05

686 104 21
                                    

Había pasado una semana y sentía que su cuerpo había sido pisado por un elefante, quien trajo a su hijo para que la pisase también.

Su madre la llevó a muchas reuniones estúpidas que nada tenían que ver con la realeza o asuntos gubernamentales. Era más bien un seguimiento de una lista larga y aburrida de tareas relacionadas con los preparativos de la boda.

Por un segundo, Minjeong prefirió estar en una máquina de tortura medieval que ser manejada por tres mujeres que parloteaban sobre sus medidas y la posibilidad de un corset. ¡Minjeong no quería un corset!

Al menos la tortura era compartida, porque dudaba de que John estuviese a gusto con todo esto. Se encontró con sus ojos a través del espejo en medio del salón, el jefe de seguridad bebía un café entre vestidos de boda elegantes y coronas de diamantes, hizo una mueca que divirtió a Minjeong.

-¡Creo que esta servirá! -Su madre apareció con un vestido de un tono perlado. Tenía lirios blancos bordados en las mangas y un sutil escote en forma de corazón. -Podemos añadirle un velo a juego y sería hermoso. ¿No creen?

-Todo con tal de no llevar corset -bufó Minjeong, ganándose una mirada irritada de la reina. -¿Qué?

Ella alzó las cejas, tan arriba que Minjeong creyó posible que le tocasen las raíces del cabello.

-Mañana probaremos las muestras de pasteles, espero que te comportes como una princesa frente a tu futuro esposo.

-Y yo espero que él no se comporte como un príncipe conmigo, eso sería vergonzoso -susurró, rodando los ojos.

Al parecer no pasó desapercibido por los oídos agudos de su madre.

-Vergonzoso sería que alguien se hubiese dado cuenta de lo que has estado haciendo.

Se quedó callada, con los dientes raspando su labio y sus ojos vagando por las caras sorprendidas de las modistas. Las tres mujeres hicieron una pequeña venia antes de desaparecer, John se quedó, pero no emitió sonido alguno. Minjeong agradeció su presencia, porque al menos con él aquí habría un testigo si su madre decidía asesinarla con sus uñas de acrílico.

-Madre...

-Al menos esa chica no ha vuelto a molestarte.

-No la metas en esto -siseó, apretando los puños y tranquilizando a su omega que solo quería mostrarle las garras a la reina.

Ah... le dolía el pecho. Su cabeza había estado girando alrededor de Jimin todos los días, a cada hora, a cada segundo. A este paso se volvería loca. Y, además, su madre no estaba ayudando, porque aprovechaba cada oportunidad para despotricar irónicamente y explícitamente contra la alfa.

No era tonta. Minjeong supo desde el momento en que fue descubierta que su madre investigaría a Jimin. Y así lo hizo. John se lo confesó cuando Minjeong lo atrapó en medio de sus rondas y le obligó a contarle todo lo que su madre le había pedido. Él no se resistió, siempre había tenido una debilidad por la princesa, como si se tratase de una hermanita menor demasiado molesta, pero por la cual arriesgaría su vida (literalmente).

Le dijo que la reina había recibido el mismo informe que obtuvo Minjeong aquella vez. Y por la cizaña con la que su madre hablaba de Jimin, la había encontrado defectuosa.

-Tú la metiste en esto. ¿En qué diablos estabas pensando?

Solo quería ser libre.

Tampoco dijo nada de eso.

Qué cobarde, pensó, ¿algún día te convertirás en una mujer valiente?

Esa misma tarde le pidió a Yunjin que fuese a verla, habría ido ella, pero su madre le prohibió salir del palacio a menos que fuese en su compañía. Lo cual era ridículo porque Minjeong tenía veinte años. Era una adulta ¡Joder!

Out Of Touch | WINRINA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora