𝟬𝟬 • 𝗘𝗺𝘂𝘀 𝗺𝗮𝘅𝗶𝗺𝘂𝘀

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—¿Escuchaste la noticia de la última hija de los Granger? ¿Hermione?

Lavender, obviamente que lo escuché, ¿Crees que vivo en una cueva?

Ohhh, Parvati, siempre tan mala onda. Pero, enserio, esa Hermione me trae fascinada.

No eres la única.

Digo, una linda y adorable omega, que además, es una cambiaformas, ¿No es la cosa más linda y especial que has escuchado?

— Es una maquina expendedora no un micrófono, vete a hablar a otro lado.

Ambas jóvenes betas miraron al joven hombre frente a ellas, el flequillo de su pelo rubio casi blanco tapaba parcialmente sus ojos pero su expresión de molestia era clara.

Las dos chicas hicieron una mueca de confusión, no habían sentido un mínimo olor de la presencia de aquel chico, sino hubieran seguido su paso como si nada.

Lavender rodó los ojos, separándose de la máquina expendedora donde estaba apoyada, tomando la mano de Parvati, las dos betas se fueron, caminando por el pasillo del edificio de la universidad ignorando al rubio.

Draco por fin pudo pedir su gaseosa a la máquina, disfrutando el silencio que había provocado la ausencia de las dos chicas, tantas voces le hacían doler los tímpanos, y ese día todos estaban hablando de lo mismo.

En verdad, él había escuchado acerca de ese caso tan especial llamado Hermione Granger; siendo una joven omega de una familia rica de puros alfas, su condición de omega era ya era bastante especial, pero no fue conocida hasta hacía unos días, cuando el mundo se enteró que la chica de diecinueve años era una cambiaformas; pasando de ser una muchacha enana y bonita a una majestuosa loba castaña.

Por muchos años, se creían a los cambiaformas como un mito, algo propio de las películas de Hollywood, sabían que en la antigüedad existieron y hasta había fotos viejas donde aparecían cambiaformas, pero siempre estaba la duda si en verdad era un humano en forma de lobo o un perro muy grande, Draco siempre optaba por creer la segunda.

Pero Draco tenia tanto interes de hablar de Hermione y los cambiaformas como lo que le importaba hablarle bien a la charlatana de Lavender. Un menos diez porciento, para ser mas exactos.

Con su refresco en la mano, volvió a la biblioteca, lugar donde de dedicaba a hacer las únicas dos cosas que hacía en la universidad: estudiar o dormir. Aunque siempre tuvo la costumbre de terminar haciendo la segunda cosa.

Dejando a sus pies la lata media vacía, se acostó en el sillón del fondo de la biblioteca.

La bibliotecaria era una joven alfa de poco más de veinte años que sabía de las siestas de Draco, pero no le molestaba en lo absoluto, por otro lado, despertaba al chico sólo cuando un profesor o el mismo director entraba para corroborar el buen uso de la biblioteca; por esa razón, el rubio dormía con un libro entre las manos, así que cuando se despertara, solo fingirá leer.

—Buenas tardes— saludó Draco a la rubia tras el largo escritorio.

Él podía considerar a la joven alfa como la persona que más apreciaba de toda su universidad, y la única que elegiría como amiga si tuviera algún interés en hacer uno, que no tenia, por supuesto, él estaba demasiado tranquilo solo y socializar con la gente lo agotaba.

—Hola, Black.

A pesar de que la chica sabía su nombre, Draco nunca se había molestado en fijarse el nombre de ella ni en la placa en su pecho o en la que descansaba sobre el escritorio.

En su cómodo trono, echó la cabeza hacia atrás para cerrar los ojos y dormir, tenia el don de dormir en cualquier lado y en cuestión de minutos, como un gato.

𝗗𝗲𝗹𝘁𝗮 | 𝗱𝗿𝗮𝗺𝗶𝗼𝗻𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora