XVI

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Aviso: Capítulo demasiado largo.

El golpe en su mejilla la transporto a los años pasados, en aquellos en dónde recibió la misma agresión tras pedirle de forma inmadura a Jacaerys que se casara con ella. Maela estaba experimentando un pequeño déjà vu, mientras se quedaba en total silencio y observaba a su madre, la reina Alicent, parlotear sin parar.

La reina verde estaba de lo más nerviosa, tenía los pelos de punta y de su boca no dejaban de salir balbuceos, diciendo palabras incoherentes en su estado de insensatez. La Hightower comenzó a morder sus maltratadas uñas frente a su propia hija, quien tenía el mismo extraño hábito.

Pero Maela no estaba reaccionando ante el comportamiento de su madre, en vez de eso, ella alzó sus propias manos y las miro con atención, notando las uñas rotas y quebradizas que ella misma se había encargado de malherir a lo largo del tiempo, como muestra de su incapacidad para soportar diversas situaciones.

Admitía que tenía muchos de los gestos de la reina y ser testigo de ello en primera persona, le incomodaba por alguna razón. Maela realmente no estaba ni un poco afectada por las rabietas de su madre, no le importaba para nada y solo estaba inexpresiva frente a ella, ignorando el ardor de su mejilla.

Necesitaba una copa de vino, tan solo un poco de licor que la embriagara lo suficiente para recuperar ánimos y tener más valentía. Para su buena fortuna, la reina verde tenía una botella de vino encima de su habitual mesa para tomar el té, por lo que, Maela se acercó sin dudarlo y tomo la botella entre sus manos; divisando dos copas al lado de la botella de vino.

Un detalle extraño que no paso desapercibido para ella, pero que le resto importancia al estar concentrada en servir su vino y tomarse la copa que acababa de llenar en un santiamén. Cerca de ella, la reina Alicent miro con desconcierto y pánico como su hija menor se sentaba en la mesa con la cual estuvo compartiendo su compañía con cierto caballero la luna anterior.

Una información de la cual su hija menor no era conocedora, para su buena fortuna.

—¿Qué se supone que haces? —Pregunto la reina, yendo con rapidez hacia su hija y alzando su mano para abofetearle por segunda vez— ¡Deja de tomar como tu maldito hermano y préstale atención a tu madre! —Exclamo Alicent, a punto de golpear a Maela, si no fuera porque ella tomó la mano de su madre antes de que pudiera impactarla sobre su rostro.

—¿Crees que golpeándome vas a solucionar algo, madre? —Cuestiono ella, apretando con nula fuerza la blanquecina mano de la reina y soltándola para beber otra copa de vino— Estás muy equivocada si piensas que puedes controlarme a mis hermanos o a mí mediante la violencia. Soy una princesa y por ende, soy intocable para una mera consorte como tú. —Se defendió ella, deslizando venenosas palabras de sus labios empapados de vino.

La reina Alicent se retractó, dio unos pasos hacia atrás y en lugar de enojarse, se puso a cuestionar sus acciones por un instante, dándose cuenta de que, efectivamente, era una mala madre tal y como lo era su mismo padre. ¿Cuántas veces no ha golpeado a su hijo mayor, Aegon, en vez de escucharlo y apoyarlo?

Los ojos violeta de Maela estaban sobre su madre, mirándola con recelo y elevando la comisura de sus labios al verla retroceder ante ella. Se dio cuenta de que, el poco afecto que alguna vez tuvo por su madre, estaba quedando atrás y que en su corazón, solo quedaba el antiguo recuerdo de la mujer que solía hacerle trenzas en el caballo cuando era tan solo una niña.

Y no supo que pensar con exactitud sobre eso, porque su corazón dio un pequeño vuelco, sintiendo nostalgia al recordar su infancia y el afecto que tanto deseo obtener por su familia. Había derramado una infinidad de lágrimas por ellos, se volvió una maldita niñata llorona e incapaz, pero ahora, después de años, sus lágrimas parecían comenzar a secarse.

𝗬𝗼𝘂'𝗿𝗲 𝘁𝗼𝗼 𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 𝗳𝗼𝗿 𝗺𝗲 -𝗝𝗮𝗰𝗮𝗲𝗿𝘆𝘀 𝗩𝗲𝗹𝗮𝗿𝘆𝗼𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora