12

4.4K 409 91
                                    

Sentado en la sala común de Gryffindor, miré las llamas danzantes en la chimenea mientras el bullicio de los estudiantes resonaba a mi alrededor. Era la primera semana desde que todos habían vuelto de las vacaciones, y aunque esperaba sentirme más acompañado, la realidad era muy distinta. Harry y Hermione pasaban la mayor parte del tiempo con sus parejas, y los únicos momentos que compartíamos eran en los grupos de estudio o en las clases con otras casas. Desde la confesión de Blaise, no habíamos estado juntos otra vez. A veces lo veía platicando con sus compañeros de Slytherin y otras pocas veces con Malfoy.

Me acomodé en el sillón, sintiendo una soledad que se hacía cada vez más palpable. Pensé en lo mucho que extrañaba a Blaise. Antes, incluso en mis momentos de mayor soledad, él lograba sacarme de ese vacío, acompañándome hasta que los demás regresaban. El hecho de pensar en él solo hacía que lo extrañara más de lo normal. Decidí levantarme, acomodé mi uniforme y salí de la sala común con la intención de buscar a los gemelos y pasar el día con ellos, si es que los encontraba.

Caminé por los pasillos de Hogwarts, viendo a otros estudiantes pasar en grupos, riendo y conversando. Me recorrí el castillo durante varios minutos, pero no encontré a Fred y George. Frustrado, me senté en uno de los bancos del jardín, tratando de pensar en dónde podrían estar. Mientras recorría el lugar con la mirada, noté a Blaise a lo lejos, sentado solo, mirando al cielo con su semblante sereno y característico. Tragué saliva y traté de levantarme para acercarme a él, pero una chica de Ravenclaw se adelantó y se sentó a su lado. Me volví a sentar, observando la escena sin poder apartar la vista.

Vi cómo platicaban y cómo la chica sacaba una carta de su túnica, ofreciéndosela a Blaise. Él, aunque dudoso, la aceptó, haciendo sonreír a la chica antes de que ella se marchara. Una oleada de celos me recorrió. ¿Cómo podía Blaise aceptar una carta de otra persona después de decirme que le gustaba? El pensamiento de que Blaise podría estar jugando conmigo o diciendo lo mismo a otros me hizo enfurecer. Me levanté decidido y caminé directamente hacia él, colocándome frente a Blaise, quien al verme, levantó la mirada.

_ ¿Ron? dijo, sorprendido.

_ ¿Qué era eso? le solté, señalando el bolsillo donde había guardado la carta.

_ Ah, pues… empezó a decir, pero lo interrumpí.

_ Sabes qué, no importa. De hecho, no es mi problema, dije, dándome la vuelta para irme, pero Blaise me detuvo, agarrándome del brazo.

_ ¿De qué hablas, Ron?

Me volví hacia él, lleno de frustración.

_ Por un segundo creí que realmente yo te gustaba, pero al parecer se lo dices a todo el mundo.

Blaise, visiblemente confundido, frunció el ceño.

_ ¿Por qué dices eso? Eso no es así. Lo que te dije fue completamente sincero.

_ ¿Y esa carta? ¿Por qué se la aceptaste? —le espeté.

Blaise, aún más desconcertado, sacó la carta de su bolsillo y me la mostró.

_ ¿Esta carta? La agarré para que se fuera. No significa nada para mí.

Sin dudarlo, rompió la carta en pedazos, dejándolos caer al suelo. Observé los trozos de papel esparcidos y sentí que mi enojo se disipaba, reemplazado por un sentimiento de culpa. Bajé la mirada.

_ Blaise, yo… lo siento.

Blaise me miró con suavidad.

_ Está bien, Ron.

_ ¿Estás enojado conmigo? pregunté, temiendo su respuesta.

_ ¿Por qué lo dices?

_ Pues desde que todos regresaron, ya no pasas tiempo conmigo.

Amortentia a las serpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora