Naruto - Alumno de Madara ✔️

3 - Dragón del Viento Nocturno

Su respiración era tranquila y uniforme, no se podía ver ningún atisbo de miedo y ansiedad en su forma firme. Llevaba dos años entrenándose para esto, para hacerse más fuerte, para matar. Se había sometido a los entrenamientos más duros, había sufrido fracturas óseas, conmociones cerebrales, pérdidas abrumadoras de sangre... Nombra la herida y la tenía. Pero ni una sola herida le había dejado cicatriz, no había marcas de batalla ni pruebas de que hubiera sido herido, sólo su piel, que tenía una cicatriz, una cicatriz que parecía haber sido alcanzada por un rayo y que se arqueaba hacia fuera. Desde aquella vez, hacía dos años, se había convertido en una persona cambiada, no tenía remordimientos, ni vacilaciones, no había ni una pizca de perdón en su corazón. No había nada en su corazón.

No recuerda cómo eran los árboles ni el cielo. No había respirado el aroma de las flores en la eternidad, no recordaba cómo sonaban las hojas cuando volaban al viento. No había sentido la luz del sol brillar sobre él, no recordaba qué forma tenían las nubes. No recordaría la sensación de gloria que desprendían las montañas. No podía recordar los rostros de las personas a las que llamaba amigos, no... familia. Lo único que recordaba de su llegada al lugar en el que se encontraba ahora. eran unos ojos rojos como la sangre y una mano que chirriaba.

Lo único que sabía con certeza en ese momento era el sudor de su cuerpo y la Katana en su mano. El chico rubio de pelo de punta era ahora un hombre... con quince años podía pasar por uno de diecinueve. Estaba sin camiseta y se podían ver todos sus músculos delgados y ondulados incluso a través de la ropa, músculos que había ganado tras intensas rutinas de entrenamiento y ejercicios con los que muchos creerían que moriría de tanto ejercitarse. Tenía vendas ensangrentadas en las manos, señales de que se había golpeado con algo hasta romperse.

El atuendo que llevaba era un pantalón negro blindado que le cubría los muslos y las pantorrillas, botas negras ajustadas con garras en los dedos y espuelas con pinchos en el talón. Y un cinturón de cuerda azul claro con el extremo colgando entre la cara interna del muslo y la entrepierna que terminaba por debajo de la rodilla. La hoja de la katana era azul plateado y la espada no tenía guarda, tal y como le gustaba al rubio; en lugar de la empuñadura habitual de las katanas, ésta era completamente metálica y tenía una empuñadura gris y, para rematar, la espada tenía una larga cuerda azul de 23 pulgadas que estaba conectada a la empuñadura.

Se preguntó cuán fuerte era en realidad, no tenía a nadie con quien comparar su poder, excepto el anciano. Pero éste era viejo y ya no podía luchar, su cuerpo marchito apenas podía caminar cinco metros en la distancia, así que realmente no tenía a nadie. El tiempo era el enemigo de todo shinobi, siempre corría para todos, incluso para él. Creía que era extremadamente poderoso, dada la cantidad de chakra que tenía y la forma en que podía utilizarlo. Otra cosa que había mejorado era su control del chakra, antes tenía un control del chakra bastante horroroso, pero eso no era culpa suya, es sólo que tenía demasiado chakra y no podía utilizarlo realmente como todos sus compañeros. Creó kage bunshins todos los días hasta que trabajó su control de chakra a la perfección, ya fuera escalando cascadas mientras equilibraba kunai's en sus dedos al mismo tiempo y simultáneamente hacía flotar hojas por todo su cuerpo... algunos podrían pensar que eso era exagerado pero él necesitaba el entrenamiento.

Ahora su control era perfecto y podía utilizar la gran fuerza del Hokage si quería, pero prefería las muertes rápidas y silenciosas a golpear a alguien con el puño en la cara y romperle la mandíbula al mismo tiempo. Por eso eligió el Kenjutsu, porque complementaba a la perfección su Naturaleza del Viento. Su habilidad en la manipulación de la naturaleza había dado un salto de gigante. Ahora podía cortar por la mitad infiernos tres veces más grandes que él con su Naturaleza de Viento, incendiar una cascada y destrozar tornados con sus rayos.