Capítulo 02

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Flinn.



Hoy es su quinto día tomando el autobús y será como los anteriores, tomará asiento del lado puesto al mío y tres asientos más adelante.

Cada mañana que llega un poco despeinada, la respiración irregular, su bolsa a medio hombro resbalando por todo su brazo y pidiendo permiso a todo el que se encuentre en medio del autobús. Toma asiento y entonces sucede lo que lleva ocurriendo hace cinco días.

Me mira y siento el instrumental de "my kind of woman" retumbando en mi cerebro. Sólo me quedo así: inmóvil, con ese sonido que antes me gustaba y ahora me parece irritante, y como bonus una mirada nerviosa, su mirada.

Joder.

No he dejado de mirala como casi todos los días desde que la vi. Giro mi cabeza como si mirar un pedazo de concreto con señales de tránsito fuera más entretenido que esos ojos intrigados y de color avellana entre un montón de ojos cafés, verdes, azules y los mismos avellanas con todos los tonos posibles. "Son una pigmentación natural que se va formando apenas naces, no tiene mucha importancia, todos lo tienen" Pero no todos esos pigmentos biológicos pueden expresarse y hablar sin necesidad de utilizar la boca y eso es lo especial que tienen esos ojos avellanas.

Quisiera poder pintarlos, con los colores perfectos, las tonalidades precisas, los trazos correctos, quiero pintar sus ojos y que la gente al verlos sientan que les habla como ocurre conmigo. Mi objetivo siempre fue que mis pinturas expresaran lo que yo siento al crearlas y es la primera vez desde que lo estoy logrando que no ocurre, no puedo darles vida a los ojos avellanas entre un montón de pares de ojos iguales.

En un acto inconsciente ya tengo mi cuaderno y un lápiz en la mano para realizar la misma tarea de recrear esa mirada por milesima vez, me dedico a realizar un boceto sencillo, de todos modos no voy a conseguir lo que busco así que no le pongo mucho esmero. Me parece ver la sombra de alguien tomar el asiento a mi lado, volteo un poco la cabeza y veo a una señora mayor acomodarse varias veces en el asiento mientras me mira, señala su oreja y rápidamente entiendo sus señales y me saco un auricular.

-Es precioso, lo has hecho tú?- me habla con una paz que me sorprende, su vos es relajante y me provoca un choque de realidad-

-Bueno lo he intentado, pero muchas gracias.

-Me parece muy bonito lo que haces, piensas dárselo?

-¿El qué?- la miro entre la confusión y los nervios- ¿Dice el dibujo?

-Pues claro, creo que sin duda le encantaría.

-¿Y como está segura de que no soy yo?

-Es muy sencillo, chico, esos ojos parecen felices y algo energéticos, y sin ofender, los tuyos no tienen nada de eso. ¿Los ojos son las puertas del alma, no?- me dio una sonrisa cargada de sabiduría y un poco de "confía, todos estos años que tengo encima sirven para algo"-

Estaba apunto de colocarme el auricular cuando una incógnita circulaba en mi mente hasta que no pude deterne y mi boca estaba deshaciéndose de ella.

-¿Usted cree que debería dárselo?

-Si, antes de que te arrepientas hazlo.

-Pero no es lo suficientemente bueno- la señora asintió y volteo al frente, supongo que dando la conversación por terminada-

Ya ahora con la finalización de la conversación y mis inseguridades a flote, mis manos vuelan directo a colocarme una fuente de inspiración que sin duda es la música. Siento un suave tirón en mi oreja y veo que la señora con una sonrisa me ha quitado el auricular, después de todo la conversación no ha terminado.

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