era tan rojo y sus ojos tan cafés que Jimin estuvo segura que se camuflaría con las hojas de otoño si pudiese hacerlo. Y la noche le sentaba mejor a la princesa, mucho más natural que las mañanas.

La noche ponía este halo celestial en ella. Una ángel caída, con la piel tornándose pálida y sonrosada a causa del invierno. Y la nieve a su alrededor de repente contribuyó a la imagen demoniaca de la princesa, la hizo relucir tanto que a Jimin le dolió mirarla. Estaba segura de que había leído sobre criaturas como ella en algunos libros; Lilith, Eva, Beatriz, Berenice...

Todas ellas tenían el característico cabello pelirrojo, labios y ojos como estos.

-Te estaba esperando -susurró, sacando las manos de sus bolsillos y arreglándose el cabello detrás de la oreja. -¿Podemos ir a otra parte? No debería estar aquí porque alguien podría verme y...

Jimin debió darse una bofetada. ¡Era imposible que esto fuese real! La princesa le hablaba como si tuviesen un negocio pendiente, como lo haría una amante que espera recibir algo durante la noche. Tragó pesado, todavía le ardía el recorrido del caramelo.

-Claro -rascó su barbilla, señalando torpemente el portón -, ¿quieres subir?

La princesa se movió, dejando que Jimin pusiese las llaves en la cerradura y la guiase dentro del pequeño complejo de apartamentos. Su casera tenía cincuenta años, una mujer con cáncer de pecho, una omega que fumaba como chimenea y siempre le advertía sobre echarla a la calle si hacía un escándalo. Se preguntó si la presencia de la princesa entraba en la categoría titulada "posibles escándalos"

-Lo siento, el ascensor no funciona.

La princesa asintió.

Sus pasos resonaron por la escalera, debían ser las única aquí afuera a las dos de la madrugada. El polvo flotó al pisar el felpudo y el olor a humedad provenientes de los corredores avergonzó a Jimin. Abrió la puerta de su modesto hogar y permitió que la princesa entrase primero.

Qué tan raro era tener a una joya de la corona de pie en medio de su sala de estar. Sus muebles eran de segunda mano y uno de los focos se había quemado hacía tres días, pero Jimin todavía era muy vaga para cambiarlo. Todo era un desastre, la puso nerviosa, fuera de lugar. Y Kim Minjeong tenía un talento para adueñarse del mundo, ella no tuvo que hacer nada espectacular para que los ojos fuesen en su dirección.

Casi como una vampiro.

Una demonio de 1,64 y labios carnosos.

Una ángel de ojos cafés.

Jimin se quitó la chaqueta y los copos de nieve se derritieron en el suelo. La princesa la miró, la boina colgada en el respalda de una de sus sillas, como si pensase en quedarse más de los esperado. Su flequillo con la ausencia del accesorio francés se encontraba un poco despeinado lo cual le daba un toque totalmente tierno.. y atractivo. Y sus dedos seguían yendo a su boca, tocándose los labios con las uñas, las comisuras con las yemas, bajándolos para que descansasen sobre la mesa y luego de regreso a sus labios. Un gesto nervioso, la misma cosa que había hecho en esas fotos en París, excepto que, al contrario de lo que dedujeron las personas detrás de esos estúpidos comentarios, no era por vanidad, era miedo.

Out Of Touch | WINRINA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora