22 - Colores del viento

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Observó con expectación cómo su pecho subía y bajaba suavemente, zumbando como las alas de una mariposa. Todo esto era culpa suya, ella era la culpable de todo esto, sus acciones habían provocado que el hombre que yacía ante ella se viera empujado al agotamiento más absoluto. Su estado era un recordatorio de su extrema confianza, bueno ella lo llamaría arrogancia por su parte. No le había informado de su plan y ahora él parecía estar al borde de la muerte. Ella creía que podría manejar tanto a Danzō como a Obito, pero el Uchiha había demostrado ser mucho más fuerte de lo que nadie esperaba. El resultado de su poder se veía a través de la forma herida de Naruto.

Las puntas de su pelo estaban chamuscadas y ennegrecidas, tenía un tajo espantoso sobre el ojo izquierdo y una horrenda quemadura en la cara que le cubría incluso el ojo derecho, afortunadamente sus dos ojos estaban ilesos y en ese momento tenía vendas envueltas alrededor de la cabeza, protegiendo sus ojos de la vista. Tenía una gran herida en el estómago, que si Obito hubiera puesto más fuerza en el golpe Naruto podría haberse quedado sin intestinos. Entonces miró hacia el nudoso muñón de su hombro derecho, y feo recordatorio de lo lejos que él llegaría por ella, sólo ese pensamiento hizo que algo fluyera a través de ella, saltando de buena gana al peligro para protegerla, para protegerla de los fantasmas de su pasado. Era casi como una pluma bailando dentro de su corazón. Luego le pasó la mano con ternura por el cabello dorado con mechones quemados, alisándole la mano sobre el cuero cabelludo, el cuerpo del hombre se relajó en su abrazo como si se hubiera aliviado un gran peso de su cuerpo. Inconscientemente había hundido la cabeza en la mano de ella, tratando de captar el tacto iluminador y el puro calor que le proporcionaba. Ella sonrió mientras le observaba, una simple acción podía decir tantas palabras.

Se preguntó qué le motivaría a enfrentarse a retos de los que la mayoría huiría, a lanzarse a sabiendas al peligro a pesar del riesgo de muerte, a renunciar a todo y a nada en pos de ella, condenándole a la soledad y a la tristeza. ¿Qué le motivaría a tirar por la borda todo por lo que había trabajado para salvar a alguien que poco podía ofrecerle, por qué perseguirla con tal fanatismo que uno pensaría que está poseído? ¿Por qué ir tan lejos aunque sólo fuera para perder lo que apreciaba? Ella conocía la respuesta. El amor. Una fuerza tan poderosa y desconocida, tan misteriosa en su forma de atrapar el corazón y la mente con diversos grados de logro. En efecto, el amor es tan fuerte que toda razón se vuelve ciega ante él, ciega ante la verdad, ciega ante todas las cosas. Hasta dónde se estaba dispuesto a llegar por amor es incierto, pues era tan escurridizo en su significado que uno podía cuestionarlo toda su vida y seguiría sin tener respuesta, aparte de saber que era real. La pérdida del amor podía desesperar, quizá lo suficiente como para enterrar la verdad, para esconderse de su dolor y de su recuerdo. El amor era tan poderoso que incluso el más fuerte de todos podía caer de rodillas ante su poder. Y ella sabía que él la amaba, tal vez no era consciente de ello, tal vez se negaba a reconocerlo, tal vez le daba miedo, cualquiera que fuera el caso. Ella sabía que él la amaba, y no podía negar que se había enamorado de él, ella también lo amaba. Como se dijo, el amor es tan misterioso que puede tardar años en aparecer, a veces es algo instantáneo, o tal vez una sola palabra pronunciada entre ellos puede encender la chispa que llevan dentro. Pero en su caso, las pequeñas interacciones, la confianza y la compasión les habían llevado a esto.

"No te vayas... si desapareces de mi vida, todo el color de este mundo se pintará de gris. Y eso será demasiado insoportable para vivir. Así que, por favor, no me dejes... Konan." dijo Naruto inconscientemente mientras las vendas alrededor de sus ojos desarrollaban manchas húmedas y mojadas por donde se deslizaban algunas lágrimas por sus mejillas. Konan sonrió cálidamente y se inclinó y besó las lágrimas saladas, sus pequeñas acciones estaban surtiendo efecto ya que Naruto se relajó y soltó un suave suspiro de alivio mientras Konan besaba sus lágrimas. Una vez que sus ministraciones ya no fueron necesarias, ella miró fijamente su rostro dormido con ojos tiernos, ella esperaba que el sueño que él estaba teniendo, fuera uno que pudiera aliviar todo su sufrimiento. No pudo contener la sonrisa de sus facciones y lentamente bajó sus labios hasta los suyos donde los capturó en un casto y cariñoso beso, contentándose con saborear el momento. Podría haber jurado, sin embargo, que él le devolvió el beso.

Naruto - Alumno de Madara ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora