Prefacio

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—¿Crees que es aqui, cara de mierda?

Circe rodo los ojos al escuchar a su hermano, despues de cabalgar varios dias siempre se ponia insoportable. Lo mas probable era que le dolía el trasero pero había llegado un momento en el que la chica le pidió por favor que se callara.

Había sido un largo camino desde un pueblo en tierras danesas hasta Eoferwic, el lugar que supuestamente estaba Uhtred, un amigo cercano a los hermanos, tanto que podían considerarse familia. En realidad casi que lo eran, su hermano se iba a casar con Thyra, si no hubiera ocurrido el incendio. El evento que los separo.

Uhtred pensaba que estaban muertos porque ellos se encontraban en la casa cuando pasó, la casa en llamas se consumió y Circe y Aksel no fueron vistos salir de ahi.

Pero estaban bastante vivos, con muchas quemaduras pero ahi estaban, corriendo a un pueblo vecino en busca de ayuda, Circe llevaba a Aksel colgando un brazo sobre su hombro mientras intentaba caminar lo mas rapido que sus piernas podían. Los brazos de la chica estaban en carne viva, al igual que parte de su cuello, las lagrimas limpiaban el hollín de su rostro, sus pulmones hacían ruidos extraños al intentar pasar el aire. Pero siguio corriendo con su hermano semiconsciente.

No miró atras, no podía hacerlo porque sino correría a buscar a Asgur, su hermano mayor que se casaría con la hija de Ragnar el intrépido. Quienes ahoran eran consumidos por las llamas.

Estuvieron unos dias recuperándose en la cabaña de una anciana que los ayudo con sus quemaduras, Circe no recordaba haber llorado tanto en su vida como esos días, lloraba la perdida de su hermano, de su familia, por que sabía que aparte de ahora tendría que vivir sin ellos. Pero le agradecía a los dioses que Aksel seguía con ella, intentando hacerla sonreír a pesar de querer desmoronarse.

Fue de un vendedor ambulante que escucharon que Uhtred y el joven Ragnar fueron vistos en tierras cristianas, sirviendo al rey sajón. No les importo las quemaduras recién curadas ni el dolor que tenían antes de emprender camino a sus tierras.

Si hubieran esperado unos días como le recomendo la anciana, tal vez no se encontraban con aquel grupo de daneses crueles, que los habían capturado sin poder defenderse, obligando a Aksel ver a su hermana ser abusada y maltratada por aquellos hombres que luego sufrieron la peor de las muertes a manos de Circe, que había envenenado el agua que tomaban una noche donde ya no pudo soportar más.

Aquella noche Aksel y Circe corrieron por los bosques despues de saquear los cuerpos muertos, tomando las primeras vidas en mucho tiempo. El joven descuartizo los cuerpos y los dejo colgados en un camino cercano, sin podes evitar aquella ira que lo recorría. Nada pudo separarlos después de eso, cubrieron sus cuerpos y almas con un caparazón que nadie podía penetrar.

Ambos se habían ganado una reputación en aquellos días posteriores a las semanas capturados.

Los hermanos veneno.

Circe tenía conocimientos de todas las hierbas y plantas de los bosques, con las mezclas suficientes podia matar a cualquier hombre, sus manos quemadas la hacian que las flores venenosas que eran mortales al toque, no le hicieran nada. A pesar de tener habilidades de pelea extraordinarias, sus cortes eran mortales por los líquidos extraídos de las flores y puestos en la hoja de su espada.

Aksel era demasiado fuerte, su hermana decía que era la ira que contenía dentro, pero no le importaba. Lo ayudaba a terminar batallas con mas rapidez. A parte de su fuerza bruta, Aksel un vidente, nada especializado pero tenía sueños que no eran comunes.

Su camino se llenaba de retos con los días que pasaban, dejaron de ser aquellos jovenes que parecían estar asustados y pasaron a ser guerreros mortales. Sus rostros ahora estaban marcados con pintura negra, recorriendo formas de runas y dando terror a los pueblerinos que se cruzaban. No les importaba, Circe tenía diecisiete cuando decidió dejar aquella cara ilusa e inocente que mostraba al mundo, en el fondo guardaba su alma envuelta en un cristal que no dejaría a nadie romper.

Aksel tenía veinte y habían pasado al menos diez meses hasta que pudieron seguirle el rastro a Uhtred y un pueblo que no conocía nadie. El cabello creció y los vellos también en la barba, las mujeres que se cruzaban en los pueblos no podían quietar la mirada de el. Los hombres por otro lado, tenían demasiado miedo de Circe apenas la veían.

Hacia demasiado calor para Circe ese día, la pintura negra en sus ojos resaltó sus zafiros que ahora estaban cerrados después de mirar mucho tiempo el sol. La entrada al pueblo era humilde, como todo tierra danesa pero esta no era aterradora como las demas, en cierta manera daba pena.

Sus caballos eran grandes e intimidantes, los jinetes también, vestidos con cueros y botas de guerra arriba de sus tunicas.

—Parece que Thor paso y decidió ser humilde—Murmuro Circe tocando su martillo que estaba en su cuello, era un amuleto comun entre los daneses.

Caminaron uno al lado del otro hasta llegar a la entrada de la casa del rey, quien salió con una sonrisa. A su lado estaba un anciano que los miraba con asco. Circe levanto sus cejas mientras le lanzaba una mirada a su hermano.

—¡Hola! ¿Están aquí para unirse a nuestro ejercito?

Oh, era lamentable el joven rey, posiblemente con una rafaga de viento podía salir volando.

—Estamos buscando a Uhtred Ragnarsson.

La sonrisa del rey tembló pero siguió recorieno los cuerpos con nerviosismo.

—Uhtred esta bajo mi mando.

Aksel suspiro, el tipo era un idiota que no sabia ni donde poner sus manos, en realidad las cambiaba de lugar cada segundo, incomodado.

—Estamos aqui por Uhtred, no por ustedes, si él quiere ser gobernado por ti, bien.

—¿Donde esta?—pregunto Circe moviendo su caballo hacia adelante, mostrando que se estaba cansando de la charla.

—No le falte el respeto al rey, pagana.

El anciano casi tembló al recibir la mirada azulada de Circe, movió su corsel y lo hizo pasearse por el alrededor, asustandolo.

—No estoy hablando contigo.

—¿Que diablos pasa aqui?

Ver a un Uhtred caminado hacia ellos con su espada en alto no hizo mas que formar una sonrisa en el rostro de los hermanos.  Circe bajo de un salto y le paso las riendas al primer hombre que vio a su lado.

—¿No me reconoces, hermano?

—Eso es insultante—hablo ofendido Aksel, tambien bajando de su corsel. Sonrió cuando escucho la risa aniñada de Circe, cuando eran niños, Aksel se enojaba siempre que su hermana pasara tiempo con Uhtred porque le asustaba que dejara de amarlo.

Uhtred estaba quieto, su boca estaba ligeramente abierta, viendo a su hermana no sanguinea correr hacia el. Segun el, toda su familia estaba muerta, los lloro en su debido tiempo asi que no se esperaba que aparecieran dos de la nada misma.

—No puede ser.

Antes de que siquiera pudiera pronunciar otra palabra, Circe salto a su cuello. Tardo unos segundos antes de abrazar su pequeño cuerpo, todavía sin salir de la ensoñación.

—Hermano—Dijo Aksel abrazandolo.

Los dioses dieron el buen visto despejando las nubes que había en el cielo, si Uhtred estaba en lo correcto, todo iría bien.

𝐃𝐫𝐞𝐚𝐦 𝐆𝐢𝐫𝐥 𝐄𝐯𝐢𝐥 | 𝐒𝐢𝐡𝐭𝐫𝐢𝐜 𝐊𝐣𝐚𝐫𝐭𝐚𝐧𝐬𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora